Lo
único que puede entregarle Roberto al oficial que lo interroga que acredite su
identidad es una fotocopia plastificada de su certificado de trámite del DNI.
Es que es peruano y hace apenas seis meses que llegó al país. Mira para abajo
cuando la policía lo interroga, pero muestra sin protestar el fajo de mini volantes
amarillos con ofertas de sexo que estaba pegando por la Av. Corrientes hasta
que lo detuvieron los dos efectivos que caminan junto a “Martes Rojo”. Es que
esta organización, nacida al calor de la indignación que provocó el fallo que
en 2011 absolvió a todos los imputados del caso Marita Verón y se dedica a
despegar las publicidades de oferta sexual en la ciudad, ya se convirtió en un
fenómeno urbano y a veces logra incluso más de lo que se propone.
Convocado
inicialmente por la Asociación “Mujeres como vos”; liderada por la licenciada
en Ciencias Políticas Carolina Barone, el grupo que hoy conforma las
despegatinadoras de la ciudad no es homogéneo, ni muy organizado. Sin embargo,
ha impactado durante el 2013 en las calles de varios barrios. La idea es
simple: se juntan a sacar de circulación los avisos que ofrecen prostitución en
la vía pública, con el prejuicio que
esto estaría encubriendo una red de trata. Una de sus integrantes, Guadalupe
Urriticoechea, deja bien claro la presunción de culpabilidad que queda detrás
de estos actos: “Todos los volantes que están en la vía publica tienen un signo
de pregunta y es si esa persona puede ser víctima de trata”.
Por
las dudas, el signo de pregunta se salda por la positiva y los depegatinadores no
sólo guardan en bolsas rojas (las que se usan en los hospitales para tirar
desechos biológicos) todo aquel papel que aparezca vinculado a la oferta de
sexo sino que en varias ocasiones se han topado en su recorrida con los propios
pegatinadores. “Estamos metiendo pibes de estos todo el tiempo”; explica Martín
Herreriza, el efectivo de la Policía Federal que toma los datos de Roberto y lo
mete adentro del patrullero. Este tipo de situaciones parecen no ser
exactamente el tipo de “acto político” que buscaba “Martes rojo” cuando
comenzó, pero sin duda es parte de la misma problemática: la oferta de sexo en
la vía pública. En relación a esto, un par de días después de que se organizara
a través de las redes sociales la primera jornada de “despegatinada”, se aprobó
el proyecto de la diputada porteña Gabriela Seijo (Pro) que apunta a prohibir
toda publicidad que en forma explícita o implícita comporte la oferta de servicios
sexuales. Sin embargo, todavía la ley no ha sido reglamentada.
Sin
embargo, “Martes Rojo” se expande de forma permanente por toda la ciudad a
partir de las redes sociales. Ya se organizaron “Belgrano Rojo”, “Once Rojo” y
otros grupos para realizar la despegatina. En ese sentido, Guadalupe apunta a
una acción colectiva e individual a la vez: “Si vos querés hacerlo nos escribís
y te pasamos todo lo necesario”. En realidad se necesita muy poco, simplemente
ganas de salir a recorrer el barrio y una serie de bolsas para guardar la
evidencia del comercio sexual. Y es aquí donde el movimiento adquiere aún más
fuerza, porque mucho de lo recopilado en estas caminatas va a parar a una causa
judicial. “Los volantes se ordenan, se encarpetan y se presentan ante diferentes
organismos públicos que combaten la trata”, explica Urriticoechea entusiasta.
Así es como lograron que la policía empiece a acompañarlas, porque en algún
punto también es un peligro que ambos polos se enfrenten: los pegatinadoras y
los despegatinadores. Así es como aparece Roberto en escena y nos muestra que
el hilo en general se corta por lo más fino. ¿Quién imprime esos volantes?
¿Quién los diseña? ¿Quiénes son esas mujeres de las fotos? ¿Qué sucede cuando
uno llama a esos lugares? “Martes Rojo” no hace esas preguntas, porque ya sabe
las respuestas de antemano. Según esta organización toda esta oferta sexual es
sinónimo de trata de personas y de esta forma todos estarían involucrados en
una cadena de ilícitos, desde Roberto, ahora esposado subiendo al patrullero,
hasta aquel encargado de secuestrar a las mujeres que forman parte de la red.
“Todos
podemos hacer algo para cambiar el mundo”, señala Urriticoechea y arenga a sus
vecinas de toda la ciudad a prestar más atención sobre aquello que se ha
convertido en un paisaje común. “Cuando estás en la parada del colectivo, no
podés ni leer, ni nada, sacás los carteles y hacés un acto ciudadano”, explica
de forma didáctica. Sin embargo, nada enseña mejor que el ejemplo y aunque
caminen con dificultad entre las callecitas del centro, su acción no pasa
inadvertida para nadie, y muchos transeúntes se le suman a la movida, entre
distraídos y comprometidos, sin mirar mucho a Roberto.
Sofware contra la trata
En
mayo se realizó en la ciudad de Buenos Aires el 2do BA Hackaton, un encuentro
de programadores y periodistas enfocados en la narrativa digital. Allí se
mostraron muchos proyectos sociales que pueden intervenirse desde el punto de
vista de la programación para hacer herramientas de geo localización o procesamiento
de datos. Entre otros proyectos “Martes Rojo” fue tomado como uno de las
iniciativas más innovadoras en términos de activismo cívico y además fue
elegido como punta de lanza por el gobierno porteño para desarrollar
aplicaciones interactivas que permitan un mayor conocimiento de las
problemáticas urbanas vía internet. De esta forma, martesrojos.org, realizado
por los programadores que participaron de este congreso y auspiciado por el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, incluye no sólo un mapa de la pegatina
existente, sino que también informa sobre las próximas jornadas en las que se
concentrará la actividad de los militantes en contra de la publicidad sexual.
El sitio ofrece también la posibilidad de denunciar anónimamente la existencia
de pegatinas o prostitución.