1.- Enero 2003
Escuchá, es así: si vos me decís que lo querés escribir te lo cuento desde el principio hasta el final, como una película. Todo empezó cuando la señora Rosario me recomendó para la casa de los Montesino, que no tenían hijos. Al principio me tenían para la plancha pero ya después quedé con cama adentro. Y ahí empezaron los problemas, en la cama.
¿Qué querés que te diga? ¿Qué no me la vi venir? Sí, un poco sí me lo imaginé y hasta soñé, quiero decir, con él, con Mario, soñé con él y mi papá juntos, pero me hice la tonta y lo dejé hacer. Y la verdad que hacía bien Mario, hacía cosas que no me había hecho ni mi novio el Johnny ni ningún otro. Me daba unos besos ahí abajo ¿viste? Primero me cogía como desesperado, como si no hubiera cogido nunca antes y tuviera miedo de que esa fuera la última vez, pero después se calmaba y me besaba ahí y yo no sabía que eso se pudiera hacer. Y me entraba una risa primero porque me daba vergüenza, pero al final ya se me hizo como una adicción, ¿viste? Como esa gente que no puede comer un solo sanguchito de miga porque si come uno se come doscientos y entonces ni siquiera los compra para no tenerlos adelante ¿viste? Bueno, lo mismo, pero yo tenía a Mario adelante todo el tiempo, y cuando no lo tenía adelante lo tenía atrás o lo tenía adentro, pero entre viaje y viaje de él por el tema de la constructora y que Raquel se iba dos por tres al campo fue cosa de unos meses hasta que explotó todo.
Porque lógico, en el country todo el mundo habla, habla de más, de menos, con los muertos, con los vivos, pero habla. Y lógico que si Mario siempre quería que se la chupara en la cocina, al lado del ventanal, porque le daba “vértigo” decía y yo no sabía qué era esa palabra pero me arrodillaba igual y me dejaba agarrar del pelo igual y todo igual mientras él miraba siempre para afuera y nunca me miraba a mí, seguro que alguno nos iba a pescar. Y así Raquel se enteró de lo nuestro y empezó con los chismes y ya no hubo más nada que hacer, era ella o nosotros.
Igual yo a Raquel la quiero, bueno, la quería, aunque ahora no sé, porque mi abuela siempre me dijo que lo que uno quiere una vez lo quiere siempre, aunque después lo odie, porque odiar es una forma retorcida de amar, decía ella. Era muy de tener ideas así la abuela, me prohibía por ejemplo las malas palabras, siempre, porque decía que te envenenaban el alma. Por eso no a mí no me vas a escuchar decir: "Dale, hija de puta, escribí que te voy a contar cómo mierda llegué acá, cómo carajo hicieron estos hijos de remil putas para engatusarme y meterme en el pozo de mierda este del que no voy a salir en mi puta vida, porque todos esos forros lo único que saben hacer es usar a las negras como nosotras para limpiar sus trapos sucios, para esconder sus mierdas, para meterte en sus fotos de familia perfecta y después acusarte de asesinato". Eso no, nunca.
2.- Enero 2002
Oíme pibe, te la hago corta, estoy varado en esta isla de mierda porque mi país es un kilombo. Ya sé que no te pagan por escuchar, pero mirá, son más de las diez y está desierto esto, te quedan mínima dos horas de turno y yo te digo, de verdad, te cuento mi historia y dos horas te entretenés. Servirme otro whisky, dale, total los paga la constructora, que bastante me deben ya por haber venido cagando a traerles la guita acá antes de que estalle todo allá, manga de hijos de puta. Servime, servime, dale, que hoy estoy charlatán.
Empecemos por el principio: yo, en realidad, soy un caído del catre. Acá en Caimán no sé cómo se dice eso, pero catre en Argentina quiere decir como una camita muy berreta, de pobre ¿sabés? Y se le dice así “Caído del catre” al que no era nadie y después terminó siendo alguien, como yo. Porque vos me ves así todo empilchado acá con mis aires de jefe iberoamericano de proyecto pero yo nací en Parque Patricios ¿Sabés? No, perdoná, no sabés, no entendés la diferencia entre Patricios, Boedo, Palermo o Recoleta. Bueno, te cuento: Mi nombre es Mario Montesino y nací el 11 de junio de 1957 en Caseros y Rioja, República de Parque Patricios. Es un barrio particular, Patricios, porque te educa para la vida ¿sabés? No es como haber nacido en cuna de oro, como mi mujer. Pero pará, lo de mi mujer ahora te lo cuento bien. Primero lo primero: Ni bien terminé el secundario empecé a ganar guita con mi tío, que era representante de Troilo, el tanguero, no creo que lo conozcas pero bueno lo que te tiene que quedar es que yo ya de muy pendejo iba a las carreras mi tío y ahí enganché el trabajo de las apuestas en el hipódromo y después en el Polo. Y ahí la conocí a Raquel y a la falopa, todo junto, ¿para qué te voy a mentir? Mira pibe, las mujeres, la falopa y la guita son la misma cosa: Te agarran de la pija y no te sueltan porque la pija se agarra de ellas más fuerte todavía ¿entendes?. No es que Raquel fuera la más linda o la más tetona o nada, pero lo que le faltaba de tetas le sobraba en apellido. Y siempre usaba esos vestiditos blancos que se usan para ir al Abierto y se le veían los pezones y me volvía un poco loco ¿Sabés algo de polo vos? Es el deporte ese de los caballos, de la guita bah, el polo es la guita, los caballos y las minas en vestidito blanco y sombrero. No sé de dónde habrá salido eso de que se vistan así pero fíjate que es el mismo color de la falopa: blanca, radiante, inmaculada. Bueno, nos casamos ni bien pude, imagínate, me había levantado en el laburo de atorrante que tenía a la hija del mayor criador de caballos de toda Sudamérica, ¿cómo la iba a dejar escapar? Nos casamos en Luján, en la catedral, con el obispo, toda la joda esa de los ricachones de campo. Y después me pagó la facultad entera, me ubicó en la constructora y acá estamos, cuidando guita, las vueltas de la vida.
Pobre Raquel, yo la quiero, pero desde chica siempre tuvo el mismo tema, medicación, electroshock, psiquiatra. Imaginate que me decía que se quería coger mujeres porque decía que conmigo no sentía. Pero si estaba siempre medicada, ¿qué iba a sentir? Por eso no tuvimos hijos, porque ella tenía miedo de que fuera hereditario, de que le salieran bipolares como ella, que no los quería matar en vida, decía, pobrecita.
3.- Enero 2003
Acá es así, nena, te explico. Paredes blancas, de azulejos. Piso blanco, de cerámicos, Marcos de las ventanas y puertas, blancas. Los guardapolvos, blancos. Las sábanas, blancas. En este lugar el blanco intenta ganarle a la oscuridad con todas sus fuerzas ¿te diste cuenta? Hay dos parques, ¿ves? uno interno y otro externo. Aunque el afuera nunca es afuera del todo. El afuera no existe. Acá solo existe adentro y blanco, mezclado con el verde del parque, el verde esperanza, y el olor. El olor de amoníaco permanente. Mirá te están arreglando la habitación todavía ¿ves? no podes entrar, quédate acá un ratito conmigo y te cuento.
Mi nombre es Raquel Peña Montesinos, bueno, en realidad es Peña Santamarina pero cuando me casé me lo cambié, pero solo uno, ¿ves?, porque siempre es mejor tener dos apellidos en este país. Pero bueno, no importa, te decía, que acá estoy desde hace ya unos meses, sí, el abogado me dijo, bueno yo le dije, le dijimos entre las dos, mejor dicho le dijimos a ella que le diga a todos... A ver, esperá, esperá, ordenemonos porque claro, vos no sabes nada, ella es ella, no la puedo nombrar porque me hace mal, ¿ves?, porque mirá lo que serán las casualidades de la vida que ella se llamaba igual que mamá, nunca se lo dije, pero ni hizo falta, si cuando la vi la primera vez ya sabia yo que íbamos a estar unidas para siempre porque estábamos unidas desde antes. No te quiero confundir, perdóname, ¿vos sabes de Tarot? A mi me gusta el tarot, me gusta, me gusta preguntarle cosas y que las cartas me digan lo que va a pasar, ella era igual, soñaba, siempre me contaba los sueños que tenía después de tenerlos me los contaba asustada mi vida, chiquita, tan chiquita vino a casa y yo no sabia si ella me cuidaba a mi o yo a ella, no sé cómo explicarlo, porque estábamos juntas como si no pudiéramos escaparnos la una de la otra, dormíamos juntas, nos bañábamos juntas, todo juntas hacíamos. Sí, ella era mi empleada doméstica pero esa palabra es horrible, ¿cómo empleada?, si yo trabajaba más por ella que ella por mí. Pero a ver, nos ordenamos un poco, perdóname, es que me cambiaron la medicación, por orden del juzgado, del abogado, o creo que el abogado les dijo a ellos que yo les dije, no sé, interpretalo como quieras.
Lo importante es que lo hicimos juntas, lo matamos juntas, porque ella me amaba y yo la amaba y él se metía en el medio y qué íbamos a hacer, una mujer en mi situación, con todos los tratamientos que tengo encima, con toda esa historia clínica, esa mujer soy yo y ella es otra mujer, si, pero distinta, ella es más fuerte, ella pudo con el suicidio de la madre, el abuso del tío, ella se lo cogía a Mario día por medio y después me contaba todo con detalles y lloraba, mi vida, tan chiquita.
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