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jueves, 12 de enero de 2023

Un cuento x semana #14: A mucha honra

Sorprenderla, eso quería, que no se lo esperara, que pensara que nunca lo iba a hacer delante de él. Agarrarla desprevenida, sí, eso sí era lo quería. Y lo logré, sí, sí, lo logré, lo logré, pero también que él viera, que él entendiera que lo hacía por él, para él, por nosotros. Quería que él viera que yo luché, luché hasta el final, para mantener unida a la familia, mi familia, la que ella quería romper, gringa de mierda.
Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº20 condenaron hoy a Claudio López Rossi, de 54 años, a prisión perpetua por el femicidio de su esposa, la ciudadana alemana Elke Yvars Beck. Se consideró que el abogado fue responsable de los delitos de “homicidio doblemente agravado por haber sido cometido contra su cónyuge y por femicidio por haber sido cometido por un hombre mediando violencia de género”.
Habíamos hablado esa mañana, se lo había pedido, se lo había suplicado, le había dicho por favor que me dejara verlo, que tenía que verlo, que él era mi familia, mi única familia, la única cosa que pude construir, todos estos años solo, sin nadie, sin nada mío. Pero ahora estaba él, ahora él y yo éramos una sola cosa, una familia, eso éramos, estábamos juntos, estábamos juntos para siempre. Pero ella no importaba, ella daba igual, si ni siquiera era de este país, si ni siquiera hablaba bien español. Pero él sí, él habla español, él es sangre de mi sangre, él es mío, él es mi familia, él no es de ella, no, no.
En 2015 el abogado López Rossi ingresó al edificio donde vivía su esposa y su hijo, en el barrio de Belgrano. Lo hizo a pesar de que tenía una prohibición de acercamiento ordenada por un juzgado civil. Subió hasta el sexto piso y esperó que Elke saliera del departamento junto al pequeño para ir al colegio. Cuando fue hasta el ascensor, el acusado salió por detrás de una puerta y comenzó a apuñalarla.
Entonces agarré lo primero que encontré, cuando cortamos el teléfono. Unas tijeras de jardinero que tenía en casa, unos guantes, la campera y listo. Hacía dos semanas que no veía al nene, hacía dos semanas que ella me separaba de él, que él ni siquiera me podía llamar, ella se lo tenía prohibido, yegua, gringa de mierda, con esos aires de superioridad europeos que tenía siempre conmigo, inmunda, pensé cuando corté y salí disparado a mi casa, a lo que era mi casa, mi familia, mi verdad.  
Durante sus últimas palabras, el hombre culpó a la víctima por el femicidio: “ella no toleraba el amor que yo tenía por mi hijo así que sepan comprender lo que me tocó padecer”. Luego, agregó: “no estaba en mis cabales y no lo estuve en ese momento”. Dijo que lo único que hizo fue cumplir con “su deber de esposo, de cuidarla y mantenerla”.
Porque ellas creen que pueden, ellas creen que pueden. Ahora pueden, mirá vos, ahora pueden qué. Orden de restricción dice, claro, por supuesto, cómo no. Serás imbécil,  cómo vas a poner una ley entre mi hijo y yo, hija de puta, la ley soy yo, la orden la doy yo, el límite lo pongo yo. Él es mi hijo y vos sos mi mujer, a mucha honra sos mi mujer y esta es mi familia, Vas a ver, vas a ver cómo nunca más vas a dejar de ser mi mujer ahora, vas a ver cómo él se va a acordar de su papá, vas a ver, pensaba, mientras agarré el auto y salí disparado para la casa. Orden de restricción, qué risa, la sangre no conoce órdenes de restricción, la sangre no es agua, estúpida, la sangre no lee, no escribe. Esto es mío, vos sos mía, él es mío y esta es mi sangre, son mis genes, vas a ver, vas a ver quién restringe a qué, gringa de mierda, vas a ver.
“La situación se dio después de años de maltrato y muestra el odio que tenía hacia la víctima sólo por el hecho de ser mujer”, destacó el fiscal durante su alegato. Marcó la particularidad del hecho: que el testigo principal haya sido el hijo de ambos, a quién consideró otra víctima del accionar de López Rossi. “El chico vio y vivió el maltrato que sufría su madre”, manifestó, y agregó que el nene dijo que su mamá “no aguantaba más” porque el padre le gritaba mucho.
Llegué y no había nadie, ni el portero había salido todavía, los negocios estaban cerrados, era casi de noche, cuando llegué, gringa de mierda, gringa de mierda, mi hijo es mío, es mío, no es nuestro, no es tuyo, no es tuyo, es argentino mi hijo, como yo, no como vos, vas a ver, vas a ver. Todavía tenía la llave de abajo así que subí sin problemas, pero la de arriba la había cambiado, claro, porque esta casa que pagué yo ya  no me pertenece, porque estos muebles que acarreé yo no me pertenecen, claro, porque vos no me perteneces, vos querés el divorcio, por supuesto, porque la ley te protege, porque las protege a todas ustedes, hijas de puta, las protege de qué, de quién. Pero no te preocupes, a mi hijo lo protejo yo, mi hijo es mío, la ley es mía, te pensás que estudié abogacía como hubiera estudiado plomería, estúpida, en menos de cinco años voy a salir, vas a ver, vas a ver.
Para la Fiscalía, el femicidio no se trató de un arranque de furia sino que fue totalmente planificado. Consideró que la situación era particularmente grave por la circunstancia de control y violencia de género que ejercía el abogado; que el testigo principal del hecho fuera su hijo, al cual dejó sin madre y el trauma que va a tener que atravesar el pequeño.
Escuché la puerta de la casa, la voz de él, sus pasos, sus palabras, tu voz de  mierda, tu voz de gringa de mierda, con ese español de mierda, diciéndole no sé qué cosa, sus pasos, tus pasos, mi respiración, mis genes, mi sangre, es mío, esto es mío, a mucha honra, no me lo vas a sacar, a mucha honra, no te lo voy a permitir, a mucha honra. Acá tenes, hija de puta, acá tenés, mirá, mirá lo que hago con tu mamá, es ella ves, es ella la que nos separó todo este tiempo, es ella la culpable de romper esta familia. Yo estoy acá, yo estoy acá para vos, para lo que necesites, para siempre, ella no, ella se fue, ella está muerta, la maté yo, sí, la maté porque nos separaba, la maté para que estuviéramos juntos. Mirá, mirá tu sangre, mirá mi sangre, mirá cómo nunca nos vamos a separar, mirá cómo se muere, la hija de puta, gringa hija de puta, tomá, ahí tenés la orden de restricción que querías, ahí tenés, ahí tenés. A mucha honra.

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