Estrenada en el BAFICI, aparece hoy oficialmente en
cartelera la película que muestra el cruce entre la medicina occidental
y la de las comunidades aborígenes en nuestro país.
“El hombre
blanco no va a comprender, no va a saber si el niño tiene mal de viento. Solo
el líder guaraní puede saber y curar sin remedios esta enfermedad”, dice el
tráiler de Mal de Viento, la película
que se estrena comercialmente hoy en el renovado Cine Gaumont. Con dirección de
Ximena González, el filme se proyecta en el marco de una serie de estrenos del
colectivo de documentalistas Doca, entre los que también figuran Río
seco, de Abelardo Cabrera, y Copa Hombre Nuevo, de Esteban Giachero.
En 2004 un caso conmocionó a la opinión pública a partir de la repercusión que tuvo en los medios: Julián, un niño de 3 años perteneciente a la comunidad mbya guaraní de la zona del El Soberbio, en Misiones, era enviado por una orden judicial a la Ciudad de Buenos Aires para ser operado por una afección cardiaca. La jueza Alegre debió intervenir ya que sus padres querían que lo cuidara su comunidad, que había realizado mediante el líder espiritual un diagnóstico que nada tenía que ver con la medicina occidental y, por ende, necesitaba un tratamiento acorde. Los médicos blancos prescriben una cirugía cardíaca, pero sus padres se niegan a realizarla. El líder espiritual de la comunidad sueña con una piedra en el corazón del niño y pide su regreso a la aldea para curarlo con la medicina del monte.
Paralelamente, un vocero de la organización se acerca a la productora de cine Documenta, donde trabajaba González, para contarle la situación por la que atravesaban los padres de Julián y el niño. Allí comenzó la película que se estrena hoy, en la que se enfrenta el “mal de viento”, una de las enfermedades propias del monte, que se da cuando entra un espíritu malo al cuerpo según la cosmovisión guaraní, y la medicina occidental. Durante el documental vemos a medios de comunicación, médicos, funcionarios y caciques que discuten sobre la suerte de Julián, que espera una decisión encerrado en una habitación del hospital, mientras pasa el tiempo mirando la televisión, acompañado por sus padres y por la directora del filme, que permaneció junto a ellos, grabándolos durante toda su agonía.
Además de la vigilia hospitalaria, el filme muestra el material de archivo periodístico para retratar cómo distintos medios audiovisuales cubrieron el tema, lo que a la vez manifiesta una evidente crítica a los medios masivos de comunicación, que en un principio se hicieron eco de la noticia, pero al poco tiempo la dejaron en el arcón del olvido. En este sentido, González expresó que la idea de incluir el tratamiento mediático del conflicto implicó complejizar la mirada que se tiene del intercambio cultural como algo pacífico. En sus palabras: “los medios son todo un símbolo de la colonización, de la penetración cultural del consumo, de la banalidad de la representación; y también de la fascinación por los nuevos espejitos de colores que ofrece la ciudad”.
La representación entonces se desdobla: Mal de viento muestra cómo mientras se multiplican los noticieros con el caso, Julián y su familia esperan en el hospital mirándose en la televisión. Con respecto a esto, González también se hace eco de esta doble lectura y explica: “Es curiosa la manera en que Julián y su familia no pueden hacer más que mirar su historia por TV, ya que las instituciones occidentales totalitarias tienden a obturar su capacidad de constituirse en sujetos históricos”. A propósito del cruce entre las comunidades y el Estado, la realizadora señaló que “la situación en las comunidades guaraníes es muy compleja porque actualmente hay agentes sanitarios que los ayudan, pero al mismo tiempo esa es una forma de aculturación que de algún modo obtura la posibilidad de que ellos sigan desarrollando la medicina tradicional indígena”.
Entre dos culturas, entre dos miradas, dos concepciones del cuerpo y la salud, Mal del viento refleja así la tensión entre las comunidades y el Estado Nación en nuestro país, en una disyuntiva en la que “poner el cuerpo” deja de ser una metáfora.
MAL DEL VIENTO (Argentina/2013) / Dirección, guion y montaje: Ximena González / Cámara y fotografía: Matías Collavini, Natalia Casielles y Ximena González / Sonido directo: Juan Deffis / Distribuidora: DOCA (Documentalistas Argentinos) / Duración: 90 minutos / Calificación: apta para todo público.
Sobre la directora: Ximena González. Nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1981. Es Documentalista egresada del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda y Licenciada en Enseñanza de las Artes Audiovisuales (Universidad Nacional de San Martín). Becaria del Fondo Nacional de las Artes en la disciplina Medios Audiovisuales. Es profesora titular de la Universidad de Belgrano y del Instituto Sudamericano para la Educación en Comunicación (ISEC), y docente de la Escuela On-Line de Artes Audiovisuales Solocortos.com. Su primer largometraje documental, “Mal del Viento”, fue declarado de interés por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y becado por el Fondo Nacional de Las Artes. Estrenado en el 14º BAFICI Festival Internacional de Cine Independiente Buenos Aires. Actualmente dirige el largometraje experimental “Huesos de Muñeca”, junto a la dramaturga Natalia Casielles.
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Tráiler