Según el último censo de la Asociación de Revistas Culturales Argentinas
(Arecia), hay más de 300 publicaciones culturales en el país que vienen
mostrando formas alternativas de encarar la comunicación. Entre ellas,
se destacan las que apuestan no solamente al papel como forma de
distribución masiva en lugar de la web, sino a nuevas voces y nuevos
encuadres.
“Maten al Mensajero”
(MAM) es una revista bimestral gestada desde 2013 a partir de
convocatorias a través de redes sociales y una campaña en la plataforma
de financiamiento colectivo Idea.me,
que vio la luz en mayo de 2014. Se centra en publicar textos inéditos
de literatura en un espectro amplio que va desde las novelas por
entrega, las aguafuertes o la microficción, pero que también incluye
otras formas de narrativa como la historieta o la fotografía. Y aunque
alejados a propósito de la coyuntura y la crítica cultural, este
universo puede albergar un “biocómic” sobre Rodolfo Walsh o un folletín
de no ficción sobre Silvia Suppo, una ex detenida-desaparecida asesinada en Rafaela en 2010.
A la par, la originalidad de esta nueva propuesta no está dada
solamente por los formatos narrativos que difunde sino también por la
búsqueda de nuevas voces fuera de Buenos Aires. En MAM se selecciona
literatura de todo el país, con una clara visión federal. En este
sentido, su director, Santiago Kahn, explica: “En Argentina hay una
inmensa cantidad de gente talentosa escribiendo, dibujando,
fotografiando y nos motiva mucho poder ser un trampolín para que esas
maneras de contar lleguen a cada vez más gente”.
A la vez, la apuesta sigue creciendo: “Queremos que la sección vaya
rotando cada número por una región o provincia del país, siendo un poco
baqueanos y mostrando que existe un mundo enorme de autores que están
escribiendo y que quizás no tienen suficiente difusión en otros
lugares”.
El sentido federal se refuerza también con la distribución, ese gran
problema de las publicaciones independientes. Con más de cincuenta
puntos de venta en todo el país y en Uruguay, MAM aspira a largo plazo
es poder cubrir todo el territorio nacional y aumentar sus
suscripciones, con eje en un lector que pueda aparecer en cualquier
parte.
“¿Qué tiene en común un pibe en La Plata que la compra en una
comiquería con una suscriptora que la recibe por correo en Puerto
Madryn? ¿Qué comparten el que la compra en un puesto de diarios de la
línea B de subtes con la que la consigue en una librería de Mendoza?”,
pregunta Kahn y responde: “Para nosotros, tienen en común esa pasión por
la lectura y una apertura a nuevas formas de contar y escribir”.
El componente visual aparece también como un plus en MAM, reflejo de
una forma de acceder a los contenidos que resiste aún en tiempos de
internet, en los que el papel empieza a adquirir un valor diferencial,
casi vintage. En ese sentido, MAM apuesta alto no solamente con el arte
de tapa, singularísimo e intrigante en todos los casos, sino con la
estética global de la revista.
Según Kahn, esto forma parte de una “obsesión” editorial. “La revista
tiene que ser un objeto bello, atractivo visualmente y -en nuestro
caso- con esa pincelada medio retro, ese olor a viejo-pero-nuevo que
tiene elegir formas de contar o maneras de ilustrar un relato que no son
las que habitualmente se ven en la gráfica nacional”, explica.
Facebook: Maten al mensajero
Twitter: @matenlo
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