Buscar este blog

viernes, 12 de mayo de 2023

Un cuento x semana #31: Conexión

Pendiente como estaba desde hacía varios días de lo que pasara con Roberto, lo que no pasara con Roberto, lo que sabía que iba a pasar con Roberto pero no quería asumir, como quien decide no darse cuenta que está lloviendo y sale sin paraguas a la calle, Laura miraba fijamente a su marido conectado a un sinfín de cables en la unidad de terapia intensiva del hospital central.

-Lali, desconéctame, por favor, ya basta –pensaba Roberto, lo que quedaba de Roberto, lo que alguna vez había sido Roberto y ahora era un manojo de terminaciones sensoriales conectadas a órganos que no cumplían su función y necesitaban de la electricidad para existir.

Laura no quería, no podía querer, no sabía cómo se hacía para querer hacer lo que todos le habían dicho que tenía que hacer, los médicos, los enfermeros, las hermanas que fueron los días anteriores a llorarlo, a dejarlo ir, a despedirse. ¿Cómo se mata aquello que no vive? se preguntaba ella, mirándolo hecho un vegetal, una pasa de uva, una cáscara de mandarina seca al sol. ¿Cómo vive aquello que no existe? se cuestionaba al verlo así, conectado a cientos de cables con millones de mega watts que no se podían ver ni oler pero se escuchaban a través de pitidos absurdos, ensordecedores. 

-Te lo dijeron todos, mi vida, ya está, ya está, podés hacerte la católica un rato, creer que Dios existe, que encima es benévolo, que encima nos está mirando ahora, si te vieras, Laura, si vieras la cara que ponés, parece como si estuvieras viendo una de esas películas rusas que tanto miedo te daban y soportabas porque te la negociaba por una tarde de sol en el parque, dale, amore, dale, vos podés, yo sé que vos podés.

La última que quedaba por despedirse era Mariana, la hija, la primogénita sobre adaptada que había tenido que sobrevivir a dos padres escritores hasta que no los aguantó más y se fue a vivir a otro país. El vuelo llegaba en varias horas, tenía escala en Sao Pablo, venía de Madrid.

-Ella va a estar de acuerdo, vas a ver, ella siempre fue más inteligente que nosotros dos juntos, Lali, dale, la criamos bien, mirá qué feliz que está en Europa, no te das cuenta, es feliz, nuestra hija es feliz, qué más querés, qué más podemos hacer juntos, ya está, Lali, esperala a ella y salí de acá, este lugar es horrible, hay olor a pis, amoníaco, desesperación.  

“Conforme a la ley vigente en el territorio nacional la persona con más cercanía familiar al paciente es la autorizada por defecto para decidir sobre el destino del mismo en tanto y en cuanto los profesionales de la salud hayan dado un diagnóstico concluyente. En caso de solteros, son sus padres o hermanos. En caso de casados, son sus maridos o esposas. En caso de viudos, sus hijos o familiares a especificar”. Laura leyó el formulario cuando todavía faltaba una hora para que el avión de Mariana aterrice y miró por la ventana del cuarto, que daba a un jardín inmenso lleno de pinos, por donde circulaban médicos y pacientes. Volvió a releer el fragmento más doloroso: concluyente, repitió para sí y giró la cabeza hacia Roberto. Concluyente, le dijo.

-Y si, Lali, sí, es concluyente, es definitivo, es, no sé, buscá sinónimos en Google, búscalo en varios idiomas, decilo en geringozo, en rosarigasino, con lenguaje de señas, decilo como quieras, amore, pero es así. Vos sabés que no lo decidí, vos sabés que hice todo lo que pude, dejar de fumar, deporte, comer menos grasas, vos me ayudaste con todo eso, te acordás esos batidos que me hacías los fines de semana, con semillas de chía, que decías que alargaban la expectativa de vida, qué risa, Lali, ahora vos parecés una semilla de chía, queriendo alargarme este sinsentido, este agujero de gusano, este diagnóstico concluyente.

Mariana llegó al hospital directo desde el aeropuerto. Olía a perfume caro y tabaco, ella no había podido dejar de fumar, menos en Madrid, donde la gente fuma de a dos cigarrillos a la vez. Abrazó a su madre, leyó el formulario, habló con la enfermera.

Cuando el médico llegó a verlas estaban en la puerta de la habitación con los papeles listos. Salieron por el pasillo hasta el jardín de pinos. Estaba hecho, era verdad.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario