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martes, 17 de marzo de 2015

ChacaPeaks: Pelotazo

Para Diario Cuatro Palabras



-Vos no me querés, me usaste, sos un hijo de puta.

-Sí te quiero,  pero tenés que entenderme.

-Entender una mierda, vos preferís la pelota esa del orto que estar conmigo.

-No es una cuestión de preferir, bombón, pero entreno y me seleccionaron.

-Una cosa es que entrenes y otra que me dejes tirada acá, después de lo que pasó la noche de la fiesta de egresados.

-¿Qué? ¿No te gustó?

-Sí, claro, por eso no quiero que te vayas ahora con cualquier wandanara que ande por ahí.

-Salí, bobita, mirá si Wanda Nara me va a dar bola a mí.

-A vos seguro que no, si vive en Milán.

-Bueno, pero mirá la señora de Messi, la conocía desde chiquito.

-Vos me estás re chamuyando,  andate a la mierda.


Laura y Santiago ya no eran más Laurita y Santiaguito. Primero y principal porque finalmente habían debutado. Sí, habían debutado juntos la noche de la fiesta de egresados. Ella se había hecho en lo de Coca un vestido increíble, con drapeados, transparencias, una locura. El había ido a buscarla a la casa, había saludado al padre y la había llevado a la fiesta para que los vieran todos. Era oficial, eran novios. Pero novia, lo que se dice novia, Santiago y Santiaguito tenían solamente una, la pelota. Y había que competirle a esa. Estaba por todas partes, en cualquier televisor, en cualquier casa, en cualquier esquina. Ella lo diferenciaba de los demás. El y la pelota eran la misma cosa, eran la única cosa posible. 


A Laurita la quería, sí. La quería cuando era Laurita y ahora, que gracias a él, era Laura. Pero eso, eso no era amor. 


Entonces entendió que tenía que elegir. Que tenía que decidir, por primera vez, algo importante. Y ahí Santiago dejó de ser Santiago y pasó a ser el Sr. Santiago, que toma decisiones, que elige una cosa sobre otra, que puede olvidarse del amor de una mujer para abrazar a su verdadero amor. Ser adulto era entonces hacerse cargo de que por más Lauras y Lauritas que hubiera en su vida, él ya había encontrado la verdaderamente suya. Su Laura era redonda, era compacta, lo necesitaba. Sin Laura, su Laura, la única Laura que existía sobre la Tierra, él no tenía sentido,  se desdibujaba, se convertía en Santiaguito, el novio de Laurita, el hijo del comisario, el matón del colegio. En cambio con su Laura, el Sr. Santiago Ramírez era delantero de River Plate y podría morirse en el primer partido que jugara que no importaba, porque iba a morir feliz. 


A Laurita la quería, sí. Por eso, cuando dejaron de pelear, la desnudó despacio, besándola, rogando que lo perdone, rogando que no se diera cuenta de que eso no era amor.

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