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jueves, 29 de diciembre de 2022

Un cuento x semana #12: Todos mis días

Mamá y papá discuten. Todos los días.

Debe ser que tengo sólo seis años, entonces no puedo recordar cuando no lo hacían, porque según el abuelo los niños solo recordamos a partir de ahora, no antes. Debe haber sido ese, el tiempo que no puedo recordar, el tiempo en el que se quisieron tanto que papá puso la semillita en mamá y nací. Aunque es verdad que él pudo haber puesto la semillita mientras estaban discutiendo. Una vez la abuela sembraba mientras le gritaba al abuelo y de ahí después salió el limonero, así que yo podría ser ese limonero y mamá y papá haber estado también peleándose en ese preciso momento, no sé.

Mamá y papá discuten. Todos los días.

Los días del fin de semana también, aunque como soy chica todavía no distingo los días de semana de los de fin de semana pero lo que sé es que esos días, los del fin de semana, son los que papá está más tiempo en casa, porque no va a trabajar, pero mamá se queja de que cuando está en casa lo único que hace es mirar partidos de futbol en la tele, y no le ayuda con nada. Las cosas con las que mamá quiere que papá le ayude son las que la abuela hace en la semana pero mamá no puede porque tiene que trabajar, así que las hace todas juntas el fin de semana. Lavar, planchar, limpiar, hacer la compra, cocinar mucha comida para que después la comamos los días de la semana, lustrar los zapatos, ordenar. Yo me duermo mientras ellos discuten. Y como no me leen cuentos porque están discutiendo me duermo con el libro de mi prima Marita, que se llama “Todos mis días”. Marita me dijo que me sirve para aprender a leer, pero no me sale todavía.

Mamá y papá discuten.

Los lunes porque papá estuvo el domingo despierto hasta tarde mirando partidos de fútbol en la tele y tomando cerveza y le costó mucho despertarse el lunes, entonces tuvo todo el día mal humor, cuando llega a casa sigue de mal humor y dice que porque tiene resaca. Supongo que la resaca será algo como que lo saca pero de más, la re-saca, y si lo saca puede ser que no sea él mismo. Será algo que le hacen los partidos de fútbol o la cerveza o la combinación, como cuando mamá toma pastillas y vino. Al día siguiente ella también dice que tiene re-saca, será por la combinación, supongo yo, pero es por eso que los lunes discuten, siempre, a la hora de la cena, cuando nos vemos los tres. Él dice que tiene mal humor porque tiene resaca y ella dice que ella aunque también tenga resaca no tiene mal humor, que en realidad él tiene mal humor porque odia su trabajo y los lunes se acuerda. Papá trabaja de oficinista, escribe cosas en una máquina y después escribe cosas en la calculadora. Mamá es maestra. Así que los lunes yo me duermo con el libro de Marita, mirando los dibujos porque todavía no sé leer.

Mamá y papá discuten.

Los martes también. Ese día el problema es que mamá siempre me lleva después de su trabajo a lo de la tía Elsa, que es su hermana y es mi tía favorita porque como no tiene hijos me regala muchas cosas y me dice que nunca va a tener hijos porque tiene miedo que no sean tan lindos como yo. Elsa y mamá hablan de papá. Elsa dice que papá es un vago de mierda y mamá le dice y qué querés que haga. Creo que Mamá cree que si le dice a Elsa otra cosa Elsa se va a enojar porque siempre está un poco enojada con papá. Mamá me dijo una vez que es porque antes de ser novio de mamá, papá era novio de Elsa. Entonces cuando volvemos de lo de Elsa, mamá tiene todas esas ideas en la punta de la lengua y se las dice a papá. Papá rezonga y le grita que siempre tu hermana te llena la cabeza. Yo me duermo mientras ellos discuten, a veces creo que puedo leer una palabra del libro de Marita, pero no estoy segura.


Mamá y papá discuten.

Los miércoles porque papá llega tarde de jugar al futbol con sus amigos. Los amigos de papá son Rolo, Fernando y el Sr. Rodríguez que además es el médico de la familia. Es el que le da las pastillas a mamá. Pastillas para soñar con los angelitos, me dijo una vez el Dr. Rodríguez cuando le pregunté qué eran. Yo quisiera soñar con los angelitos también, le pedí. Pero me dijo que los nenes soñamos con los angelitos si nos portamos bien, así que no me hacían falta. Parece que mamá no se porta bien. Los miércoles a veces el Dr. Rodríguez viene a cenar a casa con papá, y mamá se queja de que nunca le avisa si viene o no viene, entonces que o cocina de más o cocina de menos. No me tenés consideración, dice mamá, a papá, a veces adelante del Dr Rodríguez. Yo me duermo mientras ellos discuten. El libro de Marita tiene atrás de todo actividades para completar, pero es para los que saben leer, así que como todavía no puedo solo las miro.

Mamá y papá discuten.

Los jueves porque viene la abuela a ayudar a mamá con la casa. Papá y la abuela no se llevan bien. Papá dice que la abuela es una vieja de mierda y la abuela que él es un vago de mierda y que ya le había advertido a la tía Elsa que no se juntara con él pero después dice que Dios la castigó y que por eso la otra hija se juntó también con él. Papá prefiere cuando viene su mamá, que no es muy seguido, porque vive lejos. Pero ahí es cuando mamá se pelea con la mamá de papá porque le dice que papá es un vago porque sigue con el mismo trabajo de siempre y la mamá de papá, que no sé por qué pero para mí no es mi abuela abuela, pero en realidad sí es mi abuela, le dice y qué querés, si nunca tuvimos plata para que estudie. Cuando se va la abuela o cuando se va la no abuela, mamá y papá discuten porque no se ponen de acuerdo en quién tiene razón de las dos. Yo me duermo mientras ellos discuten. A veces miro el techo y puedo ver las letras del libro de Marita flotando, pero me parece que eso no es leer.

Mamá y papá discuten.

Los viernes porque me llevan a comer afuera. Nunca se ponen de acuerdo con lo que quieren comer entre ellos y siempre me preguntan a mí y yo digo siempre hamburguesas y mamá dice siempre que no y papá dice siempre que sí porque nunca comemos hamburguesas en la semana. Eso es verdad porque mamá cuando le pido hamburguesas me dice que no porque engordan y ella no quiere ser la típica señora gorda. Y yo le digo que si quiere ella puede comer otra cosa pero yo quiero hamburguesas y ella me dice que no tenemos plata para comer varias cosas que quién me creo que soy la reina de Inglaterra. Como siempre dice Deinglaterra todo junto yo mucho tiempo pensé que Deinglaterra era un país, pero la abuela me explicó que no, que en realidad Inglaterra es un país y que la reina es la señora que gobierna ahí. Le pregunté si era una señora gorda y me dijo que no, así que no debe comer hamburguesas. Esto tiene que ver con lo de los viernes porque cuando volvemos de cenar afuera, papá y mamá discuten. Mamá dice que no podemos salir todos los viernes porque no somos la reina de Inglaterra. Papá le dice que para qué trabaja si no puede darse un gusto. Y yo me duermo mientras ellos discuten.

Hoy es sábado, papá y mamá discuten y yo estoy sola en mi habitación, con el libro de Marita en el regazo. Esta vez la pelea es porque papá se compró un traje nuevo y mamá le dice que no puede gastar en cosas que no son de primera necesidad. Me esfuerzo mucho mucho muchísimo y lo logro: “Mi mamá me ama” leo para mí. Lo vuelvo a leer. Mi mamá me ama. Cierro el libro, leo la portada. Todos mis días. Leo escrito con un lapicera "Marita" en la primera página. Salto de la cama de emoción, por fin lo logré, sé leer. Salgo de mi habitación y voy corriendo a ver a mamá y papá y les digo que sé leer, sé leer y salto y grito sé leer. Ellos interrumpen su discusión, me miran y se quedan en silencio un segundo. Después vuelven a discutir como siempre. Me voy corriendo a la biblioteca de casa, agarro los tres libros más grandes que hay en el estante de abajo, porque a los de arriba no llego. Me encierro en mi habitación con ellos. Mamá le dice vago de mierda a papá, ruido seco, llanto, cosas rotas. Empiezo a leer y ya no escucho nada más.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Libros gratis contra la hiperinflación (1) : Mi mamá (no) me mima - Literatura sobre maternidad

Para Revista Sonámbula

Realidad: La plata no alcanza. Motivo: El capitalismo apesta. Conclusión: Los libros se convirtieron en bienes de lujo, al ritmo de la inflación de tres dígitos y el dólar ¿Gutenberg? que hace que los importados sean imposibles, los nacionales prohibitivos y los usados dos comidas y media. Por eso, volvemos a la carga y seleccionamos lo mejor de la narrativa nacional e internacional a precio accesible, es decir, nulo. Porque si donde hay una necesidad hay un derecho, leer será nuestra última trinchera, nuestra bandera hacia la victoria, o por lo menos, nuestro ansiolítico más inofensivo.

En esta ocasión nos abocamos a un nuevo subgénero de la literatura contemporánea, que en los últimos años no ha hecho más que crecer y crecer: el de las maternidades incómodas, dolorosas, incorrectas. Libros que muestran que la experiencia filial es un suplicio, contando los sinsabores de la relación madre e hijx y las contradicciones asociadas con maternar en el siglo XXI.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes – Tatiana Țîbuleac   Moldavia

Aunque no es el primer libro de esta periodista y presentadora de televisión moldava, sí es la obra que la catapultó a la fama, la hizo llegar a ser traducida al español y con eso a cosechar varios premios de la Unión Europea. El protagonista de la novela es el artista plástico Aleksy, al que su psiquiatra le recomienda revivir el último verano que pasó con su madre en un pueblito francés para desbloquear su proceso creativo. Lo que sucede con el revival es que vuelve entonces a sentir como un adolescente, a odiar a su progenitora con todas sus fuerzas y a monologar sin parar sobre el resentimiento, la impotencia y la fragilidad de las relaciones maternofiliales, con una prosa poética alucinada pero no por eso menos potente. Joya.

Casas vacías  Brenda Navarro  - México

Este libro primero se publicó gratis online y luego pasó a ser parte del catálogo de Sexto Piso, la editorial mexicano-española que ya ha publicado la segunda obra de esta autora (Ceniza en la boca) en 2022. Navarro, investigadora y activista mexicana radicada hace años en España, desmenuza en esta novela dos voces femeninas bien diferentes: la de una mujer que pierde a su hijo en el parque y la de la mujer que lo rapta para criarlo como si fuera suyo. En el contrapunto se abordan las violencias familiares, la desi­gualdad social, la soledad, el acompañamiento, el cuidado, la culpa y el amor.

Tienes que mirar Anna Starobinets – Rusia

Dedicada a escribir cuentos y novelas de ciencia ficción, en 2012 la periodista rusa Anna Starobinets descubrió en una visita rutinaria al médico que el hijo que esperaba tenía un defecto congénito incompatible con la vida y debía abortarlo. Con esa premisa, este libro aborda con una prosa filosa y por momentos casi bordeando el género del terror no sólo su peregrinaje por las instituciones sanitarias de su país, sino también su posterior viaje a Alemania para realizarse el tratamiento necesario y el duelo por el hijo perdido. La publicación en Rusia en 2017 desencadenó una polémica considerable al dejar en evidencia las carencias asociadas a la salud reproductiva de las mujeres, lo que hizo que se tradujera a varios idiomas.  

Madres arrepentidas Orna Donath  Israel

"Si murieran mis hijos sería un alivio" es algo difícil de escuchar, de decir y hasta de leer, pero ese tipo de testimonios, de 23 madres entre los 26 y los 73 años y de todas las clases sociales, es el que la socióloga israelí Orna Donath comenzó a recopilar en 2008 en una investigación sobre mujeres que ven a sus hijos como una carga que nunca debieron asumir y se transformó finalmente en libro. El tabú social identificado no es entonces ya el de la mujer que no quiere tener hijos, sino el de aquella que los tiene y no los soporta. En ese sentido, Donath examina la dimensión del tabú, desactiva los dictados sociales y deja que sean las propias madres quienes hablen de sus experiencias.

Territorio de luz - Yuko Tsushima – Japón

Publicada originalmente en Japón en 1978 pero traducida al español recién en 2020, esta novela ganadora de varios premios internacionales cuenta la historia de una bibliotecaria que, recién divorciada a pedido de su pareja, se muda con su hija de dos años a un departamento en Tokio lleno de ventanas, en el que se refugiara durante el tiempo de duelo. Con una maestría nipona para desmenuzar los sinsabores de la vida cotidiana, pero también las maravillas de la naturaleza, Tsushima aborda con una mirada feminista la maternidad pero también la soledad y el desamparo asociado al abandono, en doce capítulos asociados cada uno con una luz diferente, en un momento de mucha oscuridad interior.

viernes, 23 de diciembre de 2022

Un cuento x semana #11: Persigue tus sueños

1.-
Está muerto. El tano está muerto. No entendemos cómo pasó, no entendemos ni siquiera qué hacemos acá con él muerto en la cámara frigorífica, pero sabemos que está muerto, tiene que estarlo, hace doce horas lo dejamos encerrado, ergo, murió, fin, caput.
Con Ale no somos amigas, somos compañeras de trabajo, o eso éramos, hasta este momento, en el que nos convertimos en asesinas. Ella mandó al tano a buscar no sé qué cosa, yo cerré la puerta de la cámara, a ella le sonó el teléfono y se fue. Nunca lo vi entrar a él y ahora tampoco lo voy a ver salir. Esto es real, esto está sucediendo, somos asesinas en un país que no es el nuestro y hay un señor congelado entre unas patas de cordero y miles de millones de langostinos. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué podemos hacer?

2.-
Ale y yo llegamos a Australia casi al mismo tiempo, hace un año. Ella consiguió el trabajo de ayudante de cocina y yo me sumé como camarera. Así que sufrimos juntas los mismos clientes violentos y alcohólicos, la misma jefa déspota, el mismo cocinero machista. Un bistró de doce platos en las afueras de Sydney, un micromundo que fue nuestro hogar hasta que se convirtió en la escena del crimen.
Ahora tenemos un cadáver en la cámara frigorífica y también tenemos que decidir pronto qué hacer. Qué se puede hacer con un cadáver. Esconderlo, dice Ale, entre los otros víveres. Sacarlo a la basura, digo yo. Pero en realidad no entiendo qué estoy diciendo porque tengo frio, miedo y ansiedad.
Hasta que ella se ilumina: Vincenzo, así se llama el cadáver que antes era el cocinero misógino con el que debíamos convivir a diario, tenía planeado un viaje hasta Cairns, al norte, para asistir a un festival de música. Tiene una camioneta, equipada para sobrevivir a la ruta y entradas para dentro de diez días. Planeaba salir mañana, dice Ale, llevémoslo y lo hacemos pasar por sobredosis.

3.-
Es arriesgado, sí. Hay que robarle las llaves de la camioneta al muerto, hay que manejar unos 2500 km, hay que subir posteos del muerto a las redes sociales, hay que renunciar a nuestros trabajos, hay que llegar a Cairns, entrar al festival con él, tirarlo por ahí y dejar que se descongele. Todo en diez días. Tenemos diez días y un muerto. Tenemos un festival de música internacional, 2500 km, culpa, ansiedad y confusión. Pero también tenemos un plan. Y frío. Tenemos frio porque seguimos en la cámara mirando al muerto pensando qué hacer con él. Laurie, la jefa déspota, va a llegar en cualquier momento. Y nosotras tenemos que actuar, rápido, rapidísimo. Lo escondemos entre las patas de cordero, usamos el teléfono, que por suerte no está congelado y enviamos un mensaje a Laurie: “No me siento bien, hoy no voy a ir hoy, nos vemos en 15 días”. Sabemos que Laurie va a llamar así que silenciamos el teléfono y lo guardamos. Salimos de la cámara. Hacemos como que está todo bien, somos asesinas profesionales. Fake it until you make it.

4.-
Laurie nos odia. Laurie odia a todo el mundo, pero a nosotras en particular. Es vieja, amargada, resentida y un poco psicópata. Nos grita, nos regala comida, nos hace la psicológica día por medio. Ale sufre más porque quiere ser chef y necesita esta experiencia laboral para avanzar en su carrera. A mí me da igual, este trabajo como cualquier otro es un trabajo para vivir en Australia, el país con la calidad de vida más alta del mundo, las mejores playas, los mejores atardeceres, las olas para el surf, los pasajes baratos a Asia. Así que a las dos nos conviene hacer que está todo bien, soportar a Laurie hablando pestes de Vincenzo, que es un irresponsable, que no le atiende el teléfono, que lo va a despedir. Decimos que sí, que qué barbaridad, que no se puede creer. Ella sigue insistiendo con llamarlo. Su teléfono suena en silencio en mi bolsillo. Inhalo, exhalo. Laurie decide que ese día no se trabaja, se va a su casa y nos deja a cargo de recibir a los proveedores. Después váyanse, ustedes sin Vincenzo no sirven para nada, nos dice.

5.-
Usamos el día libre para acondicionar la camioneta: es una van vintage con todo lo necesario para hacer un road trip, lo que todo el mundo viene a hacer a este país. Dos palabras que parecen salidas del diccionario de la felicidad: road, carretera, libertad, velocidad, listas de Spotify interminables. Trip, sinónimo de drogas, aventuras, viento en la cara. Ni Ale ni yo teníamos ninguna intención de ir al Cairns Music Festival, pero allí iremos. 2500 km de road trip con un muerto congelado. La logística es compleja: la heladera de la van es muy chica. O lo descuartizamos o improvisamos, dice Ale, calculadora. Usamos las bachas que tenemos en el restaurant, las llenamos de hielo y lo subimos a la van. Es madrugada, nadie nos ve. Tenemos la llave del restaurant, tenemos la llave de la van, tenemos hielo, tenemos un plan. Vamos a lo desconocido, salimos de la zona de confort.

6.-
Viajamos por Australia en una van durante diez días. ¿Qué puede salir mal? Sí, tenemos un cadáver, sí, tenemos que llevarlo al Cairns Music Festival y hacerlo pasar por sobredosis, esos detalles me los ahorro, pero hay que ver el cuadro completo. Somos dos veinteañeras que no se resignan a lo que la vida les dice que tienen que hacer. No nos casamos, no tenemos hijos, no tenemos cuentas de banco impagables, no somos esclavas del sistema. Aquí estamos, las dos, la rubia y la morocha, el ying y el yang, el agua y el aceite, libres, empoderadas, únicas. ¿Qué importa que hayamos asesinado a alguien? ¿Cuántos cocineros italianos hay en el mundo? Demasiados. Luchamos por el planeta y todo, así de humanitarias somos. Seguimos adelante.

7.-
Nuestra primera parada es Brisbane. Ale se encariña con un aussie que está haciendo dedo y conocemos en un hostel. Greg. Greg es todo lo que un australiano tiene que ser: alto, rubio, simpático y drogadicto. Ale lo conoce cuando paramos a dormir y a recargar hielo para la mascota. Sí, después de 1500km Vincenzo es nuestra mascota, le decimos así cariñosamente, para que no se sienta tan muerto. La bacha con hielo está escondida debajo de la cama, así que Greg puede pensar que nuestra mascota es imaginaria, si quiere. Total fuma tanto porro que debe tener sus mascotas imaginarias también. Y además resulta que Greg va al mismo festival de música que nosotras, Dios está en esos detalles. Ya a esta altura también creemos en Dios: hace 5 días que somos asesinas y no nos pasó absolutamente nada. Es más, nos va mejor que antes, tenemos una van, tenemos un road trip, tenemos un festival y un nuevo amigo australiano.

8.-
Greg descubrió la mascota, así que tuvimos que matarlo a él también. No fue un trámite fácil, el tipo mide un metro noventa y pesa más de cien kilos. Le dimos con una pala en la cabeza, hasta que no. Parece que ahora matar gente nos resulta un mero trámite administrativo. Ok, no era lo que teníamos planeado, pero, en la vida hay que improvisar. Decidimos comprar otra bacha y poner más hielo. Dos mujeres, dos cadáveres, un destino. Nos quedan 500 km para Cairns. Lo bueno es que con la cantidad de porro que tiene Greg en sangre, pasa rápido por OD. Lo de Vincenzo lo tendremos que evaluar cuando lleguemos. Paso a paso.

9.-

Ale y yo nos peleamos mucho, no creo que podamos ser amigas para siempre después de todo esto. Es que somos muy distintas, en realidad, nos encontró el destino, el viaje, el muerto, el segundo muerto, en fin, el universo conspira y si sucede, conviene. Pero la verdad es que no podemos la una con la otra. Pero como matamos a Vincenzo juntas ahora estamos unidas para siempre. Lo de Greg fue más unilateral, pero siguió siendo un trabajo en grupo. Es decir: estamos unidas por la desgracia. Igual intuyo que no me quiere en realidad, que me aguanta porque no le queda otra. Yo tampoco la quiero, si vamos a ser honestas, está todo el día hablando de lo mucho que extraña Argentina, su familia, el asado con los amigos. A mí todo eso me parece una grasada, la verdad, mi plan es quedarme en Australia y vivir la vida, viajar, conocer. Es un poco lo que estamos haciendo, es cierto, porque viajar estamos viajando, conocer estamos conociendo, vivir la vida la estamos viviendo. Pocas cosas más afuera de la zona de confort que asesinar a dos hombres en un mes, si ese era mi objetivo, si ese es EL objetivo, si es ahí donde “la magia sucede”. Pues, muy bien, mucha magia por aquí. Abracadabra.

10.-
Llegamos al festival. Lleno de gente, poca policía, bien. Muchos grupos de fanáticos de la música electrónica, chicas con sombrero, chicos con poncho, lo normal. Toneladas de MDMA, toneladas de hongos, borrachos tirados por todas partes. Esperamos a la primera noche, en un camping a unas cuadras del estadio principal sacamos las mascotas, el hielo, las bachas. Inyectamos dosis letales de heroína en ambos y respiramos aliviadas. Esta hecho. Ahora sí podemos descansar. Dormimos esa noche al aire libre. Soñamos con canguros. Somos felices. Vivir se siente así.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Un cuento x semana #10: Cama Adentro

1.- Enero 2003

Escuchá, es así: si vos me decís que lo querés escribir te lo cuento desde el principio hasta el final, como una película. Todo empezó cuando la señora Rosario me recomendó para la casa de los Montesino, que no tenían hijos. Al principio me tenían para la plancha pero ya después quedé con cama adentro. Y ahí empezaron los problemas, en la cama.
 
¿Qué querés que te diga? ¿Qué no me la vi venir? Sí, un poco sí me lo imaginé y hasta soñé, quiero decir, con él, con Mario, soñé con él y mi papá juntos, pero me hice la tonta y lo dejé hacer. Y la verdad que hacía bien Mario, hacía cosas que no me había hecho ni mi novio el Johnny ni ningún otro. Me daba unos besos ahí abajo ¿viste? Primero me cogía como desesperado, como si no hubiera cogido nunca antes y tuviera miedo de que esa fuera la última vez, pero después se calmaba y me besaba ahí y yo no sabía que eso se pudiera hacer. Y me entraba una risa primero porque me daba vergüenza, pero al final ya se me hizo como una adicción, ¿viste? Como esa gente que no puede comer un solo sanguchito de miga porque si come uno se come doscientos y entonces ni siquiera los compra para no tenerlos adelante ¿viste? Bueno, lo mismo, pero yo tenía a Mario adelante todo el tiempo, y cuando no lo tenía adelante lo tenía atrás o lo tenía adentro, pero entre viaje y viaje de él por el tema de la constructora y que Raquel se iba dos por tres al campo fue cosa de unos meses hasta que explotó todo.
 
Porque lógico, en el country todo el mundo habla, habla de más, de menos, con los muertos, con los vivos, pero habla. Y lógico que si Mario siempre quería que se la chupara en la cocina, al lado del ventanal, porque le daba “vértigo” decía y yo no sabía qué era esa palabra pero me arrodillaba igual y me dejaba agarrar del pelo igual y todo igual mientras él miraba siempre para afuera y nunca me miraba a mí, seguro que alguno nos iba a pescar. Y así Raquel se enteró de lo nuestro y empezó con los chismes y ya no hubo más nada que hacer, era ella o nosotros. 
 
Igual yo a Raquel la quiero, bueno, la quería, aunque ahora no sé, porque mi abuela siempre me dijo que lo que uno quiere una vez lo quiere siempre, aunque después lo odie, porque odiar es una forma retorcida de amar, decía ella. Era muy de tener ideas así la abuela, me prohibía por ejemplo las malas palabras, siempre, porque decía que te envenenaban el alma. Por eso no a mí no me vas a escuchar decir: "Dale, hija de puta, escribí que te voy a contar cómo mierda llegué acá, cómo carajo hicieron estos hijos de remil putas para engatusarme y meterme en el pozo de mierda este del que no voy a salir en mi puta vida, porque todos esos forros lo único que saben hacer es usar a las negras como nosotras para limpiar sus trapos sucios, para esconder sus mierdas, para meterte en sus fotos de familia perfecta y después acusarte de asesinato". Eso no, nunca.

2.- Enero 2002


Oíme pibe, te la hago corta, estoy varado en esta isla de mierda porque mi país es un kilombo. Ya sé que no te pagan por escuchar, pero mirá, son más de las diez y está desierto esto, te quedan mínima dos horas de turno y yo te digo, de verdad, te cuento mi historia y dos horas te entretenés. Servirme otro whisky, dale, total los paga la constructora, que bastante me deben ya por haber venido cagando a traerles la guita acá antes de que estalle todo allá, manga de hijos de puta. Servime, servime, dale, que hoy estoy charlatán.

Empecemos por el principio: yo, en realidad, soy un caído del catre. Acá en Caimán no sé cómo se dice eso, pero catre en Argentina quiere decir como una camita muy berreta, de pobre ¿sabés? Y se le dice así “Caído del catre” al que no era nadie y después terminó siendo alguien, como yo. Porque vos me ves así todo empilchado acá con mis aires de jefe iberoamericano de proyecto pero yo nací en Parque Patricios ¿Sabés? No, perdoná, no sabés, no entendés la diferencia entre Patricios, Boedo, Palermo o Recoleta. Bueno, te cuento: Mi nombre es Mario Montesino y nací el 11 de junio de 1957 en Caseros y Rioja, República de Parque Patricios. Es un barrio particular, Patricios, porque te educa para la vida ¿sabés? No es como haber nacido en cuna de oro, como mi mujer. Pero pará, lo de mi mujer ahora te lo cuento bien. Primero lo primero: Ni bien terminé el secundario empecé a ganar guita con mi tío, que era representante de Troilo, el tanguero, no creo que lo conozcas pero bueno lo que te tiene que quedar es que yo ya de muy pendejo iba a las carreras mi tío y ahí enganché el trabajo de las apuestas en el hipódromo y después en el Polo. Y ahí la conocí a Raquel y a la falopa, todo junto, ¿para qué te voy a mentir? Mira pibe, las mujeres, la falopa y la guita son la misma cosa: Te agarran de la pija y no te sueltan porque la pija se agarra de ellas más fuerte todavía ¿entendes?. No es que Raquel fuera la más linda o la más tetona o nada, pero lo que le faltaba de tetas le sobraba en apellido. Y siempre usaba esos vestiditos blancos que se usan para ir al Abierto y se le veían los pezones y me volvía un poco loco ¿Sabés algo de polo vos? Es el deporte ese de los caballos, de la guita bah, el polo es la guita, los caballos y las minas en vestidito blanco y sombrero. No sé de dónde habrá salido eso de que se vistan así pero fíjate que es el mismo color de la falopa: blanca, radiante, inmaculada. Bueno, nos casamos ni bien pude, imagínate, me había levantado en el laburo de atorrante que tenía a la hija del mayor criador de caballos de toda Sudamérica, ¿cómo la iba a dejar escapar? Nos casamos en Luján, en la catedral, con el obispo, toda la joda esa de los ricachones de campo. Y después me pagó la facultad entera, me ubicó en la constructora y acá estamos, cuidando guita, las vueltas de la vida. 
 
Pobre Raquel, yo la quiero, pero desde chica siempre tuvo el mismo tema, medicación, electroshock, psiquiatra. Imaginate que me decía que se quería coger mujeres porque decía que conmigo no sentía. Pero si estaba siempre medicada, ¿qué iba a sentir? Por eso no tuvimos hijos, porque ella tenía miedo de que fuera hereditario, de que le salieran bipolares como ella, que no los quería matar en vida, decía, pobrecita.

3.- Enero 2003

Acá es así, nena, te explico. Paredes blancas, de azulejos. Piso blanco, de cerámicos, Marcos de las ventanas y puertas, blancas. Los guardapolvos, blancos. Las sábanas, blancas. En este lugar el blanco intenta ganarle a la oscuridad con todas sus fuerzas ¿te diste cuenta? Hay dos parques, ¿ves? uno interno y otro externo. Aunque el afuera nunca es afuera del todo. El afuera no existe. Acá solo existe adentro y blanco, mezclado con el verde del parque, el verde esperanza, y el olor. El olor de amoníaco permanente. Mirá te están arreglando la habitación todavía ¿ves? no podes entrar, quédate acá un ratito conmigo y te cuento.
 
Mi nombre es Raquel Peña Montesinos, bueno, en realidad es Peña Santamarina pero cuando me casé me lo cambié, pero solo uno, ¿ves?, porque siempre es mejor tener dos apellidos en este país. Pero bueno, no importa, te decía, que acá estoy desde hace ya unos meses, sí, el abogado me dijo, bueno yo le dije, le dijimos entre las dos, mejor dicho le dijimos a ella que le diga a todos... A ver, esperá, esperá, ordenemonos porque claro, vos no sabes nada, ella es ella, no la puedo nombrar porque me hace mal, ¿ves?, porque mirá lo que serán las casualidades de la vida que ella se llamaba igual que mamá, nunca se lo dije, pero ni hizo falta, si cuando la vi la primera vez ya sabia yo que íbamos a estar unidas para siempre porque estábamos unidas desde antes. No te quiero confundir, perdóname, ¿vos sabes de Tarot? A mi me gusta el tarot, me gusta, me gusta preguntarle cosas y que las cartas me digan lo que va a pasar, ella era igual, soñaba, siempre me contaba los sueños que tenía después de tenerlos me los contaba asustada mi vida, chiquita, tan chiquita vino a casa y yo no sabia si ella me cuidaba a mi o yo a ella, no sé cómo explicarlo, porque estábamos juntas como si no pudiéramos escaparnos la una de la otra, dormíamos juntas, nos bañábamos juntas, todo juntas hacíamos. Sí, ella era mi empleada doméstica pero esa palabra es horrible, ¿cómo empleada?, si yo trabajaba más por ella que ella por mí. Pero a ver, nos ordenamos un poco, perdóname, es que me cambiaron la medicación, por orden del juzgado, del abogado, o creo que el abogado les dijo a ellos que yo les dije, no sé, interpretalo como quieras.
 
Lo importante es que lo hicimos juntas, lo matamos juntas, porque ella me amaba y yo la amaba y él se metía en el medio y qué íbamos a hacer, una mujer en mi situación, con todos los tratamientos que tengo encima, con toda esa historia clínica, esa mujer soy yo y ella es otra mujer, si, pero distinta, ella es más fuerte, ella pudo con el suicidio de la madre, el abuso del tío, ella se lo cogía a Mario día por medio y después me contaba todo con detalles y lloraba, mi vida, tan chiquita.

viernes, 9 de diciembre de 2022

Un cuento x semana #9: Útero

Culpemos a Bradbury. Siempre es fácil culpar a los muertos de las tragedias de los vivos, pero qué fútil. Como si se pudiera diferenciar, a esta altura, algo de todo eso: estar vivo o muerto, ser o no ser Bradbury, tener o no tener la culpa de nuestros actos.

En todo caso, la culpa es de los dos: de Ray, por haber propuesto esta idea tan tonta, tan productivista, de que hay que escribir un cuento por semana durante un año y mía, por acatarla. Una semana atrás de la otra, un cuento atrás del otro. OK, lo hago, ¿y entonces? ¿Soy escritora? ¿En qué momento? ¿En el cuento Nº1? ¿En el cuento Nº32? ¿En el Nº52? = (Idea para cuento Nº10: Una escritora que empieza a escribir cuentos una vez por semana y a la mitad le pasa algo que no planeó y tiene que dejar de hacerlo, pero entonces cae sobre ella una “Maldición Bradbury”, que consiste en que los cuentos se escriben solos).

Entonces qué, Ray, qué.

Entonces tenés 52 cuentos ¿qué más querés?, me dice Ray, desde el más allá. Que en su caso es, lógicamente, Marte. ¿Y si todos los muertos están en Marte? ¿Y si un día la humanidad llega a Marte y se da cuenta que allí están todos los muertos de todas las eras geológicas anteriores? = (Idea para cuento Nº9: Una expedición llega a un planeta lejanísimo y encuentra a todos los muertos de la historia de la humanidad en permanente guerra por la conquista del espacio físico porque resulta ser un planeta muy pequeño, entonces el bando de los “malos” secuestra la nave espacial y vuelve a la Tierra).

Un poco también la culpa es de Borges. De sus cuentos “sobre escritores ficticios para lectores reales”, como me gusta llamarlos. Y de un artículo que lamentablemente encontré sobre “Funes” en la que el muy hijo de puta de Georgie cuenta el argumento entero de Funes en una revista como 10 años antes de publicar el cuento en sí. O sea que el “método Borges” era primero escribir la idea del cuento, como una especie de chiste platónico y después publicarla como un cuento real o si le daba mucha fiaca, como un cuento irreal, titulado “El tema de…”. = (Idea para cuento Nº8: Una historiadora que haciendo archivo de revistas viejas encuentra un artículo en 1800 que habla de la futura creación de un personaje llamado Borges con toda su biografía y entra en un agujero de gusano infinito).

No me hace bien leer a Borges. No me hace bien seguir los consejos de Bradbury. Pero si leo a Borges y obedezco a Bradbury: ¿Soy escritora? ¿En qué momento? ¿En el libro Nº1 de Borges? ¿En el libro Nº2? ¿Si digo muchas veces Borges en las conversaciones con mis amigos? = (Idea para cuento Nº7: En un futuro distópico no muy lejano se prohíbe mencionar a Borges, leer su literatura y/o nada relacionado con él, se usan para el decreto de prohibición las mismas palabras que el decreto que proscribía al peronismo. Grupos de resistencia llaman a sus gatos JLB o similar).

Resumiendo: Se me ocurrió escribir un cuento por semana, como dice Bradbury que hay que hacer. Un poco para obligarme a escribir cuentos (lo que más me gusta escribir, después de cartas) y sacarme de encima la novela (que odio, porque requiere que la protagonista quiera algo y a mí me gustan las protagonistas que no quieren nada y son heroínas involuntarias) y otro poco para pasarla bien. = (Idea para cuento Nº6: Un cuentista obligado a extenderse y extenderse y extenderse en algo para que le paguen más decide suicidarse antes de terminarlo).

Asi que aquí estoy, escribiendo y publicando un cuento por semana hace ya como ocho semanas. En este caso, en lugar de un cuento propiamente dicho, quiero decir, con introducción, nudo, desenlace, las dos historias, las semillas de la historia 2 en la historia 1, el final sorpresivo que nos hace resignificar todo lo anterior, en fin, el cuento clásico, lo que voy a hacer es una lista de cuentos que no voy a escribir, como hacia Borges. Porque queda claro que si imito a Borges sí soy escritora. Sí o sí.

En realidad hago esto porque en unos días viene mamá a visitarme a Madrid, entonces tengo que apurarme a escribir ahora, antes de que llegue ella, me arruine la vida, la psiquis y la estabilidad necesaria para escribir un cuento por semana. Mamá se queda cinco semanas. Ergo, tengo que tener cinco cuentos ficticios preparados para después simplemente retomar el tema desde donde lo dejé, si sobrevivo.

Aquí dejo la lista:

Idea para cuento Nº5 = Bullying padres juntos: Una nena a la que le hacen bullying en la escuela porque sus padres están juntos entonces intenta por todos los medios que se se separen y no lo logra.

Idea para cuento Nº4= Hombre blanco heterosexual: Punto de vista del típico hombre blanco heterosexual quejándose de los avances del feminismo en su vida cotidiana.

Idea para cuento Nº3= Start-up muerte digital: Una empleada de una empresa que guarda los datos digitales de los muertos confunde datos de vivos y muertos y se vuelve loca.

Idea para cuento Nº2= Trineos: Un papá noel depresivo tipo Pagliacci comienza una cruzada en la que le cuenta a los niños que van a saludarlo al shopping que Papá Noel no existe y los padres elevan una queja, llega al congreso, la corte suprema, se convierte en un ídolo mundial, la navidad deja de existir.

Idea para cuento Nº1= Un cuento por semana + Mamá: Un cuento que explique que viene mamá y la vida se me va a la mierda así que mejor que escriba sobre no escribir y haga una lista de cuentos que no escribí. Posible título: Útero.

martes, 6 de diciembre de 2022

Columna de Cine&Series #15: #Wednesday y otras creaciones icónicas de Tim Burton

 
A raíz de que Netflix estrenó Wednesday, protagonizada por la hija menor de "La Familia Addams", un clásico de la television norteamericana, cuyos primeros cuatro capítulos dirige Tim Burton, repasamos otras obras icónicas de su filmografia.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Un cuento por semana #8: Sicilianos

Carlos y Susana son hermanos mellizos y se quieren como un matrimonio viejo que considera cada una de las heridas del otro como si fueran propias. Se quieren pero se pelean, sin parar, por cualquier cosa, desde siempre. Ellos dicen que es porque el otro es la única persona que realmente quieren convencer de algo, que el resto de la gente les da igual. Y qué es el amor sino querer convencerte, querer hacerte cambiar de idea, querer conquistar tu cerebro, aducen cuando otros familiares les reclaman más comprensión y menos vehemencia. Los hermanos también compiten, todo el tiempo, en las buenas y en las malas, por casi cualquier asunto. Quién es el más inteligente, el más exitoso, el más eficiente en su trabajo. También se miden en quién quiere más a quién y a quién de los dos quieren más sus padres. Son, en definitiva, una pareja indisoluble, marcada por su fecha de nacimiento, su genoma compartido, su destino común.

Desde hace dos años, cuando la hermana menor de ambos, Noelia, se suicidó con una soga en su terraza, también compiten por quién de los dos superó antes el duelo, quién dejó ir antes la culpa, quién pudo librarse primero del dolor. Intentan al mismo tiempo descifrar qué significa ser hermano de alguien muerto, ya que no hay palabra para definirlo. Existen los huérfanos y las huérfanas, existen los viudos y las viudas, pero no se sabe qué es uno cuando un hermano muere.

Pasados ya los meses más duros de shock, incredulidad y enojo, aún los asombra, a los hermanos que funcionan como una pareja oxidada, que Noelia no haya dejado nada para ellos, que en definitiva son los que más culpables se sienten de sus actos, porque al ser mayores, creen que tendrían que haberla cuidado de todo, de todos. Ella, la indefensa, la pequeña, la menor, decide poner fin a una vida que ni ellos ni nadie sabían que no soportaba y ni siquiera se despide con una carta, una nota, o cualquier otra cosa que pudiera considerarse como una explicación, un cierre, un adiós.

Ahora los mellizos están en el cumpleaños de siete años de la hija de Carlos, Martina, que pidió que se celebre en un salón especial y se contrate a un mago, famoso entre sus compañeros de colegio, Rogelio. El mago Rogelio comienza a hacer su espectáculo rodeado de niños cuando finalmente Susana llega a la fiesta, tarde como de costumbre, con un regalo para su sobrina y el cansancio típico de un día de trabajo.

Resulta obvio, al repasar la conversación, que ninguno de los dos ha hecho eso que dicen los especialistas que hay que hacer, el duelo, el proceso de aceptación de la pérdida, la clausura del deseo de reparación. Y es por ese motivo, la falta de resolución de esa contradicción entre lo que es, la muerte de Noelia, y lo que desean que sea, la no muerte de Noelia, que no saben o no pueden o no quieren canalizar de forma eficiente estos sentimientos de frustración, ira, desolación, tristeza y desasosiego durante los momentos de soledad de los fines de semana, o en los huecos de sentido que representan el esperar el subte, hacer fila para la carnicería o mirar la pava eléctrica mientras se calienta el agua para un café y estallan en el lugar menos pensado, el cumpleaños de la hija de Carlos, en un salón de fiestas infantiles, rodeados de niños y el mago Rogelio.

-A veces creo que la veo- dice Carlos, mientras juega en su teléfono a un videojuego de matar gente.

-¿A quién? –contesta Susana, buscando entre los niños presentes.

-¿A quién va a ser? –resopla Carlos levantando solo apenas la mirada, sin enfocar en ningún lugar.

-Ah.

-Sí –sigue Carlos- la gente en general es extremadamente repetitiva ¿te diste cuenta?

-Ella no, ella era única.

-No, no era única, era nuestra, que es diferente.

-Como dicen los sicilianos.

-¿Qué dicen?

-Eso de la sangre, que la sangre no es agua.

-¿Y qué quieren decir?

-Que no es lo mismo la sangre que el agua.

-Sí, eso queda claro en la frase.

-Por eso.

-¿Por eso qué?

-¿Me estás cargando? Por eso te lo estoy diciendo, porque estás hablando de Noelia ¿O no?

-Sí, estoy hablando de Noelia, ¿De qué otra cosa querés que hable?

-No sé, de tu hija, de tu trabajo, del mago este.

-Es malísimo, por lo que le estoy pagando podría ir yo a hacer lo mismo y me ahorro la guita.

-Magia no sabés hacer.

-Ojalá pudiera.

-¿Qué?

-Hacer magia y traerla.

-Y dale con los sicilianos.

-Explicame la frase, no la entiendo.

-Bueno, a ver, supongo que querrá decir que si la sangre fuera agua sería, como vos decías antes, repetitiva, porque es igual, en cambio la sangre no es igual, porque depende del ADN.

-Más a mi favor.

-¿Por qué?

-Que la sangre de ella y la mía sí son lo mismo, por eso la veo, la encuentro, porque hay algo de ella en mí.

-Estás delirando otra vez, ¿Seguís tomando las mismas pastillas de siempre?

-No, las dejé.

-¿Cómo? ¿Laura sabe?

-¿Qué parte? ¿Qué mi hermana se suicidó entonces tuve que ir a un psiquiatra que me drogó hasta el apellido y estuve como un zombi dos años?

-Que las dejaste.

-Ni se da cuenta, está en otra, tiene un amante.

-Ah, ya llegaron tus paranoias. Por eso tenés que tomar las pastillas, porque o ves a Noelia por la calle o ves a tu mujer con otro o anda a saber qué otro kilombo.

-¿Vos no la ves?

-No.

-No te creo.

-Bueno, ¿si no me crees para qué me preguntás?

-Para que me digas la verdad, no para que me boludees con frases de sobrecito de azúcar y dejarme tranquilito, falta que digas que lo que sucede conviene ahora.

-Me estás haciendo enojar, Carlos, estamos rodeados de veinte pendejos de siete años, diez padres del colegio, dos mozos y un mago. ¿De verdad querés que discutamos esto acá?

-¿Dónde sino? Si tampoco querés verme porque te aburro con mis lamentos de depresivo irrecuperable.

-Podrías dejar de ser un depresivo si tomaras la medicación.

-Claro, porque tomo la medicación y mi hermana no se suicidó.

-No era solo tu hermana, era mi hermana también.

-Entonces sí la ves.

-Sí.

-Viste, yo sabía, vos te haces la fuerte, la de tirar para adelante, la de mañana es mejor, pero la ves.

-En mi laburo hay una piba que tiene la misma edad.

-¿Y es siciliana?

Susana se levanta enojada de la mesa en la que hablaba con su hermano y va a servirse una copa de vino en la barra donde se dispone toda la comida y la bebida de la fiesta. Recorre una distancia de menos de tres metros rodeada de niños que corren entre sus piernas y parece volver a escuchar el sonido estridente de la música que hasta hace un momento se enmudeció para ella, concentrada en su discusión. Desde la zona de los comestibles puede ver a su cuñada Laura, que parece estar disfrutando de la fiesta más que la hija, conversando animada con los padres del colegio. Es obvio, piensa Susana cuando la ve, radiante, con el pelo impecable, un maquillaje que grita dinero en cada poro de su piel y prendas importadas que se le ajustan al cuerpo tonificado por una compulsión insana al gimnasio, que, como dice su hermano, tiene un amante. Un halo de resignación la embriaga y en lugar de seguir caminando hacia otro lugar del salón de fiestas infantiles en el que reina la alegría y el bullicio, vuelve al rincón de la mesa apartada donde sigue sentado Carlos, jugando a matar gente. Se desploma como una bolsa que toma conciencia de su propio peso al caer.

-Hablemos de Noelia, dale, sigamos disfrutando del cumple que está divertidísimo –señala irónica.

-La nena está contenta –expone Carlos como si dijera el parte meteorológico del día, sin dejar de mirar el teléfono.

-¿Y vos? ¿Vas a volver a estar contento alguna vez? 
 
Carlos no responde y sigue jugando a matar gente. Aprieta las teclas con fruición. Susana da un sorbo al vino y mira a Rogelio, que saca y mete cosas de la galera: un pañuelo, una flor, un peluche con forma de conejo.

-No me imaginaba que los magos siguieran haciendo los mismos trucos que cuando éramos chicos, dale que te dale con la galera, ¿no se innova en este rubro?

-Ya te dije que para lo que le estoy pagando, debería hacer aparecer a Noelia acá.

En ese momento el mago Rogelio alza la voz y pregunta entre los presentes si hay algún voluntario que quiera participar de un truco especial. 
Todos los niños llaman a Martina, la cumpleañera, que sube al escenario entusiasmada.
Rogelio explica el truco: la niña debe entrar a una especie de ropero diseñado para la ocasión y el mago asegura que la hará desaparecer. 
Martina entusiasmada entra al ropero. 
Carlos deja el celular y mira hacia el escenario.  
Rogelio cierra la puerta del ropero con Martina adentro. 
Carlos arroja el celular en la mesa. 
Rogelio dice las palabras que dicen los magos, desde siempre, en cualquier lugar del mundo, para hacer desaparecer cosas: Abracadabra, Abracadabra. 
Carlos se pone de pie. 
Rogelio abre el ropero y todos ven que está vacío.
Carlos corre hacia el escenario y se abalanaza sobre el ropero.

El ropero se despedaza, Martina cae al piso desde el falso fondo que tiene el mueble. La niña grita, los niños gritan, el cumpleaños está arruinado. El mago Rogelio exigirá compensación monetaria por los daños ocasionados a su mobiliario de trabajo, los padres nunca volverán a ver a Carlos como un hombre en su sano juicio, su matrimonio pende de un hilo. 
 
En brazos de su madre, Martina llora y se avergüenza de su padre. 
 
Laura echa a Carlos de la fiesta con solo una mirada y Susana acompaña a su hermano fuera del salón como quien sigue a un preso condenado a cadena perpetua. 
 
Ya en la calle, caminan hacia el auto.

-¿Vas a volver a tomar la medicación?
-No.

Susana suspira, resignada y vuelve a indagar: 

-¿Qué es lo que necesitás para estar mejor? 

-Una explicación –contesta él. 

-Ya sabés que no hay, hay cosas que no se pueden explicar, como la magia, como el amor, como… 

-¿Por qué la veo, entonces? 

-Porque la querés ver. 

-Como la magia, como el amor. 

Susana esboza una sonrisa. Llegan al auto. Se miran en silencio. 

-¿Qué harías si la vieras de verdad? –pregunta ella. 

-La cagaría a puteadas -contesta Carlos como si lo hubiera decidido hace mucho tiempo -¿Vos?

-La mataría a golpes -contesta Susana sin dudar. 
 
-¡Eso sí es lo que dicen los sicilianos! 

-¿Qué cosa? 

-Si te morís, te mato.

martes, 29 de noviembre de 2022

Columna de Cine&Series #14: #ElFinDelAmor y otras series feministas

 Se estrenó hace unas semanas "El fin del amor", la serie de Amazon basada en el ensayo de Tamara Tenembaum y protagonizada por Lali Espósito así que recomendamos otras series feministas para ver online.

sábado, 26 de noviembre de 2022

Un cuento x semana #7: Tierra

1.-

Rocío despertó y encontró entre sus brazos a Tobi empapado en su propio sudor. Era su peluche preferido, el que abrazaba fuerte antes de dormir y con el que jugaba a los novios. Nadie sabía que ella lo besaba como se besan en la tele. Nadie tenía por qué saberlo. Lo mejor era que el muñeco podía adquirir varias personalidades: podía ser el príncipe de un cuento que leía en el colegio, el galán de la telenovela de la tarde que miraba con su abuela, el asesino de la serie de detectives que veía con su hermana de noche. Era el mejor de los besos porque era todos los besos. Por eso besó a Tobi esa mañana, como siempre, aunque con repulsión por el sudor.

Ya sentada en la cama, miró por la ventana y divisó el jardín, luminoso, bañado luz matinal. El limonero, las hortensias, todo venía con una luz agregada que la cegaba un poco, pero también la tranquilizaba. Era de día, todo volvía a empezar, la tormenta de la noche había terminado, había pasado, ya está. Concentrada en el jardín, Rocío recordó que debía su nombre a la obsesión de su madre por las plantas. Junto con su hermana Jazmín, ambas llevaban nombres verdes, nombres de la tierra. Ella se sentía tierra.

Con doce años Rocío ya entendía el ciclo de la vida. Sabía que las cosas vivas duraban poco y que con el tiempo mutaban. Que las cosas vivas, sabía, son simplemente energía que circula en el caos del mundo. Así se lo había enseñado su abuela, la bruja, antes de morir. Ahora tenía que conformarse con la abuela paterna, la otra, con la que veía telenovelas. Y aunque también la quería, sabía que ella, sus telenovelas, sus bordados y sus masitas de almendras no eran parte de ese remolino de cielo y tierra que embadurnaba el mundo. La oyó preparar el desayuno en la cocina mientras se desperezaba.

Ya de pie, miró por la ventana otra vez. La tormenta había terminado, comprobó, pero sus pesadillas la acompañarían todo el día. Algo relacionado con su padre, recordó haber soñado, y se sentó a escribir.

Estábamos en una isla, todo alrededor era mar. Queríamos escapar y no sabíamos cómo. Queríamos comer y no sabíamos qué. Nos miramos, papá era como Tobi, pero gigante.

Dejó la lapicera y volvió a mirar por la ventana. Se quedó detenida en el limonero. Extrañaba a su padre. El que la retaba si tiraba el control remoto de la tele, el que se sacaba las camisetas desde atrás. Pero papá había muerto o había huido o había hecho algo muy malo y estaba encerrado. Papá era como Tobi, varias cosas a la vez, pero no ella ya no lo podía abrazar.

La niña dejó la lapicera, dejó de mirar el limonero y dejó la habitación. En su silla quedó una pequeña aureola de sudor.

2.-

Había llegado como un prófugo, como un asesino, como un paria. Era alto, morocho y tenía el cuerpo sucio de ceniza. Ahora estaba durmiendo en su cama y despedía un olor a fuego que gritaba sexo.

Esa mañana, la mañana después de la tormenta, Maribel preparaba café en su hostería sin poder entender qué era lo que habitaba en ese hombre que le generaba esas ganas de todo. Era alto, claro. Ella y los hombres altos, era eso. Era alto y misterioso y estaba sucio y empapado por la lluvia y le rogó quedarse, una noche, sólo una noche, por favor. Maribel no tenía lugar, pero lo dejó entrar. La tormenta había hecho estragos en la ruta y los caminos eran peligrosos, dijo él. La tormenta había hecho estragos en la vida misma y todos los caminos eran peligrosos, pensó ella.

-Mi nombre es Ricardo, necesito pasar la noche porque mi casa se incendió, le puedo dejar el auto como seña y mañana le pago –había dicho.

Tuvo que sacar su peluche para que cupiera en la cama. Tobi, se llamaba, como su primer perro, el peluche. Sí, era una mujer de cuarenta años que dormía con un peluche, cuál es el problema. El problema es que va a creer que soy célibe, pensó Maribel, y lo metió en el armario. Porque había algo, algo más que el instinto de samaritana, algo más que la mera solidaridad. Había peligro, había tierra en esos ojos de prófugo.

Maribel lo dejó entrar, le dijo que sólo tenía esa cama. Su cama. Que le diera un momento, que la acondicionaría. Que sacaría del medio a su peluche para que él no piense que era célibe, eso habría que haberle dicho. Habría que haberle gritado “No soy célibe, no importa con quién duerma, yo sé lo que hay que hacer cuando aparecen hombres altos en mi hotel”. Pero no dijo nada, y durmieron juntos.

-Tengo dos hijas que abandoné –susurró él antes de dormirse.

Esa mañana, mientras hacía café, el inquilino, Ricardo, el que reemplazaba a Tobi y olía a sexo, se le acercó.

-¿Durmió usted bien? – preguntó.

-No sé –contestó Maribel.

-Creo que soñó con una isla.

-¿Cómo sabe lo que soñé?

-Porque me habló en sueños.

3.-

La Claudia les puso nombre de plantas a las hijas porque no tiene raíces, porque no sabe anidar, piensa Raquel, mientras llena la pava de agua. Si supiera anidar podría ponerle nombres de viento, de aire, de sol, podría dejar de jugar a la casita, a las raíces que no tiene, a la jardinería. Podría ponerle nombres de persona y no de plantas a las nenas, que cargan con el estigma de ser vegetales, pobrecitas.

Raquel mira por la ventana y piensa en sus nietas. Piensa en sus nombres, en la tierra, en las plantas. Piensa que su nuera, la madre de sus nietas, es una desdichada. Piensa que su hijo la abandonó, que no tiene perdón de Dios, que es indigno. Como todos los días desde que él huyó, Raquel piensa que engendró a alguien indigno.

Pero se acabó, piensa también esta mañana, con lo que pasó ayer se acabó porque ya estuvo bien de jugar a las escondidas. Si se creía que era impune que se olvide, qué se cree, el muy mierda, que me voy a olvidar de lo que hizo, piensa Raquel, mientras espera que el agua se caliente para el mate y mira por la ventana.

Todo lo que hice, lo hice por amor, si es que es lo único que existe, lo único que realmente existe, sigue diciéndose, pensando, queriéndose convencer de que lo que piensa es verdad, es su verdad, su testamento.

La noche anterior, antes de la tormenta, hizo lo que no supo que estaba haciendo. Rogó a los dioses que le dieran valor. Y lo hizo. Juntó coraje de entre las piedras y le rezó al santo antes de salir. Llevó los dos bidones de nafta que había comprado unas semanas antes. Llevó el encendedor que era del viejo y llenaba de acetona todos los meses, aunque su marido se hubiera muerto años atrás, porque siempre se necesita un encendedor cuando una es sola, nunca se sabe. 

Lo voy a hacer y lo estoy haciendo, se repetía Raquel, determinada, la noche que salió con dos bidones de nafta y un encendedor a prender fuego la casa a su hijo. Porque es indigno, decía Raquel, porque es un sorete que dejó a sus hijas y a su mujer y me dejó a mí con ellas para que lo cubra, sorete, sorete.

La lluvia empezó a caer una hora después de que la casa de Ricardo, perdida en la ruta, ardiera en llamas. Cuando él llegó quedaban sólo despojos, apenas cenizas mojadas, tierra. Miró a su alrededor y vio vacío, caminó por la ruta, llegó a una hosteria.

Esta mañana su madre piensa que tiene que alimentar al canario, Tobi, su único hijo digno, su tierra, su verdad.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Ariana Harwicz: “En Europa o sos la buena latinoamericana o no sos nada”

Para Revista Sonámbula

Tras haber sido compradas por Martin Scorsese para su realización cinematográfica, se re-editan en un volumen las tres primeras novelas de Ariana Harwicz, escritora argentina radicada en Francia que Leticia Cappellotto entrevistó para Sonámbula. Una charla imperdible, entre el cine mainstream, las denuncias judiciales por su obra y el cuestionamiento a lxs escritorxs «colaboracionistas».

Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) escribe desde Francia hace una década y publicó cuatro novelas: Matate amor (Mardulce, 2012), La débil mental (Mardulce, 2014), Precoz (Mardulce, 2015) y Degenerado (Anagrama, 2019). Este año las editoriales con las que trabaja decidieron, a raíz de la popularidad que las tres primeras novelas estaban teniendo en el circuito literario internacional y varias adaptaciones teatrales, volver a editarlas como un solo libro, Trilogía de la pasión, en el que se aborda el tema de la maternidad, pero también las perversiones de las relaciones filiales, con una prosa lírica enardecida, que ya es la marca distintiva de la autora.

Mientras se hacía la tradicional promoción para esta nueva edición de sus obras más emblemáticas, Martin Scorsese compró los derechos de las tres y confirmó a Jennifer Lawrence como protagónico para Matate Amor, que será llevada a la pantalla grande el año próximo.

Aún tras esta noticia, que la ubica en el centro de la agenda cultural, la voz de Harwicz sigue alzándose por encima de la media como una provocación incesante, en la que no faltan agudas definiciones sobre el lugar del arte frente a la perversión y el rol de las mujeres en el entramado editorial. 

-Se reeditan tres novelas que escribiste en un momento en el que la "literatura de la maternidad" era marginal y/o poco común, cuando ahora está acaparando cada vez más la atención de editores y lectores ¿Cómo lo vivís? ¿Sentís que fuiste "precursora" o "vanguardista" en ese campo temático?

-Si bien es cierto que ahora hay muchos libros sobre el tema, no me siento ni vanguardista ni precursora ni revolucionaria ni visionaria ni mucho menos; la maternidad es un tópico eterno, como el amor, el odio, la traición, la muerte; los grandes cinco o seis tópicos del arte desde que inició el arte. O sea que en ese sentido no hay ninguna invención de mi parte, pero si una reformulación de esos tópicos.


-¿Cómo fue el proceso de escritura de estas novelas? ¿Sentías que tenías algo potente entre manos?

-Matate amor lo escribí aislada en el campo y no era consciente de nada, no sabía que estaba escribiendo una novela ni si era escritora, ni tenía expectativa de publicar. No es mi caso alguien que quiere escribir y ya va a talleres literarios, tiene amigos en el medio, o piensa que está destinado a publicar o intenta publicar, no. Mi caso fue de buhardilla de gestación de obra, muy al margen. Y nunca miré qué era lo que se estaba publicando mientras escribía.

-Pero cuando lo publicó en 2012 Mardulce sí empezó a circular, a tener visibilidad.

-Una vez publicado sí me di cuenta que significaba algo disruptivo. Se notaba en las librerías, en la lectura crítica y en la recepción de los lectores que no era muy habitual ese tipo de libro en literatura contemporánea, no había muchos, no era lo que se estaba leyendo en absoluto. Y varios años después hubo un boom, digamos, donde empezaron a aparecer muchos ensayos, biografías, novelas y cuentos relacionados a la maternidad, la anti-maternidad, la necesidad de ser madre, de no ser madre, al rechazo a la maternidad y todas las variantes.

-¿Crees que es saludable ese boom?

-Por un lado creo que está buenísimo porque para mí es el gran tema, pero por otro lado como todo tópico que se machaca a veces se agota, se vuelve cliché, se cristaliza, hay que tener cuidado.

-Tuviste problemas legales en Francia (Matate, amor fue leída en un juicio en su contra como “ejemplo de que una novela en la que el personaje odia la maternidad vuelve mala a la autora”) ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Te afectó?

-Esta pregunta es muy difícil de contestar porque ese proceso judicial/político se transformó en una cuestión personal. Pero sí te puedo decir que me hizo dar cuenta de que todo libro es potencialmente peligroso, en cualquier época. Por supuesto que sabemos que hubo momentos en los que había libros que había que quemar, que hubo gente que murió por haber escrito un libro, que los llevaban a Siberia a picar hielo y que se jugaban la vida sólo por ser escritores. Pero parece que algo de eso sigue existiendo: aún en democracia, con la libertad de expresión, en tiempos en los que supuestamente uno escribe lo que quiere, los libros siguen siendo potencialmente judicializables y potencialmente peligrosos, tanto para el autor como para los demás.

-Tu novela Degenerado se pone en la piel de un pedófilo ¿Cómo apareció esa idea? ¿Buscaste expresamente un personaje "incorrecto" para generar un libro "polémico"?  

-Entiendo que esa sea una de las perspectivas con las que se puede leer el libro, pero no lo escribí pensando que era un pedófilo o un pedo-criminal, como se dice ahora, porque no pienso así los personajes. Simplemente traté de meterme en el corazón de alguien que piensa que es señalado por todos y dice lo que no dice nadie.

-¿O sea que no pensas en los personajes en términos de correcto/incorrecto aunque todos tus personajes sean más bien “incorrectos”?

-No, porque si yo parto de la base de que tengo una mujer heroína, valiente, víctima o un hombre pedófilo, corrupto, mafioso, traficante de armas, o una madre, perversa, incestuosa, etc., eso mata al personaje, porque de ahí en adelante sólo se puede repetir fórmula, sólo se lo puede condenar: es un personaje que nace condenado, nace muerto. Y no hay nada más anti literario, anti dramatúrgico, anti interesante y anti artístico que componer un personaje muerto.

-¿Y tampoco trabajás en términos de provocación desde lo incorrecto, lo tabú, aun cuando tus libros tengan esos componentes (incesto, pedofilia, abuso)?

-No, tampoco intento expresamente provocar, porque uno nunca sabe qué provoca con una obra, lo que uno cree que va a provocar no provoca nada y viceversa. Lo mismo pasa con el humor y la tragedia, el autor nunca sabe exactamente qué va a pasar. Muchas veces los dramaturgos dicen: “La sala entera se reía cuando yo pensé que iban a llorar y viceversa”. O “Lloran cuando pensé que se iban a reír”. Eso es bueno en realidad, porque quiere decir que el texto está vivo, que no es algo que funciona por fórmula, maquetado.

-Se te vincula generalmente con una línea más "feroz" del cánon argentino: Lamborghini, Copi, Venturini ¿Te sentís emparentada con esa genealogía?

-Obviamente como lectora si leí a Lamborghini, a Copi más tarde y por supuesto a Aurora Venturini, que la descubrí más grande. También a Perlongher. Pero es difícil emparentarme con ellos. Uno reconoce rasgos, tics, manías o pequeñas formas del estilo o los temas o cierta voluntad, cierto deseo, cierta motivación por el “romper todo” que hay en estos escritores que nombrás y en muchos otros. Pero yo no me siento para nada parte de una familia, en el sentido de que ni internacional ni nacionalmente encuentro a una tradición para emparentarme.

-¿No identificás entonces influencias?

-Como no trabajo por fórmulas, ni pertenezco a un género y no sé bien si lo que hago es teatro, cine, horror o costumbrismo, hay una ambigüedad permanente. Me puedo sentir identificada con un verso de Rilke o una invocación de Shakespeare, o con una línea de un cuento de Katherine Mansfield o de Anne Porter. Es mucho más misterioso en qué se ve una o dónde se encuentra. Sí puedo identificar a Agota Kristof como influencia, seguro. Y como estudié teatro, Beckett me cambió toda la forma de leer y de pensar, por supuesto.

-Sos muy activa en redes haciendo divulgación de lo que vos consideras es "el fin del cine", "el fin del arte" y el lugar cada vez más mercantilizado del artista. ¿En qué te basas para sostener esa postura?

-Por supuesto creo que estamos ante “el fin del cine” como lo entendíamos en el siglo XX, no porque no haya después obras maestras sino como industria, como mercado. Es súper agotador y desilusionante ir al cine porque ahí se ve como en ningún otro arte el acoso del mercado y la voluntad de vender ante todo. Eso que en la literatura o en las artes plásticas todavía puede, a veces, esquivarse, si se tiene voluntad, en el cine ya no, la entrega es total, incluso en películas que están buenas pero que el mercado las asfixia.

-¿Te referís a que como dicen otros autores que hay una nueva "inquisición moral progresista" en las industrias culturales?

-Creo que existe un neo-puritanismo en toda la sociedad, pero hay un error de base ahí, lo voy a decir hasta el cansancio. Si una canción dice “Si te veo con otro te mato”, ese machismo, esa misoginia, esa violencia, eso en la vida es una inmundicia, porque es femicidio, porque es machismo, violencia de género, etc. Pero en el arte no es eso, en el arte hay que leerlo todo distinto, porque si lo leemos igual que en la vida, entonces deja de ser una obra, es la vida, y no hay sublimación. Entonces es al revés: en el arte hay que poder decirlo todo para no pasar al acto.

-Hace poco comentaste que a las escritoras latinoamericanas en Europa se les marca "un camino" ¿A qué te referís? ¿Qué pasa si te apartas de ese camino?

-Por supuesto que te marcan un camino, más ahora más que nunca, está agudizado, llevado casi hasta la caricatura. Primero porque las políticas son políticas identitarias, entonces se busca rápidamente ubicar al autor donde quepa. Es una imagen del rifle y los binoculares, en la que se busca rápidamente capturar qué es ese artista: si es no binario, si es latinoamericano, qué edad tiene, si es LGTB+, de qué origen étnico es, lo religioso, etc. O se busca una identidad sexual para hacer un identikit y vender, es obvio. Como a algunos escritores les gusta eso, o si no les gusta, pareciera que les gusta, lo aceptan, entran en complicidad con ese sistema, son cómplices, colaboran, son colaboracionistas. Entonces claro, hay un camino trazado tanto en Europa como en Estados Unidos: sos la buena latinoamericana o no sos nada. En mi caso no soy nada, porque yo no me quise amoldar a eso.

-¿Lees autores contemporáneos? ¿Cuáles? ¿Algo que te haya gustado especialmente?

-Voy leyendo a todos los autores que están a mi alrededor, en las mismas editoriales que publico, en Argentina, en América Latina y afuera. Y me parece que siempre se encuentran a pesar de todo singularidades. Autores singulares que se destacan y que tratan de escribir de otro modo, de un modo propio, ni siquiera tampoco contra una moda, que sería como posicionarse en un lugar bastante obvio. Leo mucha poesía. María Martoccia, Pablo Katchadjian o Flor Monfort me gustan particularmente.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Un cuento x semana #6: Pastor

Vos sabías, vos lo supiste siempre, mirame pelotudo cuando te hablo, mirame bien fijo, forro, mierda, sorete, vos siempre supiste que yo te amaba.

Te voy a contar esta historia porque quiero contármela a mí también, quiero saber cómo suena, quiero saber si suena tan mierda dicho al aire que como me suena en la cabeza, aunque vos supieras, vos siempre supiste ¿no?

Pero me vas a oír, me vas a escuchar cada linda palabrita que te quiera decir mientras estés acá atado, meado, cagado de frio y de hambre como te merecés, forro, mierda, sorete.

Todo empezó cuando viniste al San Juan Evangelista, mi colegio, ese día del niño, no te debes ni acordar. Yo sí, perfectamente me acuerdo, fue el domingo 18 de agosto de 2006. Estábamos con Tito y Maxi vendiendo rifas para el viaje de egresados y te vimos, subido en escenario, todo hecho un dandy, un rey león, un Jesusito. Nunca había escuchado nombrar a “Hermanos del Sendero”, nunca si quiera había pensado que existirían bandas de rock cristiano. Empezaron a tocar “Es el camino”, me acuerdo porque ese tema tiene un riff impresionante, fue lo que más me llamó la atención, nunca me imaginé siquiera que alguien que tocara así la guitarra pudiera creer en Dios, pensé directamente que esa persona era Dios. Y ahí estabas, cantando, vos y tu estúpida guitarra, vos y tu camino, vos y tu luz celestial del Señor.

Hijo de puta, como tenías a todas las pendejitas del María Auxiliadora muertas, meadas, cantando tus forradas. Y ahí yo, como una monjita más, embelesado por esa guitarra. Me quedé duro mirándote durante ese tema y los que siguieron, tratando de juntar coraje para ir a hablarte después del concierto, para que no se me trabaran las palabras cuando estuviera respirando el mismo aire que vos. Esto nunca te lo conté y ahora vas a saberlo: Vino Lauri y me dijo “¿Qué te pasa? Parece que hubieras visto un fantasma”. Y así fue como te conoció ella, pensando que estabas muerto y vivo al mismo tiempo, como ahora, ¿qué ironía, no? Pensar que ella supo antes que todos nosotros cómo ibas a terminar, hijo de puta.

Cuando me acerqué me diste un abrazo demasiado confianzudo. Me acuerdo que me llamó la atención que alguien que fuera así de gigante como yo te veía en ese momento pudiera acercarse tanto a mí, que no tenía muchos amigos, que nunca había tenido novia, que recibía un abrazo por año en mi cumpleaños. Y vos empezaste a tocarme, después del abrazo, mientras te hablaba, mientras te decía lo que te admiraba. Primero me pusiste una mano en el brazo, después una en el cuello, todo el tiempo mirándome fijo a los ojos. Como un hechicero, como un encantador de serpientes. Hijo de puta, perverso, sorete, hijo de re mil putas, haciendo como si yo no fuera el fan numero mil que te fuera a chupar las medias. Haciéndome sentir especial.

Las chicas del Auxiliadora te pedían autógrafos, vos los dabas con una sonrisa y a todas les decías “Bendiciones”  de una forma tan personal, tan íntima, Fernando, que parecía que te  las ibas a coger con la mirada ahí mismo. El curro del Espíritu Santo, pensé después, mucho, muchísimo después, cuando lo único santo que quedaba era el espíritu porque nuestros cuerpos ya estaban todos atravesados por el pecado y la putrefacción.

Me dijiste que me acercara a tu casa, que ensayaban los jueves y sábados, que si quería podía sumarme en la parte de prensa y difusión. Me lo dijiste con esa amabilidad tan suelta que te salía por los poros, como si no quisieras ser amable pero no tuvieras otra opción. Ahí, cuando me diste la dirección de tu casa, fue cuando me tocaste el cuello. “Gracias, campeón, que Él te ilumine siempre”, dijiste. Me acurdo patente lo de iluminar, porque esa fue la primer canción que compuse, que te compuse: “El sol llegó a mí”. Y en realidad, ahora que lo pienso bien, el sol no era Dios, no  era él porque ni bien te conocí él me abandonó, me dejó a la suerte de su Judas, el muy hijo de puta.

¿Te acordás lo que decía? “Es luz si abre, es luz si te deja ver, es luz si grita verdad”. Pero verdad, verdad, lo que se dice verdad, nunca hubo entre nosotros. O quizás la verdad, dirías vos, es sólo una forma de ver las cosas, sólo una forma de poner el caos en un orden para que no nos sea es misterioso. Bueno, sigamos, no nos desviemos del punto central, el quid de la cuestión, el momento más esperado por todos, mi primer recital con la banda. No lo podía creer, estaba parado ahí con Uds., en el Festival Internacional de Juventud Cristiana 2010. Finalmente había un lugar donde me sentía parte de algo más grande, un lugar donde encajaba. Vos, vos me hacías encajar porque vos eras lo que necesitaba. Alguien a quien admirar. Un pastor.

A “Hermanos del Sendero” le fue de maravilla, ganamos el tercer puesto porque sabíamos que los del “Esclavos de tu amor” estaban arreglados para salir primeros y que los de “Sangra y desangra” no iban a perder nunca una competencia. Pero me sentí un verdadero héroe esa noche, un verdadero elegido. Era mi tema el que tocamos, lo había compuesto yo. Vos habías dicho que la íbamos a romper. Vos me querías, me necesitabas, me veías como un hermano. Éramos hermanos, éramos todo, o al menos lo sentíamos así. O yo lo sentía así. Soñaba con que nunca se terminara ese momento entre nosotros, cuando vos gritabas mis letras, yo te miraba y parecíamos extasiados de una droga pura, una droga santa.

Después de ese concurso empecé a investigar sobre los místicos, esa gente que decía que sentía a Dios en el cuerpo, que él los penetraba, los atravesaba porque sentía que lo que pasaba entre nosotros no era sexual, no era ni siquiera amoroso, era de otra dimensión. Hasta te hice un altar, ¿sabés? En realidad nos hice, nos hice a nosotros dos un altar en casa. Tenía de todo: fotos, stickers de la banda, púas, entradas a festivales, algunas velas. Todas las noches rezaba por nosotros, para que pudiéramos seguir tocando, pero sobre todo para que estuviéramos juntos, siempre, siempre juntos.

Nunca me podría haber imaginado lo que hiciste. El nivel de traición que cometiste fue tan alto, tan absurdo, que lo primero que pensé fue que me había vuelto loco. Era imposible que una persona en la que confiaba tanto me hubiera traicionado así. No podía ser cierto, les dije a los chicos de la banda cuando me lo contaron. Vos me dijiste que nada nos iba a separar, que éramos lo mismo aunque pareciéramos distintos, que nos mirábamos porque mirábamos un espejo donde nos reflejábamos. Vos dijiste todo eso antes de irte con la banda de cumbia, hijo de puta. Esos desviados que hablan de jalar la botella, de los pasillos de la villa, del sexo grupal, toda esa putrefacción, esa desviación, esa oscuridad que nos envolvió hasta enterrarnos. “Por plata”, dijiste. “Por plata” repetimos todos en un suspiro. Sin poder creerlo, esperando que fuera un sueño.

Al principio pensé que te estabas drogando. O peor, que estabas enamorado de alguna mujer. Te seguí, te vi ir y venir de los ensayos a la discográfica y a tu casa. Quería saber exactamente en qué punto del camino habías dejado de amarnos, a mí y a Él. Intenté olvidarme de todo, también. Dejarte atrás, volver a confiar. Fue imposible. ¿Con qué órgano del cuerpo se tiene fe, Fernando? ¿Dónde late la fe? ¿Dónde se rompe la fe?  ¿Qué médico te cura la fe?

Fui a hablar con varios curas, los de mi capilla, los del colegio. Todos me decían que pusiera la otra mejilla, que te perdonara, que Él ya pondría un pastor nuevo delante de mí. Pero eso nunca pasó. Mi corazón se volvió un cactus al que nadie riega. Era la ostia que tomaste en la comunión con el Diablo. Y ahí está, sigue viviendo de milagro, porque en realidad no necesita demasiada atención. Solo un poquito de atención que vos no pudiste darle.

Nos abandonaste por el pecado, Fernando, no por plata. Y aunque te esperamos, nunca volviste, nos abandonaste para siempre. Pero es verdad que Él sabe siempre más que nosotros. Y nos juntó. Te puso a vos en ese recital del San Juan Evangelista, ese 18 de agosto de 2006, y me puso a mí hoy acá.

No voy a desviar nuestro camino, no voy a dejar que te me escapes. Prefiero que estés muerto y vayas al Reino de los Cielos ahora que todavía late la llama de tu bendición, a que te hundas en la humillación de no servir más al Señor.

¿Cuántas noches de caravana más por el conurbano te quedan, Ferchus?

¿Cuántas pibitas en pollerita corta bailándote adelante tuyo vas a ver?

No voy a tolerar todo esto, Fernando, antes juntos y muertos que vivos y separados.

Así que compré un arma ¿sabés?. Es fácil conseguir armas últimamente. Le puse dos balas. Una tuya y una mía. 

Si no vamos a tener nada nuestro, será nuestra la muerte. 

Es que si te pones a pensar, las ovejas no saben qué hacer sin su pastor, se desorientan, se pierden. ¿Qué le queda al rebaño si el Pastor se desvía?

Te va a matar uno de tus corderos. Soy solo un artefacto de la luz que quisiste apagar. Pero la luz de Él no se apaga así nomás, la luz se extingue en el infinito.

Pero antes, quiero que recemos juntos. Seleccioné este párrafo especialmente. Vos lo vas a decir en silencio, con tu corazón, mientras yo lo repito antes de gatillar:

Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad

saque a los débiles del Valle de la Oscuridad

porque es el auténtico guardián de su hermano

y el descubridor de los niños perdidos.

Amén.