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domingo, 29 de abril de 2018

Libros gratis contra el ajuste (1) : Libros para decirle a tu amig@ que es más que tu amig@


Realidad: La plata no alcanza. Explicación: Ganó Macri. Marco teórico: La derecha neoliberal conquistó Occidente. Solución: Olvidarse del mundo y sumergirse en la ficción.
Prefacio: Los libros sirven para todo. Para informarse y desinformarse, para aprender y entretener, para evadirnos y concientizarnos. Pero la gente no lee, dicen los que leen. O no lee ficción sino libros sobre actualidad y/o política escritos por ignotos ghost writers y firmados por figuras televisivas. Todo ese papel para terminar votando a Macri. Bueno.
Finalmente: Buenos Aires sigue liderando los rankings mundiales en materia de cantidad de librerías por habitante mientras el dólar sube y sube y uno de las principales obstáculos para los amantes de la literatura pasa a ser el precio de los libros. Desde esta humilde columna apoyamos entonces la lectura, la ficción y la piratería, cansados ya de luchar contra las ¿dos? ¿tres? grandes multinacionales de la edición, que monopolizan los precios a nivel mundial y evitan que la cultura llegue a todos los rincones del mundo. Y mucho menos a nuestros magros bolsillos tras el ajuste macrista.
Conclusión: una serie de recomendaciones de libros gratis para descargar organizada en entregas mensuales bajo criterios poco ortodoxos. En tiempos de Trump, Putin, Temer y Macri, leer ficción debe ser considerado un derecho humano. Leer ficción gratis es entonces nuestra única revolución posible. Venceremos.
Autora imprescindible de la narrativa contemporánea esta belga fanática de la ayahuasca dice levantarse de madrugada todos los días para escribir y ha hecho de su propia biografía una genial obra literaria. Con más de una decena de títulos publicados destacamos su segundo libro por tratarse de una historia de amigas y pasiones difusas. Niña en Japón, Amelie conoce el amor más puro y desenfadado de los brazos de una amiga a quien admira, ama y odia con la misma intensidad. Si le regalás esto a tu amig@ podrás debatir por décadas los límites entre el amor, la amistad, el cosquilleo y el compañerismo. Y después, quién sabe. Suerte.
El remisero absoluto, el hombre de abajo, el sobrino de Bioy. Muchos son los apodos que tiene Mairal en el mundillo literario argentino pero solo uno lo ha catapultado a la fama internacional: el chico que soñó con la estrella porno. Ganador del Premio Clarín con Una noche con Sabrina Love, Mairal se desmarcó del mainstream rápido y apostó a la poesía, aunque siguió cultivando su gusto por lo erótico con sus ya míticos pornosonetos. En esta novela logra un punto culminante entre un tono sencillo y llevadero y tres grandes problemas existenciales: la calentura vs. la guita vs. el amor. Si le regalás esto a tu amig@ tenés tema de conversación por semanas en relación a por qué nos gusta lo que no nos debería gustar, o por qué eso nos gusta aún más por la misma razón, aunque solo parezca una novelita de playa. Si te la menosprecia, podés decir que ganó varios premios internacionales.
Poco conocido en su faceta de novelista pero reeditado hace unos años en Argentina, este inglés puede hablar del amor como se habla del clima, con un ritmo y una cadencia digna de la generación de Carver, Cheever y Kerouac. Formado profesionalmente en Nueva York y en el Hollywood de los grandes estudios fue periodista, guionista y publicó cuatro novelas, aunque su nombre parece haberse borrado del santo panteón beat. En este caso, la excusa de dos loosers enredándose en hoteles de mala muerte le permite ahondar en disquisiciones filosóficas sobre por qué amamos o cómo dejamos de amar, en los que se destacan párrafos memorables que ensalzan la “vanidad del sufrimiento amoroso” y otras contradicciones de Cupido. Horas y horas de debate con tu amig@ sobre las definiciones que tira de amor, pareja, sexo y soledad. Perlita.

Miles de gigabytes de chats, horas de audios de whatsapp, memes, emoticones, gifs, megustas, comentarios, etcétera, etcétera. Eso que construís con tu amig@ en el éter de la virtualidad es una relación amorosa y nadie lo está diciendo. Qué mejor que una novela epistolar para dejar claro que cuando te escribo es porque te quiero, porque te deseo. Fenómeno de ventas en Europa hace unos años, esta historia puede pasar por edulcorada pero en el marasmo tindericida de las telecomunicaciones del siglo XXI aparece como un remanso para los que creemos que toda energía dedicada a escribir chats y correos electrónicos es amor volcado al teclado. Dos extraños, mails, amor, fin. Si seguiste el hilo argumental de esta recomendación queda claro que sabés de dónde tirar con tu amig@. “Si en lugar de escribirme mensajes me invitaras a salir, lo que gastamos en 4G lo invertiríamos en cervezas”. Podés usar la línea, no necesitás citar la fuente (emoticon carita ojitos para arriba).

Todo viaje es político: un mes sola en China (4) : Shanghai es casi China 2

---------- Mensaje enviado ----------
De: Leticia Cappellotto <leti.cappe@gmail.com>
Fecha: 10 de diciembre de 2016, 9:44
Asunto: SHANGHAI ES CASI CHINA (2)
Para: ed_cabrera@gmail.com

Shanghái es una mezcla de Ranelagh con La Paz y NYC en quince cuadras de diferencia. Casillas de madera, monoblocks, gente pidiendo, homeless, ropa colgada en la calle, bicicletas con cartoneros, McDonald’s, Forever 21, H&M, Tiffany´s, Cartier, Chanel, Apple. La gente escupe mucho, fuma mucho, grita, no respeta semáforos ni sendas peatonales. Mucha arquitectura grandilocuente al lado de callejuelas sin luz. Hay perros en la calle, no se los comen a todos, parece.  Fea, ficticia, y superficial, Shanghái tiene muy poca ritualidad, muy poco sentimentalismo. Los chinos son muy poco delicados, muy poco elegantes, todo es rústico, tinglado e impostado. En fin, odio este lugar capítulo MMCXVII.

Y además estoy ebria, extrañándote, necesito escuchar música pero no puedo porque no funciona el encriptador de IP que necesito para entrar a YouTube.

En China internet es un lujo caro. Pero: ¿Es que acaso no podés vivir sin internet? Escucho que me pregunta Mao Tse Tung, burlón. China de mierda, respondo mentalmente, comunismo de mierda, dejame tener YouTube, la puta madre.

Ya ves, sigo en contradicción permanente. Es que China es buena y mala con la misma intensidad. Es buena porque es algo que estará en mí para siempre y nadie podrá sacarme nunca porque, a diferencia del dinero o la propiedad privada, las experiencias no se pueden robar. Pero con miedo a morirme a cada paso y sintiéndome más viva que nunca, China me está mostrando cosas que no tenía idea que vivían en mí: el pánico más hondo que experimenté en mi vida y un agotamiento espiritual vinculado a mi soledad. Si sobrevivo, seré “la amiga que pasó un mes sola en China” de todos mis amigos. La chiflada esa que fue a la muralla china a pensar todo de nuevo cuando la derecha conquistó occidente. La que vive para contarlo, una vez más, un país menos.

Pero: ¿Qué hay en China que no hay en otro lado? ¿Comunismo y capitalismo juntos? ¿Caos? ¿Confusión? No lo encuentro. No siento que me estén pasando cosas: ¿Conocer a una venezolana que prefiere tener a su hijo en China antes que en Caracas es algo “anecdotable”? ¿Charlar con una rusa que dice que ser profesora de yoga pero parece una prostituta sirve para un cuento? ¿Dónde está la erótica de haber venido a este país? ¿Solamente en haberlo hecho? ¿En qué radica la magia china? ¿En que son comunistas y capitalistas a la vez? Sí: lo sexy en China está en la transición, en la frase de Antonio Gramsci: “Cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, ahí aparecen los monstruos”.

Eso soy yo y eso es China: monstruos. El pasado (lo viejo que muere) y el futuro (lo nuevo que nace) son a la vez traducidos acá en el pasado (herencia milenaria) como motor del futuro (hegemonía mundial). Y eso se ve en cualquier ciudad china: la velocidad, la potencia, la fuerza de algo que está naciendo desde los escombros de los barrios pobres hacia los rascacielos de los edificios más altos y modernos del mundo. “El gigante asiático se despierta” dicen los analistas que saben que, en la historia de la humanidad toda, China siempre tuvo un papel geopolítico hegemónico y solo estuvo durmiendo. Pero el futuro ya está entre nosotros y China será China porque fue China en el pasado. No es casual, en este sentido, que para presentar el megalómano proyecto ferroviario/marítimo de la “Nueva Ruta de la Seda” que conectará más de 60 países y culminará con un dominio comercial sin antecedentes en la historia moderna por parte de China en 2049 el presidente Xi Xiping haya citado a la antigua ruta que conectaba Asia y Europa hace más de 2300 años. Menos casual es que se haya elegido el 2049, centenario de la Republica Popular China, para inaugurarlo.
El futuro es chino porque el pasado lo fue y viceversa.

Y es así que llegás a la conclusión que la contradicción es el sexo de China: los edificios imponentes emergen al saberse potencia mundial pero desde una ciudad en las que muchos barrios parecen una villa del conurbano bonaerense. Si hasta la lógica urbana es similar entre Shanghái y los barrios pobres del tercer mundo: por toda la ciudad la gente saca parlantes a la calle y se ponen a bailar. Una calle cualquiera, unas diez personas, musiquita y ya. Algunas noches hay baile de parejas pero los mejores son los que bailan solos, como un tai-chi acelerado. Cuando nos conquisten será la primera costumbre que voy a adoptar, bailar porque sí en la calle, fantástico.

No sé, quizás lo que más me seduce de estar acá es simplemente estar acá, quizás no haya nada especial con estar acá más allá de haber logrado hacer algo que soñé 10 años y tildarlo en la lista mental de “been there, done that”. Pero todo viaje es político: en 2003 cuando empecé a obsesionarme con venir porque una profesora me obligó a hacer un trabajo práctico sobre las relaciones entre China y Argentina, China no era la potencia emergente que es hoy. En su momento me fascinó el solo hecho de que China existiese. Pero luego apareció la China de la se habla en los medios como “el gigante asiático”. Y me fascinó aún más. 

Lamentablemente, estoy comprobando que la China que existe es un híbrido que confunde, molesta, desentona. Tanto el comucapitalismo como el capitalismo de estado, el pasado fundamentando el futuro y el futuro fundamentando el pasado son una especie de bomba que no explotó pero que está por explotar. De hecho, en la ruta de la seda que te comentaba antes se encuentra un 75 % de las reservas de energía mundiales, afecta a un 70 % de la población global y se genera un 55 por ciento del PIB mundial. CHACHAN!! 2049: China conquistará el mundo pacíficamente a través del más capitalista de todos los métodos (el comercial) y lo festejará el día que se cumplan 100 años de la instalación del sistema menos capitalista de todos (el comunismo).

Me va a explotar la cabeza, no puedo concebir que el futuro lo manejen unos señores que comen perro, no creen en la democracia y matan gente con rifles (poco se sabe de cuánta gente mata el Estado, pero se sabe que la matan ¡¡¡con rifles!!). A propósito de esto, ayer fui a la casa en la que Mao fundó el Partido Comunista local y es chiquita, bastante rústica y bien conservada, pero está en un barrio muy paquete al lado del Ritz, el FourSeasons y un shopping con Prada, Cartier y Gucci. Confusión no, lo siguiente.

Así que ya ves, de los creadores del papel, la imprenta, la brújula y la pólvora, llega: el comucapitalismo chino del siglo XXI. En el fondo, muy en el fondo, tiene sentido: los chinos inventaron el dinero.

Y hablando de eso, en el supermercado chino en China de al lado del hostel en lugar de darme el vuelto con caramelos como hacen en Argentina, la empleada china me fió los 50 ctv que me faltaban. ¿Los chinos solo fían en China? ¿Los argenchinos son menos confiables que los chinos? ¿Mientras esté en China, yo también soy argenchina? Santo Dios que estás en los cielos, no estoy preparada para esto, no estoy preparada para estar aquí, por favor dejame salir viva de China, por favor, por favor.

Fuera de chiste: te extraño. Sé que no debería pero es lo que me sale. Es muy difícil olvidarse de alguien en estas condiciones de caos sobre lo existente. Hablo con vos mucho más de lo que te escribo. Pero pienso: Si la única persona que te hace sentir acompañada está muerta, ¿estás sola?

Idea para cuento en China: pareja de amigos planea un viaje, él se muere y ella decide hacerlo igual, se lleva sus libros y cuadernos y descubre una personalidad secreta de alguien que creía conocer muy bien. Conflicto interno: ¿Estar sola en China hablando con un muerto es estar más o menos sola que estar sola?
Título posible: Con más amor del que sabe que existe.


Todo viaje es político: un mes sola en China (5)

miércoles, 4 de abril de 2018

Todo viaje es político: un mes sola en China (3): Shanghai es casi China

---------- Mensaje enviado ----------
De: Leticia Cappellotto <leti.cappe@gmail.com>
Fecha: 5 de diciembrede 2016, 4:58
Asunto: SHANGHAI ES CASI CHINA
Para: ed_cabrera@gmail.com

WARNING ALERT: Estoy en China. China existe.
El miedo no se me pasó ni un segundo.

Al final me saqué un aéreo porque esperando a Sofi me demoré demasiado y no pude reservar el tren. En el medio me confundí el boarding time de mi vuelo y tuve que correr para no perderlo. Pareciera que en lugar de saber más como viajar sola cada vez sé menos como viajar sola. Pero lo hice. Sola y en un ataque de pánico perpetuo lo hice igual: reservé un hostel en Shanghái, tomé un vuelo hacia Shanghái, paré un taxi en Shanghai, llegué a un barrio oscuro y decadente en Shanghái y finalmente al hostel en Shanghái. Conclusión, estoy en China, China existe. Por si necesitás algo vivo en Shanghai Chi Chen Boutique Hotel, 上海赤忱酒店, No.21 Qiao Jia Road, Huangpu, Shanghai, China.

Estoy en una zona más bien fea no muy lejos del centro pero no recorrí mucho porque los primeros días me abrumó la abulia, sentí otra vez que se me había acabado la nafta para la aventura, que ya no me importaba conocer ni descubrir nada. Pero sí, estoy aquí, estoy en China. Y vivo al lado de un supermercado chino en China donde me compro latas de cerveza para poder escribirte a la noche y no me dan el vuelto con caramelos. Y te escribo con dificultad porque en China no es fácil entrar a los sitios de internet occidentales pero me bajé un encriptador de IP en HK que funciona intermitentemente y para el gobierno estoy en Singapur la mayor parte del tiempo. Pero estoy en China, porque China existe.
Como me tomó unos días animarme a salir a la realidad, en mi período de aclimatación en el hostel conocí a una chica rusa que duerme en mi habitación, dice que es profe de yoga y que detesta a los chinos “porque son todos muy mentirosos”. Vive hace un año acá, dice, así que algo debe saber. Lo raro es que al atardecer se viste como cualquier cosa menos como profe de yoga y sale. Hubo días que no volvió hasta la mañana siguiente. Chan. Eso lo sé porque me paso días en la cama, triste, abrumada, completamente agobiada. Pero tengo que poder. Tengo que poder.
Tengo que poder:


1.    Tener ganas de salir del hostel
2.    Salir del hostel
3.    Tener ganas de tomarme subtes
4.    Tomarme subtes
5.    Tener ganas de caminar
6.    Caminar
7.    Tener ganas de ir a otras ciudades alrededor de Shanghái
8.    Ir a otras ciudades alrededor de Shanghái

Pero no. Tengo que poder pero no. O por lo menos todavía no. Estoy en China, no tengo ganas de nada y estoy completamente agotada de tratar de hacer encajar todo lo que estoy viendo en la idea que tenía de China como “potencia del siglo XXI”. Me consuelo pensando, de todas formas, que si la política es el arte de cambiar las cosas, nada más político que venir de visita a un país que pone en contradicción los principios básicos del TEG de la modernidad. Ver el capitalismo comunista o comunismo chino es lo que vine a buscar en este viaje. Y acá está: es aún más contradictorio que lo que me imaginaba, pero acá esta, el ying / yang en su máxima expresión. Y mientras estoy en China sin poder moverme de mi hostel, gastando demasiada energía en tratar de asimilar que estoy en China, recuerdo que mi obsesión con este país arrancó con un cuento muy breve de Marco Denevi que leí en 2005 llamado: “EL PELIGRO AMARILLO”: Nos dicen que los chinos tienen la piel amarilla, pero nunca hemos visto a un hombre con la piel del color del limón maduro o de la yema del huevo. Se nos dice que los chinos suman miles de millones, pero nadie los ha contado uno por uno. Se nos asegura que los chinos hablan en chino, pero jamás hemos oído que alguien hable en ese extraño idioma. Las cartas que hemos enviado a China no han sido contestadas y nuestros embajadores no han vuelto. En síntesis: el peligro amarillo es una patraña de nuestros enemigos.

De ahí la idea de que China no existiese. De ahí mi fascinación con venir a verla. De ahí mi obsesión con decir: China existe. Porque China sí existe, ahora sí lo puedo decir.

Y muchas cosas sí existen en la China que sí existe: Apple, Prada, Gucci, Forever 21, consumismo, comunismo, chinos que escupen todo el tiempo por la calle, hablan a los gritos, fuman en todas partes, basura, cables, policía, rotiserías que exhiben animales rostizados que no conozco, etc.
Pero muchas otras cosas no existen en la China que sí existe: propiedad privada, democracia, división de poderes, libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de reunión, libertad de asociación, libertad de lugar de residencia, libertad de huelga, de manifestarse, de protestar; garantías civiles varias, respeto por los derechos humanos, libertad religiosa, cuidado por el medioambiente, Google, Facebook, Youtube y Twitter.
Para rematar: en mi hostel (que existe) en la China (que existe) hay 4 carteles (existentes) explicando que si alguien me ofrece cualquier cosa en la calle no lo acepte. Bárbaro. A la final China es como el conurbano bonaerense: sucio, peligroso, lleno de misterio y con gente que come cualquier cosa.  

¿Entendés ahora por qué todo me da miedo??

También, hilando fino, me doy cuenta que China me abruma porque es la concreción de un proyecto y un sueño de muchos años que me demuestra de forma escalofriante como nada nunca la potencia del hacer. Estar acá es la materialidad más extrema que lo que me propongo lo concreto y eso, justamente eso, también es un acto político. Lo que no quiere decir que no me muera de miedo a cada paso. Pero lo doy. Doy un paso atrás de otro y camino por China, el país que quiero visitar hace muchos años, aunque eso no me haga feliz en absoluto. Voy a tener que contar a mis nietos que atravesé sola China para que entiendan por qué después me casé con el primer gil que pasaba y ahora es su abuelo. Lo siento nietos.

Además de los potenciales robos, los potenciales escupitajos voladores y los potenciales policías que me miran con cara de “quién es usted y qué hace aquí si no es comunista y se le nota”, está el tema de la comida. Comer es fundamental. La energía que me falta y se la adjudico a lo mal que estoy, a la soledad, a la depresión o lo que sea nunca la relaciono con el sencillo acto de comer. Muchísimas veces creo que estoy angustiada y en realidad tengo hambre. Y como también tengo miedo de comer perro y no tengo fuerza ni paciencia para lidiar con un supermercado ni mucho menos con un mozo y/o una carta de restaurant lo único que puedo comer son cosas precocinadas y muy berretas que venden en los kioscos 24 hs.

En el país con la tradición culinaria más antigua del mundo yo paso hambre. Ok. Con esto de comer así de mal también tengo miedo de enfermarme. Básicamente tengo miedo de no llegar viva hasta mi aéreo de vuelta a la civilización no china y tengo miedo de volver a existir después de pasarme un mes no existiendo en la China que no existe.

Pero no, más allá del miedo lo voy a lograr: el miércoles que viene me tomo un avión a Pekín.

Again: ¿Cómo carajo llegué acá? ¿Qué me trajo hasta acá?

Voy a repetirme y repetirte lo que decía cuando me preguntaban por qué quería venir: “China es el futuro de la humanidad, quiero haber ido a la metrópoli cuando nos hayan conquistado, quiero haber visto con mis propios ojos el comunismo más grande del planeta para poder decir, cuando no quede vestigio del capitalismo norteamericano al que estamos acostumbrados sobre la faz de la tierra, que yo la ví primero, que yo la tenía re clara”. Pero antes de hacerme la canchera con mis tremendas habilidades geopolíticas tengo que sobrevivir al país que se estima mata más gente en manos del Estado que todos los otros países con pena capital juntos. Y digo “se estima” porque no hay números oficiales sobre las víctimas de pena de muerte en China. Otro miedo más: ¿Escribir mails hablando mal de China desde China estará penado con la muerte?


Tengo frio, hambre y miedo en China.
Si este es el futuro, el futuro es una mierda.

Todo viaje es político: un mes sola en China (4)