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domingo, 5 de agosto de 2018

Si toda serie es política ¿Qué es Netflix?


Para Russia Today 

Netflix busca nuevas maneras de seducir a nuevos clientes luego de que las suscripciones no cumpliesen con las expectativas en el segundo trimestre de 2018. La empresa destina unos 10 mil millones de dólares a la programación y comercialización y ha fichado a figuras como Barack y Michelle Obama. Su modelo de consumo se impone cada vez más en el ámbito del entretenimiento y varios especialistas señalan que ya no están claros los límites entre realidad, ficción y política.




Libros contra el ajuste (5): Libros para que tu familia se de cuenta que sos gay


Realidad: La plata no alcanza. Explicación: Ganó Macri. Marco teórico: la derecha  neoliberal conquistó Occidente. Solución: una serie de recomendaciones de libros gratis para sumergirnos en la ficción y olvidarnos del mundo. En tiempos de Trump, Putin, Temer y Macri, leer ficción sin pagar millones es nuestra única revolución posible. Venceremos.

En este caso nos abocamos a ese delicado momento en la vida de cada hij@ en el que tiene que gritar a los cuatro vientos "Soy lo que soy" y definirse homosexual frente a su familia. Ineludibles destellos de lucidez que de vez en cuando nos permiten realizar ese sincericidio necesario para no solo salir del closet sino salir finalmente de casa, de la proteccion mental de mamá y papá, del cuadrado de la zona de confort. Cinco novelas que te ayudarán a explicarle a tu familia que "no tenés que dar excusas por eso". Just do it. 


Carol, Patricia Highsmith

La única novela romántica de Patricia -Mrs Suspense- Highsmith, publicada por primera vez bajo pseudólnimo en 1951 y llevada al cine hace poco con la genial Cate Blanchett como protagonista, cuenta la historia de amor entre dos mujeres de distintas clases, edades y estados civiles y permite explorar no solamente los límites de la homofobia de la época sino también los sentimientos perturbadores asociados con lo indebido que experimenta la protagonista. Therese (espejo deformado de Highsmith en su juventud) conoce a una mujer casada en su trabajo y comienza una relacion de difusa amistad que le revelará un mundo de sensaciones. Para empezar a hablar con tu familia del tema, nada mejor que una rubia debilidad como Blanchett de la mano de la escritora preferida de Alfred Hitchcock.



Ambientada en la convulsionada Argentina del primer peronismo, este libro cuenta varias historias en una y viene muy bien además a cuento de la famosa grieta que supimos conseguir.  Con solo describir a las protagonistas ya alcanza y sobra para romper todo en la mesa familiar: Lía es periodista de La Nación, poeta, judía, de izquierda y lesbiana. Delia, su amante, es escritora y la mujer de un capitán gorila de la Marina. ¿Qué puede salir mal?  El profesor Gómez, que relata la historia, también padece una combinación explosiva: es cabecita negra, peronista, devoto de la literatura inglesa y homosexual. Guiños a las hermanas Ocampo, Borges y la batalla Florida vs Boedo de la mano de hombres (el autor y el personaje) que explican cómo sienten las mujeres, si es que eso es remotamente posible.



Un hombre soltero;  Christopher Isherwood

"El amor no es una póliza de seguros. El amor es tensión. En una relación, lo que yo valoro es la tensión constante, en el sentido de no tener nunca la ilusión de entender a la otra persona", explicaba el autor de esta novela, ícono del movimiento de liberación gay de mediados de siglo XX en Estados Unidos y amigo (¿íntimo?) del loado polemista Gore Vidal, a quien se la dedicó en 1964. La historia cuenta un día en la vida de un profesor gay soltero con el corazón roto en el sur de California y es un fresco tan puntilloso de lo que significa ser homosexual en la sociedad de la época que Tom Ford lo eligió más de 45 años después para dar su salto de la moda al cine con un exito inesperado. De la misma pluma de la que salió "Adiós Berlín", inspiración para la famosísima Cabaret podés quedar muy bien con mamá, papá o con cualquier cinéfilo y de paso, salir del closet.




Conocida por sus novelas ligadas al lesbianismo así como por sus ensayos sobre sexualidad y militancia pro LGBT, en este caso Waters se mete con cuatro amig@s entre los que se reparten dosis variables de tensión sexual y camaradería mientras atraviesan los convulsionados años de la segunda guerra mundial y posguerra en Inglaterra. Con un tono coral y un ritmo cinematográfico, la trama va retrocediendo en el tiempo para mostrar las secuelas de la experiencia de la guerra en cada personaje, desde lo político a lo personal, desde el blitz a las inesperadas relaciones que surgirán entre las sábanas. Consultada sobre esta obra, Waters explicó que su intención fue mostrar que "hubo mujeres lesbianas y hombres gays que experimentaron la guerra y fueron héroes como cualquiera".

Libros contra el ajuste: Especial día del padre


Padres hay muchos pero libros hay más. Día del padre hay uno al año y con el precio que tienen las cosas en Argentina, menos mal. Presentamos entonces un especial de libros para regalar donde vamos a tener que gastar dinero, pero por amor. Un compilado de literatura, periodismo y mucho fútbol para agasajar al señor de la casa y alejarlo del estrés laboral, las contiendas cotidianas y el noticiero de la medianoche. Más de una docena de opciones entre las que se debe elegir bien bajo la sabia premisa que reza que un libro regalado que no hayamos leído es un libro que podremos pedir prestado y amortizar su precio. Camine señora, camine, que hay mucho por leer.


Padres a los que les interesa la realidad

Editorial Debate, $299

Facebook, Apple, Google, Amazon y Microsoft son las cinco compañías más ricas del mundo pero además controlan tu vida las 24 horas del día. Esto no es gratis ni mucho menos inocente. Con esa premisa, la periodista especializada en tecnopolítica Natalia Zuazo devela en este libro cómo el "Club de los Cinco" ha conquistado el mundo de la misma forma en la que lo hicieron las grandes potencias colonialistas. La diferencia, asume la autora,  es que en lugar de construir palacios y murallas, se instalan en oficinas abiertas y llenas de luz en Silicon Valley. Y en lugar de evangelizar con sacerdotes y predicadores, se nutren del colonialismo del like. Un libro que denuncia el monopolio de la información online pero que también ayuda a entender las lógicas del cyberactivismo para combatirlo.

Editorial Siglo XXI, $459

Investigador y coordinador de grupos de estudio dedicados al pensamiento político, Sztulwark convenció luego de varios años a Verbitsky para realizar su biografía política.  El resultado es una especie de manual de supervivencia del progresismo argentino, en el que recorren juntos los años de militancia en Montoneros, la clandestinidad, la discusión sobre la violencia revolucionaria, la era kirchnerista y  los desafíos de la izquierda nacional. También encaran la lectura de Bergoglio, del peronismo y de Macri en una historia privada que se vuelve pública cuando se ha sido parte de más de medio siglo de vida política vernácula como en el caso del perro. En declaraciones radiales hace poco, Verbitsky dijo que este libro también habla de "el futuro" tanto del país como suyo propio.

Editorial Sudamericana, $499

Tras cinco años de exhaustiva investigación periodística y de archivo del evento deportivo fundamental para los argentinos en todas las épocas, Bauso amalgama más de 150 entrevistas organizadas en varios ejes para analizar puntualmente el Mundial 1978:  el contexto político, la historia futbolística y el rol de Menotti desde 1974 hasta la final con Holanda, entre otros. Según su autor  también intenta ser un fresco de la vida cotidiana en tiempos de dictadura, mezclando preguntas tan eclécticas como estimulantes:  ¿Qué postura adoptó Montoneros frente a la Copa? ¿Es cierto que estaba prohibido criticar a Menotti y al equipo? ¿Era el juego de la Selección tan menottista como se lo recuerda? ¿Por qué Kempes fue el único repatriado? Mucho de microhistoria y nostalgia para un padre futbolero que sin duda volverá a su juventud entre estas páginas.


Padres a los que no les interesa la realidad

Editorial Planeta, $289

Actor, director y guionista de radio, Menahem ingresa a la ficción de la mano de un personaje que, como él mismo reconoce, es un alter ego en nombre y manías. Gustavo Gómez Gou, quien narra aquí en primera persona sus peripecias, es uno de los eslabones del dúo de gemelos que dirige la trama y se detesta entre sí. Contrapunto interesante de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, esta novela arranca carcajadas pero también reflexiones sobre los vínculos, la masculinidad y el éxito como valor. En palabras de Wainraich es un libro que te deja con "los pensamientos patas arriba".  ¿Quién soy yo? ¿Quién es mi familia? ¿Quiénes son mis amigos? ¿Hubiera elegido a mi familia? ¿Hubiera querido que mis amigos sean mis familiares? entre otras preguntas dejan mucha tela  para discutir con tu padre a partir de un libro que aparenta ser una "comedia". 

Ediciones B, $429 

Reeditado tras el estreno de la película dirigida por Spielberg a principios de año esta entretenida novela de aventuras futurista esconde  en su interior varias perlitas de memorabilia nerd para captar a señores mayores. Numerosos homenajes a la cultura pop de los años sesenta y setenta se mezclan así con una distopía ambientada en 2044, en la que el personaje Wade Watts vive más tiempo adentro de un videojuego gigante que en el mundo real. Entretenida y fácil de leer aleja al padre de los noticieros pero puede disparar interesantes debates sobre lo virtual y lo existente. El dato: el autor maneja un DeLorean DMC-12 como el de “Volver al futuro”. Nerd no, lo siguiente.

Emecé, $365

Traducida al turco, el holandés y hasta el thai (!!!) esta nouvelle de Mairal puede parecer un "librito" pero esconde tantas capas y capas de disquisiciones sobre la paternidad como puedan imaginarse. Se trata de la historia de dos hijos de un pintor mudo que tras su muerte vuelven a la casa de la infancia a recuperar un largo rollo de pintura en el artista había ido retratando su vida. Como una especie de diario íntimo/público, el relato confunde y conecta la memoria del hijo con la de un padre que habla a través de su obra. Lo que realmente sucedió, lo que recordamos que sucedió y lo que dejamos plasmado que sucedió son así los vértices de un triángulo de las bermudas en el que Mairal nos deleita con una prosa limpia y austera, pero plagada de guiños y relecturas. 




Padres que no leen nada

Editorial Planeta, $379

Cuentos de fútbol escritos por futbolistas parece ser una idea un poco redundante hasta que juntamos a Pablo Aimar, Jorge Sampaoli, Gustavo Lombardi, Nicolás Burdisso, Sebastián Fernández, Lautaro Martínez, "Patrón’ Bermúdez, Facundo Sava, Gustavo López, Sebastián Domínguez o Fernando Cavenaghi todos juntos en un libro.  Integrantes de la selección de futbolistas que salen a la cancha con lápiz y papel para escribir relatos de ficción y no ficción en la segunda parte de esta compilación, más de una docena de figuras reconocibles hasta para el padre que no lee ni el diario pueden acercar a cualquiera a la lectura. “Los futbolistas lo somos para siempre. De modo que en este libro no van a encontrar  escritores, sino jugadores que escribimos", dice Valdano en el prólogo y promete acción, emoción y mucho ritmo mundialista. 


Editorial Alfaguara, $299

Nada que decir ni que agregar a la ya conocida y adorada por todos obra de Eduardo Sacheri, que recopila en este caso las columnas de opinión y fútbol que publicó en El Gráfico desde 2013 a 2015 y hacen de la literatura y la cancha una sola cosa.  Un gol de tiro libre como método para combatir el insomnio, el debate existencial entre ganar con audacia o perder con dignidad y otras grandes metáforas de la vida como un largo partido se mezclan así con anécdotas de viajes y muchas lecciones de historia. El siempre reconocible tono de Sacheri puede inaugurar una saga de lecturas similares con Fontanarrosa y Soriano que si no logran que tu padre lea, te eximen ya de cualquier esfuerzo.
 
Eterna Cadencia Editora, $390
Con entrevistas a  a Emilio Del Guercio, Rodolfo García y testimonios de otros actores cercanos al grupo, como el legendario técnico de grabación Tim Croato y mucho trabajo documental, este libro recorre el nacimiento de la que seguramente muchos padres consideraran la mejor banda del rock nacional.  Los primeros pasos de Spinetta en el canto a los 14 años, el onganiato, los Beatles y toda la psicodelia de los 60 y 70 en una verdadera historia colectiva en la que el historiador  despliega la hipótesis de que Almendra expresó a través de un proyecto musical las potencias y las tensiones de su propia época. Perlita para melómanos.


 

Padres que ya leyeron todo

Tusquets, $395

El Premio Tusquets que recibió con esta novela en 2017 metió de lleno al escritor chaqueño en el radar internacional pero ya había ganado también algunos galardones del indie literario como el Premio Laura Palmer no ha muerto y el Festival Azabache. En este caso se trata de la historia del Mudo, que cuenta su vida en primera persona desde un terreno indeterminado cerca del río Tragadero, donde vive. Allí le acechan personajes reales e imaginarios de toda índole, al estilo Horacio Quiroga, pero también debe lidiar con un grupo de militantes de Vida Silvestre con dudosas intenciones. “El asunto de los monos” y “El asunto de los yacarés” conviven así con el asunto medioambiental, la misteriosa casa que habita y un desfiladero de imágenes inquietantes que producen la sensación de peligro permanente.

Momofuku, $300

Lograr una segunda edición en una editorial independiente sudamericana ya debería ser toda una descripción de este libro, originalmente publicado en 2014 y reeditado nuevamente el año pasado, como caso testigo de que el indie porteño puede saltar su propia cerca del universo puaner cuando la calidad lo amerita. Este compilado de relatos se convierte así en una perlita de la literatura argentina contemporánea poco conocida pero que aborda una temática cotidiana, todo al mismo tiempo. Vecino del universo bloguero de primera hora, Robles plantea un futurismo vernáculo, desmenuzando redes sociales inexistentes a las que trata como reales. Aparece así un neo Facebook en el que solo pueden acceder moribundos, un twitter para animales y hasta un homenaje a Borges con la red social Tlön. Ciencia ficción argentina y de la buena, de lectura entretenida y de nicho a la vez.
 
Editorial Ampersand, $290

Traducido a más de diez idiomas y con una obra significativa en su espalda, el hermano más nerd de la familia Pauls vuelve a la editorial boutique para ofrecer su corazón. En una especie de tratado sobre la literatura y oda a la lectura con forma de glosario, en el que asume la tercera persona pero se le reconoce la voz propia, Alan nos lleva de Stendhal a Flaubert, de Proust a Borges y de Cortázar a Arlt una y otra vez, en una convivencia armónica con reseñas de cine y disquisiciones de crítica literaria. Menos de doscientas páginas de pura espuma bibliotecófila que nos recuerda que nada mejor para los lectores empedernidos que leer sobre leer, lo que Pauls define como “Un vicio, una fiebre, una neurosis que se inicia en la infancia y prospera”.  

Libros gratis contra el ajuste (4): Libros para explicarle a tu hijo cómo funciona el capitalismo


Realidad: La plata no alcanza. Explicación: Ganó Macri. Marco teórico: la derecha  neoliberal conquistó Occidente. Solución: una serie de recomendaciones de libros gratis para sumergirnos en la ficción y olvidarnos del mundo. En tiempos de Trump, Putin, Temer y Macri, leer ficción sin pagar millones es nuestra única revolución posible. Venceremos.

En este caso nos centramos en historias que pueden despertar conciencias, formar pequeños activistas y cambiar el curso del apocalipsis al que lenta e incansablemente nos está llevando el posmodernismo globalizado. Libros plagados de contradicciones y muchos conflictos de carne y hueso que dejan claro lo terrible que puede ser la vida real aún desde la ficción pero que esconden también una semilla de rebelión. Para contrarrestar el FIFA, el GTA y los youtubers, recomendamos libros gratis contra el sistema para que el joven de tu familia aprenda que, como decía el amigo Gramsci, no solo hay que entender el mundo, sino también hacer algo para cambiarlo.


Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo; Irvine Welsh
Del creador de la ya clásica novela/película inglesa Trainspoitting rescatamos esta antología de cuentos picantes, satíricos y tragicómicos con un coro de personajes en situaciones límite de todo tipo. El sexo, las drogas, los fracasos, los enfrentamientos de clases y hasta gangsters componen así un universo oscuro que va desde Estados Unidos hasta Edimburgo y muestra el lado B de la vida poco acomodada de las clases medias. Con un título que no pasará desapercibido ante cualquier adolescente, este libro puede mostrar que la literatura es de todo menos seria y conquistar a tu vástago para el lado bueno de la fuerza todo en solo un movimiento. Comparado con los hermanos Coen por el nivel de desparpajo y disparate de su prosa, este escocés puede servir también para mostrarle a tu crío que incluso los ingleses la pasan (muy) mal.

El club de la pelea, Chuck Palahniuk
De la biblia grunge de donde salieron las frases "Lo que posees acabará poseyéndote" y “Tenemos trabajos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos” y encima inspiró una de las películas más emblematicas de una generación entera no se puede pedir más que magia y magia antisistema. Dos personajes marginales, insomnio, boxeo y una catarata de imágenes turbias, confusas e inolvidables como las que se ven en la cinta de Fincher no requieren más justificación: todo adolescente debe leer este libro para entrar al mundo, punto. Pero si hace falta el argumento, se trata de un personaje (en problemas) que conoce a un vendedor de jabón (en más problemas) que lo mete en un club de boxeo clandestino (más problemas) con una filosofía muy particular 
(y muy problemática). Lo que sucede a continuación te sorprenderá.


13,99 Euros; Frédéric Beigbeder

Exitosísimo publicista acostumbrado a la farandula, el consumismo y toda la parafernalia del espectáculo del primerísimo mundo, este francés se despertó un día y se dio cuenta de que su vida era un asco de pies a cabeza. Se dedicó desde entonces a destrozar el mundo de las agencias publicitarias y le fue aún mejor que antes. Con la potencia que da saber exactamente cuales son los peores vicios del grupo al que perteneces, Beigdeber rompe todas las convenciones sobre lo políticamente correcto o publicable en el país más elegante del mundo. En esta novela, su alter ego es un creativo que quiere que lo despidan de la agencia donde trabaja entonces comienza a denunciar las maniobras publicitarias, los complices del mundo de las multinacionales, la prensa y hasta la política. Divertida y prepotente, esta historia puede también ahorrarte unos pesos al evitar que tu retoño añore todo lo que ve en los anuncios comerciales. Punto para el bolsillo de la clase trabajadora.

Los hombres que no amaban a las mujeres; Stieg Larsson
Primera parte de la mítica trilogía policial Millenium, de la que se hicieron no tres sino seis películas (las suecas obviamente son mejores que las yankis) y sigue dando dividendos con nuevas ediciones aún muerto el autor, este atrapante ladrillo escandinavo retrata no solamente la vida de la genial hacker punk bisexual espía y tatuadísima Lisbeth Salander, sino que también plantea una radiografia minuciosa de las oscuras relaciones de los suecos con los nazis, los suecos con la trata de personas, los suecos con la libertad sexual y los suecos con la corrupción. Ahora que están tan de moda las series nórdicas, viene bien que el niño sepa que no es novedad que allá lejos en Laponia están todos chiflados hace mucho tiempo. Y si le gusta el convite, tiene dos tomos más para relamerse.

Libros gratis contra el ajuste (3): Libros para cambiarle la ideología a tu compañer@ de trabajo

Para Sonámbula

Realidad: La plata no alcanza. Explicación: Ganó Macri. Marco teórico: la derecha  neoliberal conquistó Occidente. Solución: una serie de recomendaciones de libros gratis para sumergirnos en la ficción y olvidarnos del mundo. En tiempos de Trump, Putin, Temer y Macri, leer ficción sin pagar millones es nuestra única revolución posible. Venceremos.
En esta ocasión seleccionamos algunas obras que ponen entre dicho el sentido más común de todos, ese del compañero de trabajo que piensa como hay que pensar y no puede no hacerlo. Cientos de horas compartidas con esta gente han contribuido a que tengas ahora una relación con quienes ven el mundo de una forma obtusa, cómoda y poco revolucionaria. Aquí entonces una modesta contribución en la lucha contra los antipolíticos, contra los “se robaron todo”, “que se vayan todos” y “son todos iguales”. A por ellos.

Un ejecutivo de Wall Street en apuros puede ser un resumen sencillo de esta genial obra del creador del llamado “Nuevo periodismo” pero pecaría de reduccionista. Se trata de una pluma afiladísima en retratar las contradicciones del modelo americano apuntando sin misericordia contra todos los lugares comunes de la sociedad contemporánea, la teoría del derrame y otras mentirijillas (¿neo?)liberales. Centrado en desnudar el sistema financiero y las personas de carne y hueso que lo habitan, este libro se convierte en una especie de manual de supervivencia en pleno auge de las offshore. El racismo y la lucha de clases conviven con humor e ironía permanente en un entramado de historias en la Nueva York pre 11/S que sirven entonces para poner en entredicho el sueño americano y despabilar a tu compañer@ sobre las contradicciones del sistema. Si sirve para engancharl@, la película la protagonizó una muy joven y sexy Melanie Griffith y está dirigida por el prestigioso Brian de Palma.

Tres revoluciones en un solo libro puede parecer un poco pretencioso para que el/la compañero@ de trabajo entienda alguna de ellas pero sin duda la narrativa del polémico y multipremiado Padura atrapa de forma automática a cualquier vecino. Palitos para los republicanos de la Guera Civil Española, para los stalinistas rusos y para los castristas de la isla se combinan así con historias de traiciones, romances y problemas familiares. Intimidades de Lenin, Trotski, Mercader y hasta Orwell en un racconto del siglo XX desde sus tragedias más históricas con una cadencia caribeña y mucha mucha documentación hacen de este libro un disparador interminable sobre los límites del socialismo “realmente existente”. Con la ventaja de que nada de eso terminó bien, podés empezar a ahondar en lo que pudo haber sido, quiso haber sido o querríamos todos que hubieran sido los experimentos no capitalistas. Y si con esto no lográs convencer a nadie para que vote por la izquierda, por lo menos tus almuerzos van a elevar el nivel de charla. 

 
Ganador del Premio Alfaguara 2016, este libro tiene la inconfundible prosa de adorado por todos Eduardo Sacheri pero sale de la cancha para meterse en un pueblito de la pampa bonaerense y hace desfilar la crisis del 2001 desde el punto de vista de sus víctimas menos visibles: los del montón. Gente que no llega a fin de mes, viudas que no tienen para mantener a sus hijos, empresarios del agro que especulan con las cosechas y un banquero mafioso sirven así para una historia de amigos, lealtad y mucha política de los de abajo contra los de arriba. Y si bien no es la mejor de sus obras y la pluma a veces hace extrañar a Osvaldo Soriano, con humor, costumbrismo y mucho sentido común este libro puede poner en jaque a tu compañer@ y hacerl@ repensar una de las mayores contradicciones de la historia argentina: los agroexportadores vs el pueblo. De ahí a hablar del piquete y cacerola, la ruta es una sola.

Ya reseñada en este portal, la serie de Hulu inspirada en este libro es un fenómeno de masas y además le arrebató a Netflix el primer Emmy por una serie dramática producida en un portal online.  En tiempos de feminismos polifacéticos y polivalentes, esta novela viene a romper todo lo establecido desde la ciencia ficción: una dictadura conservadora ha conquistado Estados Unidos y las mujeres solo se conciben como vientres. El lugar de la madre, la criada, la esposa y las niñas están puestos en discusión así como la disidencia política, la libertad de expresión y cualquiera de los derechos humanos que conocemos al día de hoy. De mínima esto le sirve a tu compañer@ para pensar en el rol de las mujeres en la sociedad contemporánea y quién te dice termina militando contra el patriarcado. Cualquier punto en el medio sirve y de paso se leyó la novela de moda, cuya autora sonó fuerte como candidata para el Nóbel de literatura 2018. Win Win.

Todo viaje es político: un mes sola en China (6) : Pekín es más China de la que podés soportar 2


---------- Mensaje enviado ----------
De: Leticia Cappellotto <leti.cappe@gmail.com>
Fecha: 24 de diciembre de 2016, 1:40
Asunto: PEKIN ES MÁS CHINA DE LA QUE PODÉS SOPORTAR (2)
Para: ed_cabrera@gmail.com


Pisé la muralla china. Estuve emocionada todo el trayecto, lloré, me agoté, hablé con vos.
No sé qué contarte sobre la travesía: me tomé un subte desde el hostel hasta un punto equis del mapa en Pekín, me subí a un micro, me subí a la muralla china, la caminé en una especie de trance místico haciéndome todas las preguntas posibles, la escalé más de tres horas con las manos, con las piernas, con la mente y el espíritu y sentí que toda mi vida anterior estaba enterrada ahí.

La tensión entre lo viejo y lo nuevo, entre el pasado y el futuro, otra vez, estalla en mi cabeza. Llegué a la conclusión superadora de que viajar es estar en crisis permanente con lo nuevo y lo viejo. Y que en lo nuevo siempre se resignifica lo viejo y te hace revalorar aquello que dejás atrás como lo conocido y familiar mientras que lo desconocido puede ser estimulante o amenazante pero siempre adelante, siempre en el futuro. El problema es que lo viajeros creemos que lo nuevo siempre será mejor que lo viejo solo por ser nuevo o distinto y nos metemos en lugares exóticos que al final no siempre terminan gustándonos. No sé si hubiera venido a China de haber sabido lo mal que la pasaría, pero tengo que poder decir también que la pasé mal, porque viajar no está bueno todo el tiempo, no es disfrutar todo el tiempo, no es gratificador per se adquirir todo el tiempo nuevas experiencias si no tenés el temple espiritual para asimilarlas.

Y claramente yo no estoy teniendo ningún tipo de temple para asimilar nada.

Esto me generó una catarata de preguntas sobre el valor intrínseco del cambio como lo único que realmente existe y el valor de la tradición como aquello que nos genera identidad pero a la vez nos limita. Estoy en China y leyendo noticias argentinas me angustio. Estoy en un país con pena capital y tengo más miedo cuando abro el celular que cuando miro a mi alrededor. Es verdad, no debería preocuparme por Argentina, como tampoco debería preocuparme por vos, pero realmente no sé cómo hacer para que me deje de importar lo que me importa.

Tengo miedo. Es lo único que sé. Y tengo tanto miedo que hasta tengo miedo de tener miedo. Es la primera vez en mi vida que me pasa y no me siento cómoda, no me hallo, no sé quién soy. Como siempre fui una kamikazee, no sé porque ni a qué le tengo miedo ahora. Quizás sea así: que te deje de importar algo es mutar hacia lo desconocido y eso que no conocés te da miedo. Pero este vacío es inabordable: si ya no sos el que eras cuando te importaba (amabas a) ese algo ¿Quién sos? ¿A quién ama ese nuevo vos? ¿Qué le importa a ese nuevo vos?  Siento que no solo murió la idea que tenía de China sino que también murió con ella la yo que quería venir a China. Ambas están enterrada en la muralla.

Pero prometo: le voy a contar a mis nietos que después de conocer la muralla china tenía más miedo que antes para que entiendan que en la vida todo es caos y confusión.

Hoy me voy de China después de un mes. No comí perro, no me aplicaron la ley marcial, no me violaron, no me secuestraron para una red de trata, no me pusieron droga en la bebida ni me dieron el vuelto con caramelos. Y ya que estaba escalé la muralla china,  vi con mis propísimos ojos el comunismo más grande del planeta y cumplí un sueño que tenía desde 2003, cuando una profesora de geografía me encargó un trabajo sobre las relaciones chino argentinas y me obsesioné con lo absurdo que significaba que China existiese, que fuera realmente algo material, que no fuera una leyenda. Pasaron los años y como toda obsesión la mía no hizo más que crecer.

Tenía-que-ir-a-China.

No me importaba si tenía que ir sola, si tenía que dinamitar mi vida para poder llegar.

Tenía-que-ir-a-China.

En 2012 hice cuentas y era una locura. Ir a China de vacaciones era una locura. Ir a China sola era una locura aún mayor. Pero un día llegué. Menuda mi sorpresa cuando China no solo no me gustó sino que significó una de las peores experiencias de mi vida. Acá conocí el miedo. Y no es que antes no hubiera tenido miedo, sino que nunca me importó, porque la valentía y la osadía me generaban adrenalina, erótica y épica y estaba enamorada del desparpajo de quien se cree inmortal y avanza, contra todo y todos, como un kamikazee (que en japonés, btw, quiere decir un viento o un guerrero suicida). Ese viento, esa fuerza y esas ganas de estar en China me trajeron desde 2003 hasta acá. Y acá quedaron enterrados.

China me cambió porque yo había cambiado en el trayecto entre que quise venir por primera vez hasta que llegué. Pero una vez que estuve acá, China me mostró dos cosas que me aterrorizaron: puedo lograr sola todo lo que me proponga pero no quiero proponerme más nada sola. El ying, el yang, el gato vivo, el gato muerto, el pasado, el futuro, los monstruos, vos, yo, etc. En China pensé cotidianamente en vos, hablé cotidianamente con vos y me reí cotidianamente con vos. Los chinos debieron pensar que estaba loca hablando sola por Pekín, pero lo que no saben es que la única forma de que no me volviera loca fue justamente haber estado con vos todo el tiempo. Vos sos la única garantía que tengo de que no estoy sola porque, me repito, si pienso compulsiva y obsesivamente en vos, estoy con vos.

Pero vos, lamentablemente para mí, tampoco existís.

Entonces: ¿Cómo dejar de amar a algo/alguien que ya no existe? O peor: ¿Cómo aceptar que la idealización que hicimos de ese algo/alguien no se condice con la realidad? Si China existe pero no es cómo me la había imaginado, ¿existe realmente? Si vos no me amás ¿existís realmente? Si el amor es una construcción que es imposible hacer de forma unilateral y vos no me amás o no existís o estás muerto, lo que yo hago amándote es ubicarme en esa misma dimensión y dejar de existir. Pero si te doy finalmente por muerto voy a tener que asumir que tengo que amar a otro alguna vez, porque no estoy tan muerta como vos.

Si vos ocupaste en mi vida el lugar del amor, voy a tener que reemplazarte. De la misma forma en la que si China ocupó en mi vida el lugar del amor, la obsesión, la zanahoria y el motor para que rompa todo por los aires y venga a verla, voy a tener que reemplazarla.

Porque yo sí existo y sí estoy viva. Y necesito otro amor y otra muralla china.

Finalmente así puedo ver que si no me amás no tiene sentido que sigas existiendo, porque los muertos no tienen que ver sólo con la materialidad, sino con las decisiones políticas que uno toma sobre ellos. Y entiendo por fin que fue solo para eso que tenía que venir hasta acá: para aceptar mi soledad frente a tu ausencia y decidir que ya no quiero viajar más con vos, porque eso es viajar sola. Que vos (vivo y muerto) y yo (viva y muerta) somos como el comunismo capitalista chino, una contradicción que ya no quiero entender ni me fascina desentrañar.

Podés morirte de una vez.
Porque a vos también te enterré en la muralla.
Y ya no te amo, ya no existís, ya está.

Todo viaje es político: un mes sola en China (5): Pekín es más China de la que podés soportar

 ---------- Mensaje enviado ---------- 
De: Leticia Cappellotto <leti.cappe@gmail.com> 
Fecha: 14 de diciembre de 2016, 7:41 
Asunto: PEKIN ES MÁS CHINA DE LA QUE PODÉS SOPORTAR 
Para: ed_cabrera@gmail.com


Llegué a Pekín.

No fue trivial: combiné dos líneas de subte en Shanghái para llegar al aeropuerto, me demoré 40 minutos de más por tener que pasar la valija por los scanners, perdí un atado nuevo de cigarrillos, me hicieron dejar 5 encendedores en el embarque, mi vuelo se demoró, me tocó estar al lado de una pareja de chinos muy supersticiosos en el avión que rezaban todo el tiempo, me tomé un taxi al que le indiqué la dirección por señas y cuando me bajé estuve 30 minutos dando vueltas sin encontrar mi hostel en un barrio de todo menos amistoso mientras se hacía de noche. Cuando finalmente anocheció y no tenía ni pálida idea de dónde iba a dormir, lloré. Sola, en Pekín, con 2 grados bajo cero, lloré. Evalué la opción de ir a un hotel carísimo que encontré a unas cuadras de donde debería haber estado mi hostel, evalué dormir en la calle, evalué el suicidio. Y lloré un poco más.

Qué linda la aventura. Qué lindo ser tan joven y pendenciera.

Después me enteré que mi problema es un problema chino generalizado: los hutongs (antiguos barrios que están siendo desplazados por construcciones modernas) están hechos para perderse en ellos. Mi hostel queda ahí, en Building 2, Suzhou Hutong, Dongcheng, Pekín, China.

Cuando finalmente me acomodé y dejé de llorar conocí a un holandés que estaba en el lobby muy, muy indignado con su visita a China. Me contó que era su último día y que odió toda su estadía. Que lo quisieron robar, secuestrar, amputar, asesinar, etc. Como no le creí me mostró lo que iba a publicar en FB sobre su viaje: “Adiós China, aparte de algunas cosas has sido un país horrible con gente horrible. Un viejo rompió una botella y me atacó, logré dejarlo K.O. antes de que sus amigos me pegaran con un palo mientras me ataban. Además fui extorsionado durante una hora por tres tipos que me pedían que les pagara 3000€ o más. Pensé que iba a morir. Amigos viajeros me dijeron que les pasaron cosas similares así que recomiendo a todo el mundo NO venir a China porque maltratan turistas. CHINA I FUCKING HATE YOU.”

Qué comienzo más auspicioso, pensé mientras leía eso y me imaginaba caminando sola por Pekín entre semejantes atracciones. Aunque me relajé un poco cuando el holandés me dijo que lo que más le gustaba de México era Cartagena. Este lugar es peligroso, OK, pero si sos un idiota todos los lugares son peligrosos, sigamos.

Cosas para hacer en Pekín: visitar la Plaza de Tiananmén​ o Plaza de la Puerta de la Paz Celestial, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, el Templo del cielo, la gran muralla china.

No hay palabras para describir la monstruosidad de todos esos hitos urbanos. Y hablo de monstruoso para seguir con la metáfora de Gramsci: “Cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, ahí aparecen los monstruos”. Pero más allá del miedo y el agotamiento, lo bueno es que Pekín es todo lo China que vine a buscar: el comunismo se siente en cada una de las estaciones de subte por donde te escanean cuando entrás y salís como si fueras a tomarte un avión, en la entrada de todos los monumentos donde hacen lo mismo, en las calles llenas de fuerzas del orden, en la gente, etc. La ciudad es tirando a gris, a pobre, a lo que uno entendería que debe ser el comunismo (austero, solemne, aburrido) y sumamente arcaica. Sí hay edificios modernos, sí hay rascacielos, sí hay tiendas de lujo y mucho consumismo, pero definitivamente se huele un tufillo soviético como el que uno imagina que se va a encontrar cuando viene a la capital política del comunismo más grande del mundo.

Al tercer día de ver hordas de pekineses con barbijos advierto que hay demasiada policía (¿O serán militares? ¿Cómo distinguirlos?) en las calles. En el hostel me informan que hay “Alerta roja por contaminación en Pekín y otras 22 ciudades” por lo que se limita el tráfico, se controla la industria, se paralizan las obras y se cierran las escuelas por lo menos hasta la semana que viene.

Conclusión: soledad, depresión, ataques de pánico, pena capital, alimentación limitada, frío, sensación de alienación, miedo y alerta nacional por smog.  ¿Tengo que aclararte por qué hablo de monstruos?
Para rematar, un miembro del PCCh (o por lo menos un señor que dijo ser miembro del PCCh) se apareció en mi hostel y me dijo, textuales palabras: "¿Pero vos te creíste lo del comunismo? El comunismo es una idea, no es la realidad". Bien. Vine a China para eso. Vine a China para que un miembro del partido comunista más grande del mundo, con más de 86 millones de miembros, me diga que la parte “comunista” de “partido comunista” es joda.

Fenómeno. El contradictoriómetro explota y siento el ruido de mi cerebro romperse. Fenómeno.
En estos primeros días acá lloré mucho, pero pude bañarme, salir del hostel y visitar las cosas que quería visitar, entre ellas un Buda gigante en el Palacio de verano. También pude meditar un poco. Le pedí a Buda que me haga salir viva de China. Fue especialmente gracioso ese paseo porque cuando llegué vi un señor que me miraba con cara rara a la entrada. ¿Cómo distingo si un chino me está siguiendo? Son todos realmente iguales. Me fijé en sus zapatillas y lo volví a ver varias veces más en el parque pero por suerte no pasó nada. Miedo, otra vez.

Estoy en China, me repito, creo que es verdad, me digo, te digo, cuando tengo miedo, estoy muy cerca de escalar la muralla china, me cuento, te cuento, una de las 7 maravillas del mundo moderno, dale, dale, estás muy cerca de todo lo que soñaste, repito, repito y eso no hace más que ahondar lo que ya venía conmigo desde que llegué: el miedo. Pero por lo menos logré identificar varios miedos al mismo tiempo y concluí que la mitad del tiempo tengo miedo de perder la vida (porque estoy sola y vulnerable como nunca antes) y la otra mitad tengo miedo de ganar la vida (en el sentido de concretar un deseo que tuve tanto tiempo). Creo que es por eso que tengo miedo de estar muerta sin darme cuenta, de estar viva sin darme cuenta, de estar viva y muerta como el gato del experimento cuántico y de no poder contarle nunca a nadie que vine a China porque no voy a poder salir nunca viva de China. No sé cómo cotizarán en el cielo mis aventuras en China, debe haber una barbaridad de chinos muertos. Tampoco sé si voy a ir al cielo, en fin.

Aquí estoy. China no existe, me decía Marco Denevi en 2005 y aunque muchos tardé años logré venir para refutarlo. Pero no puedo. China no existe del todo. Es una promesa, es una alerta, una amenaza, una potencialidad. Por ahora la China que existe tiene lo peor del capitalismo y lo peor del comunismo. Es la civilización más antigua de la que se tenga registro y la potencia imperialista de este siglo que recién comienza porque es el pasado y el futuro, lo blanco y lo negro, el ying y el yang en su más pura y absoluta expresión. Por ahora la China que existe es un lugar horrible en el que la gente escupe, grita y fuma sin parar, hace frío, hay smog, los edificios son grises, los chinos hablan chino y comen cosas que no sé que son y probablemente sean perro.

Aunque no creo que piense en perros cuando piense en China, porque no logré ver dónde o cómo lo comían y sigo alimentándome a base fideos, arroz y algo parecido al pollo que compro en los kioscos abiertos las 24 hs. Cuando piense en China voy a pensar en gatos, especialmente el gato de Schordinger, porque todo lo que pienso sobre China tiene el mismo sentido caótico que me genera la física cuántica. Por ejemplo, buscando el cuento “El peligro amarillo” de Denevi que te mandé en el otro mail, encontré este relato del mismo autor, cuyo escueto argumento tiene mucho que ver con los muertos vivos:

“El emperador de China”: Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que aspiraba al trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. ¿Veis? -dijo –Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco ser el emperador. El pueblo, complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.

Creo que el cuento habla por sí solo, pero por las dudas lo escribo: hasta que China no demuestre ser la potencia que dicen que es, seguirá siendo un país atrasado, hasta que yo no decida que estás muerto, vos no estás muerto y hasta que yo no salga viva de China, nunca voy a poder decir que vine a China.
Mientras tanto, ya reservé la excursión a la muralla y voy en unos días, deséame suerte.
 

Todo viaje es político: un mes sola en China (6)

Si toda serie es política: ¿Qué es Netflix?


“Si ves Fox News vives en un planeta diferente y no me vas a votar nunca”, le explicó Barack Obama hace unos meses a David Letterman en un show original de Netflix. Semanas atrás, el ex presidente declaró también que está en conversaciones para producir con Netflix una serie propia. Según sus voceros, Obama no quiere responder de forma directa a las políticas conservadoras de Trump sino que produciría ficciones que cuenten historias inspiradoras. El ex presidente sabe que la imaginación es un arma poderosa para llegar a  los votantes del siglo XXI  y  que una de las principales herramientas del márketing político posmoderno es generar emoción a través de productos culturales aparentemente despolitizados.
 
Queda entonces claro que hay que pensar un poco más seriamente en Netflix, porque ya no se trata de un simple portal de series. Este año anunció que planea invertir en producciones propias más que ningún otro estudio de Hollywood y contrató a Shonda Rimes (Grey’s Anatomy) y Ryan Murphy (Glee). También recibió su primer Oscar. Esto lo consolida en la escena del entretenimiento mundial pero, a diferencia de cualquier otra productora, utiliza algoritmos y robots de aprendizaje para crear ficción que distribuye a todos los países del mundo (salvo China), con una audiencia de 117 millones de personas. Si asumimos que ningún discurso es inocente y mucho menos el de la ficción: ¿Qué es Netflix?
“Somos la pareja más atenta que podrías tener, analizamos todo lo que te gusta, prestamos atención a lo que miras, a qué hora lo haces y en qué dispositivos, te observamos todo el tiempo”. Así define Todd Yellin, el principal creativo de Netflix, la forma en la que construye la narrativa de ficción en la era de la pos verdad. Ahora: ¿Es políticamente inocente el contenido que crea y difunde Netflix o responde a intereses específicos? ¿Cambia nuestra concepción de la realidad y nuestra reacción política frente a ella las series y películas que vemos? ¿Es Netflix la nueva herramienta del viejo imperialismo cultural norteamericano?
 
El primer algoritmo de la ficción: una serie sobre política
Movistar +, HBO, Hulu, Filmin: portales de Video On Demand hay muchos. Pero la diferencia es que Netflix utiliza la información de su audiencia para producir nuevas series. Sabe qué quieren sus suscriptores y tiene el control de qué es lo más visto, por lo que cuenta con una cantidad de datos jamás pensado para la televisión tradicional. Así nació House of cards, con una estrategia clara: unir al director más visto del portal (David Fincher) y uno de los actores más populares del sitio (Kevin Spacey) bajo guiones de un ex funcionario de Tatcher. El experimento terminó en una profecía autocumplida y House of cards se conviritó en un suceso internacional al mismo tiempo que cambió las reglas del juego para siempre en términos de contenidos televisivos: inauguró el formato “maratón” (binge watching) al ser lanzada al entera en su primer temporada.
 
Sin embargo, la estrategia de Netflix de producir contenido original fue una movida financiera, ya que las productoras encarecieron los aranceles y Netflix decidió apostar a su propia usina de ideas para ahorrar en derechos de autor. Pero lo que comenzó como un cruce de datos sencillo (director + actor) es hoy un complejo entramado de conceptos, prejuicios y etiquetas que circunscriben el mundo de la ficción a ciertos estándares preestablecidos por conductas previas. Esto genera una burbuja en el contenido que no solo atraviesa Netflix: la tendencia en todos los gigantes digitales a la hiper personalización no es más que un achicamiento del mundo tal como lo conocemos que  genera reafirmación sobre nuestras creencias una visión cómoda de la realidad. Pero ¿Cuáles son esas etiquetas y esos preconceptos? Todd Yellin lo explicó en un seminario:  Personalización es crear una historia de amor entre el contenido y los consumidores. Tenemos que entender todo de las películas y etiquetarlo: cuánta violencia, cuánto sexo, están fumando, están bebiendo. Después analizamos al usuario, dónde ve las series, cuanto tiempo, en qué momento del día. Luego pensamos cómo mezclar eso y listo”.

 El algoritmo mejorado y la comunidad mundial de nicho: el caso Stranger Things 
En 2006 Netflix lanzó un concurso de un millón de dólares en premios para mejorar su algoritmo de recomendación. Mientras que ese momento la valoración de las películas era la primera instancia para decidir qué mostrarle a los usuarios, se llegó a la conclusión que una cosa es lo que la gente dice y otra lo que hace. Es a través de la información de los hábitos cómo Netflix logra entender a los espectadores, a sabiendas de que si les pidieran opinión no serían tan honestos. En palabras de Yellin se lee claramente la diferencia: “Preguntábamos: ¿Cuánto puntaje le vas a dar a un documental sobe la revolución en Egipto? Si le das 5 estrellas te vamos a mostrar más de eso; pero hay un problema con ese sistema  y es que lo que los espectadores te dicen es distinto a lo que hacen. Entonces desarrollamos “la data del comportamiento ” y la “data implícita”: ¿qué miran? ¿cuánto miran? ¿qué dispositivos utilizan? Eso es mucho más poderoso”.
 
Con este minucioso control de la actividad de los usuarios Netflix logra una audiencia cautiva muy heterogénea que define como “comunidades de nicho”. Los estándares de gusto se imponen a nivel mundial con criterios superadores a los prejuicios de edad, género o nacionalidad. Yellin lo explica así: “Uno podría pensar que un chico de 17 años y una señora de 60 no tienen nada que ver entre sí. Muéstrale a la señora de 60 un montón de cosas de Meryl Streep y al chico de 17 superhéroes de Marvel. Estarías equivocado. Hay 3 razones por las cuales una persona mira algo: 1) “Quiero escapar, quiero meterme en mi sillón” 2) “Quiero ampliar mis horizontes“ o 3) ´Social currency´ : quiero ver algo porque todo el mundo está hablando de eso y quiero ser parte de esa conversación”. De esta tercera categoría se desprende el concepto de “serie fenómeno”, lo que no es una casualidad que suceda sino que está buscado por la empresa y tampoco tiene que ver con la calidad de la serie, sino con reforzar el sentimiento de pertenencia a una comunidad. O lo que en política se llama “marcar agenda”. El caso más emblemático es Stranger Things, una historia que se pensó para una tribu urbana fanática de todo lo vinculado a los años ochenta, E.T. y otras películas de Spielberg y fue un éxito mundial sin precedentes. La nostalgia, siempre presente como factor de pertenencia (engagement), marca agenda, genera comunidad de nicho y hace crecer la marca, la cantidad de suscriptores y los dividendos. Una verdadera historia de amor capitalista.  

Lo nuevo, lo viejo, lo mismo de siempre: ¿Puede Netflix cambiar el mundo? 
Nada de lo que hace Netflix es casualidad. Sus producciones se piensan sobre la base de lo que ven sus usuarios y su objetivo es seguir manteniéndolos online. Para eso achican el universo de lo posible para acercar a la gente a un lugar cómodo. Crean un hogar sobre la base de lo familiar.  ¿Les gustan los dramas de aventuras? “Marco Polo” ¿Amaron las historias de drogas como “Breaking Bad”? “Narcos”. Esto se logra a través de una empresa de monitoreo llamada Piedmont Media Research, que estudia los productos de ficción y “predice” si serán exitosos o no. El algoritmo que utiliza su método de medición es el Consumer Engagement, que tiene un porcentaje de acierto del 86% sobre la base de consumos previos. Mucho malo conocido y muy poco nuevo por conocer. Mucho status quo y muy poco movimiento hacia lo inimaginable. Además, en sus estrategias publicitarias, Netflix supone prejuicios estandarizados sobre las culturas a las que quiere conquistar, como muestra esta campaña realizada por Ogilvy cuando desembarcó en Francia.
 
Conclusión: el principal distribuidor de contenido audiovisual norteamericano se está convirtiendo también en el principal productor de historias y así de subjetividades, desafiando a Hollywood, Disney, Cannes y todo lo que creíamos mainstream y obsoleto. Pero paradójicamente, la revolución del streaming no deja de ser una caja de resonancia conservadora, que reproduce para su beneficio aquellas creaciones que ya han sido exitosas y que forman parte del sentido común. Si fuera un partido político, Netflix no propiciaría ninguna transformación social. Mientras la ficción debería proponernos mundos nuevos, creaciones insospechadas y molestas, que pongan en duda todo lo que pensábamos y nos hagan crecer, Netflix apuesta a lo seguro. Más que certezas, quedan  preguntas: ¿Qué implica que un solo productor monopolice la ficción a nivel global? ¿Es Netflix una nueva arma norteamericana de destrucción masiva e imperialismo de la subjetividad como fue Hollywood? Todavía no lo sabemos. Por las dudas, veamos el próximo capítulo.