Buscar este blog

viernes, 28 de junio de 2013

En terapia intensiva

Para Marcha

Por Leticia Cappellotto. Dos intentos televisivos de pensar el psicoanálisis que nos aíslan en la problemática individual y no explican el contexto social donde se producen.

Es muy difícil explicar por qué En Terapia, adaptación argentina de la serie Be Tipul, de origen israelí, ha sido repuesta por la Televisión Pública en horario central. Su promedio de rating el año pasado fue muy bajo, y si bien en su página de internet se ha conformado un intenso grupo de fans, también ha recibido pésimas críticas respecto de la poca credibilidad de los guiones y la ampulosa puesta en escena. Es que el universo “psi” probablemente se concentre en Buenos Aires más que en el resto del país, y si bien esta es una de las ciudades con más analistas por metro cuadrado, los conflictos que se sucintan en el espacio analítico ya habían sido retratados en la televisión local enVulnerables (1999, Pol-Ka), Locas de amor (2004, Pol-ka) y Tratame bien (2011, Pol-ka).

Pero ahí está, nuevamente, Guillermo Montes y su renovado abanico de pacientes en una cada vez más inverosímil situación de terapia. Sin duda habíamos advertido que con el enamoramiento que suscitó en él su paciente del año pasado, Marina, en el que se corrieron todos los límites de la relación médico-paciente, podíamos esperar ya cualquier cosa de él. Es que la ficción necesita conflicto, y qué mejor que un amor prohibido para hacer rodar el cuento. Tampoco habíamos creído mucho en la relación que Marina había tenido con Germán (otro de los pacientes de Montes). ¿Pero qué más efectivo que un contra héroe para lograr tensión narrativa? Menos aún le creímos a Guillermo cuando se peleaba con su analista, ya que parecía que la inteligencia que podía desplegar en su rol de psicólogo la perdía mágicamente en su rol de paciente.

Esta vez, los límites se corren un poco más, porque aunque se intente con las actuaciones hacer teatro en la pantalla chica, en la televisión los tiempos son tiranos. Y no podemos esperar mucho para entender los conflictos de todos los pacientes, como si uno encima de esperar en su propio análisis pudiera esperar mirando la tele. De esta forma, amén de las interpretaciones sobreactuadas de todo el elenco (salvo la de la siempre acertada Norma Aleandro), el problema con En Terapia es que muestra muy rápido asuntos que en el tratamiento psicoanalítico real aparecen con más lentitud y con esto pierde credibilidad toda la relación médico-paciente, en la que las cuestiones más difíciles de procesar tienden a decantar con meses y meses de elaboración en sesión.

Este problema se ve agudizado en la 2da temporada, ya que cuando Guillermo cambia de pacientes, no podemos ni suponer que haya habido un trabajo previo que los deje en el punto donde los encontramos, sino todo lo contrario. Los nuevos dolientes están más apurados que los anteriores y expresión de esto es la abogada de los lunes, que de un día para otro decide retomar terapia después de 20 años porque Guillermo va verla por un asunto legal. O el nene de los jueves, que en cinco minutos nos cuenta todos sus pesares y en diez ya explota en discusiones con sus padres delante de un completo desconocido como es el analista.
Pero esto no es todo. Paralelamente al re-estreno de En Terapia, Canal 11 sacó Historias de diván; una miniserie basada en los libros de Gabriel Rolón y curiosamente producida por Yair  Dori, quien fundó Dori Media Group (el coloso televisivo internacional que compró los derechos de “Be Tipul” para hacer En Terapia). En este caso, el resultado es todavía menos creíble, ya que se si bien el unitario se escuda en el paso del tiempo para darle verosimilitud a los tratamientos con el recurrente uso del “dos semanas después”, esta vez el analista mantiene conversaciones con el fantasma de su mujer (que se suicidó) que le dice que está loco (!!!).

Más allá de los problemas técnicos que puedan tener estas ficciones ¿No será un exceso de individualismo mostrar tanta intimidad psi en la tele? ¿No hay otras cuestiones que nos permitan pensar la sociedad desde un punto de vista más general y menos “ombliguista”? ¿Lo que le pasa a los pacientes de estas series, son las problemáticas reales o las más efectivas en términos narrativos?

En síntesis, En terapia e Historias de diván son novelas que muestran la intimidad de un asunto que, impostado de “serio” y “adulto” como asume el prejuicio que resulta el tratamiento psicológico, son solemnes y aburridas pero adquieren una pretendida “calidad” ya que incitan a “pensar” y “ver más allá” de lo aparente. Lástima que, a veces, las cuestiones más difíciles de procesar no aparezcan en las novelas, ni en las individualidades de los padecientes, sino en los conflictos sociales, que suelen retumbar en los noticieros y necesitar mucho tiempo en poder analizarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario