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sábado, 27 de julio de 2013

Mal de Viento: Entre dos culturas

Para RedEco Alternativo





Estrenada en el BAFICI, aparece hoy oficialmente en cartelera la película que muestra el cruce entre la medicina occidental y la de las comunidades aborígenes en nuestro país.








“El hombre blanco no va a comprender, no va a saber si el niño tiene mal de viento. Solo el líder guaraní puede saber y curar sin remedios esta enfermedad”, dice el tráiler de Mal de Viento, la película que se estrena comercialmente hoy en el renovado Cine Gaumont. Con dirección de Ximena González, el filme se proyecta en el marco de una serie de estrenos del colectivo  de documentalistas Doca, entre los que también figuran Río seco, de Abelardo Cabrera, y Copa Hombre Nuevo, de Esteban Giachero.

En 2004 un caso conmocionó a la opinión pública a partir de la repercusión que tuvo en los medios: Julián, un niño de 3 años perteneciente a la comunidad mbya guaraní de la zona del El Soberbio, en Misiones, era enviado por una orden judicial a la Ciudad de Buenos Aires para ser operado por una afección cardiaca. La jueza Alegre debió intervenir ya que sus padres querían que lo cuidara su comunidad, que había realizado mediante el líder espiritual un diagnóstico que nada tenía que ver con la medicina occidental y, por ende, necesitaba un tratamiento acorde. Los médicos blancos prescriben una cirugía cardíaca, pero sus padres se niegan a realizarla. El líder espiritual de la comunidad sueña con una piedra en el corazón del niño y pide su regreso a la aldea para curarlo con la medicina del monte.

Paralelamente, un vocero de la organización se acerca a la productora de cine Documenta, donde trabajaba González, para contarle la situación por la que atravesaban los padres de Julián y el niño. Allí comenzó la película que se estrena hoy, en la que se enfrenta el “mal de viento”, una de las enfermedades propias del monte, que se da cuando entra un espíritu malo al cuerpo según la cosmovisión guaraní, y la medicina occidental. Durante el documental vemos a medios de comunicación, médicos, funcionarios y caciques que discuten sobre la suerte de Julián, que espera una decisión encerrado en una habitación del hospital, mientras pasa el tiempo mirando la televisión, acompañado por sus padres y por la directora del filme, que permaneció junto a ellos, grabándolos durante toda su agonía.

Además de la vigilia hospitalaria, el filme muestra el material de archivo periodístico para retratar cómo distintos medios audiovisuales cubrieron el tema, lo que a la vez manifiesta una evidente crítica a los medios masivos de comunicación, que en un principio se hicieron eco de la noticia, pero al poco tiempo la dejaron en el arcón del olvido. En este sentido, González expresó que la idea de incluir el tratamiento mediático del conflicto implicó complejizar la mirada que se tiene del intercambio cultural como algo pacífico. En sus palabras: “los medios son todo un símbolo de la colonización, de la penetración cultural del consumo, de la banalidad de la representación; y también de la fascinación por los nuevos espejitos de colores que ofrece la ciudad”.

La representación entonces se desdobla: Mal de viento muestra cómo mientras se multiplican los noticieros con el caso, Julián y su familia esperan en el hospital mirándose en la televisión. Con respecto a esto,  González  también se hace eco de esta doble lectura y explica: “Es curiosa la manera en que Julián y su familia no pueden hacer más que mirar su historia por TV, ya que las instituciones occidentales totalitarias tienden a obturar su capacidad de constituirse en sujetos históricos”. A propósito del cruce entre las comunidades y el Estado, la realizadora señaló que “la situación en las comunidades guaraníes es muy compleja porque actualmente hay agentes sanitarios que los ayudan, pero al mismo tiempo esa es una forma de aculturación que de algún modo obtura la posibilidad de que ellos sigan desarrollando la medicina tradicional indígena”.

Entre dos culturas, entre dos miradas, dos concepciones del cuerpo y la salud, Mal del viento refleja así la tensión entre las comunidades y el Estado Nación en nuestro país, en una disyuntiva en la que “poner el cuerpo” deja de ser una metáfora.

MAL DEL VIENTO (Argentina/2013) / Dirección, guion y montaje: Ximena González / Cámara y fotografía: Matías Collavini, Natalia Casielles y Ximena González / Sonido directo: Juan Deffis / Distribuidora: DOCA (Documentalistas Argentinos) / Duración: 90 minutos / Calificación: apta para todo público.

Sobre la directora: Ximena González. Nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1981. Es Documentalista egresada del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda y Licenciada en Enseñanza de las Artes Audiovisuales (Universidad Nacional de San Martín). Becaria del Fondo Nacional de las Artes en la disciplina Medios Audiovisuales. Es profesora titular de la Universidad de Belgrano y del Instituto Sudamericano para la Educación en Comunicación (ISEC), y docente de la Escuela On-Line de Artes Audiovisuales Solocortos.com. Su primer largometraje documental, “Mal del Viento”, fue declarado de interés por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y becado por el Fondo Nacional de Las Artes. Estrenado en el 14º BAFICI Festival Internacional de Cine Independiente Buenos Aires. Actualmente dirige el largometraje experimental “Huesos de Muñeca”, junto a la dramaturga Natalia Casielles.

Blog de la película

Tráiler
 

Películas sobre política, militancia y religión




En un nuevo episodio de Entre Tantos indagamos en la relación entre militancia y religión. Para ello contamos con un invitado de lujo, especialista en el tema, el filósofo y teólogo Rubén Dri. El profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA fue parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y nos ayudó a acercarnos a la actualidad religiosa y política retomando la histórica militancia tercermundista. Además contamos con una gran columna de cultura y los informes de actualidad de siempre. 



Si no lo escuchaste no podes perdértelo: subite al debate




jueves, 11 de julio de 2013

Poder decir no

Para RedEco Alternativo



Se estrenó esta semana en el Teatro Cervantes la obra “Las putas de San Julián”, escrita y protagonizada por Osvaldo Bayer.

  

Suena increíble, pero sucedió: el 17 de febrero de 1922 cinco prostitutas echaron del cabaret en el que trabajaban a los militares que acababan de asesinar a más de 1500 obreros huelguistas de Santa Cruz. Aunque parezca de cuento, este episodio fue relatado por Osvaldo Bayer en el Capítulo XV del tomo II de “Los vengadores de la Patagonia trágica” y ahora ha sido llevado al teatro con dirección de Ruben Mosquera y auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación. 


Es que después de trabajar, solo quedaba divertirse. O así lo entendió el teniente coronel Varela, que había autorizado a sus hombres a concurrir al prostíbulo para matar el tiempo mientras esperaban el transporte que los regresaría a Buenos Aires. Paulina Rivera, la madama la “casa de tolerancia” conocida como La Catalana, en el Puerto de San Julián, fue entonces informada de la visita. El problema lo tuvo con las empleadas: cuando los clientes llegaron, la propietaria debió salir para comunicarles que sus muchachas se negaban a prestar el servicio. Los soldados, educadísimos como correspondía a su rango de asesinos, intentaron meterse en el lugar a la fuerza. Las chicas comenzaron entonces a insultarlos al grito de “asesinos”, “porquerías”, “con asesinos nosotras no nos acostamos”, “cabrones malparidos”, mientras procedían a correrlos con escobas y palos.


Esto no hubiera pasado de anécdota si no se hubiera tratado del teniente coronel Varela, que, rápido y furioso, ordenó que detuvieran a las prostitutas y las interrogaran, las metieran en un calabazo bien chico, les pegaran, les arrojaron agua fría y les quitaran la libreta sanitaria, por lo cual para poder seguir trabajando las mujeres debieron marchar hacia Viedma y Ushuaia. Aunque el asunto no tuvo la necesaria trascendencia hasta la publicación del libro de Bayer en 1974, sí quedaron registrados en el acta de la Comisaría los nombres de las mujeres. Se trataba de Consuelo Garcia, argentina, 29 años, soltera, profesión: pupila del prostíbulo La Catalana; Angela Fortunato, argentina 31 años, argentina, casada, modista, profesión: pupila del prostíbulo; Amalia Rodriguez, 26 años, argentina, soltera, pupila del prostibulo; María Juliache, 28 años, española, soltera, 7 años de residencia en el país, profesión: pupila del prostíbulo y Maud Foster, 31 años, inglesa, con 10 años de residencia en el país, de buena familia, pupila del prostíbulo.


Más de 90 años después de este episodio y tras la frustrada intención de Bayer de incluir la escena en la película de Olivera de de 1974, este desopilante hecho de resistencia civil es llevado al teatro, a través de un elenco de actores jóvenes y del historiador que también participa frente al público interpretándose a él mismo. “Las putas de San Julián” mezcla entonces la recreación de la época y el asunto de los soldados con ganas de amar y las consideraciones del escritor en clave de revisión sobre su propia obra. En una entrevista reciente, Bayer asume el desafío que implica actuar, pero confiesa, tierno como siempre: “A mis 86 años temo olvidar la letra, pero hasta ahora no fallé. Hicimos un preestreno para los parientes y salió muy lindo.” Habrá que ir entonces a aplaudirlo de pie, una vez más, como se merece. 



Las putas de San Julián, de Rubén Mosquera. Versión libre sobre un episodio de La Patagonia rebelde, de Osvaldo Bayer. Elenco: Osvaldo Bayer, Laura Wich, Sergio Pascual, Daniela Salerno, Hilario Laffitte, Alejandra Shanahan, Luciana Forero, Mercedes Ferrería, Marina Focante, Maite Mosquera, Lucio Cerdá, Pablo Palavecino y Analía Slonimsky. Iluminación: David Seldes. Coreografía: A. Slonimsky. Vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich. Sonido: Agustín Demicheli. Asistente de dirección: Michelle Saffores. Dirección: Rubén Mosquera. Producción del TNC: Lucero Margulis. Lugar: Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815 (Tel.: 4816-4224). Funciones: miércoles a las 20. Localidades: 50 pesos. Duración: 1 h 40’.


lunes, 8 de julio de 2013

Informe sobre fobias - RadioEter



¿Qué son las fobias? 
¿Qué tipo de fobias  existen? 
¿Son ataques de pánico? 
¿Son ataques de ansiedad? 
¿Cómo surgen? ¿Cómo se manifiestan? 
¿Hay condicionantes sociales que determinan la existencia de fobias?
¿Cómo cambia la vida de los que padecen esta enfermedad? 
¿Es posible curarse?  

Testimonios de fóbicos, especialistas y profesionales de la salud en un informe radial especial para RadioEter que podés escuchar acá.
 



Producción: Germán Mercurio, Maria Laura Guzmán, Martina Bondone, Leticia Cappellotto. Locución: Maria Laura Guzmán. CC 2013


sábado, 6 de julio de 2013

The American way of lying

 

 

Terminó la 6ta temporada de Mad Men, la brillante serie que atraviesa los años 60 y muestra más de la sociedad actual de lo que nos gustaría ver. 


Dice la RAE que dicen los griegos que la nostalgia está vinculada no sólo con el recuerdo sino con la pérdida, y también con el regreso al lugar de donde uno ha sido feliz. Dice Don Draper, el personaje principal de esta serie ganadora de 4 Globos de Oro, en el capítulo final de la 1er temporada, que la nostalgia es el dolor por una vieja herida. Está intentando venderles a los ejecutivos de Kodak la campaña publicitaria para el Carrousel, el proyector de fotos que salió al mercado norteamericano en 1960. Dice Draper que la nostalgia es una “punzada en tu corazón más poderosa que la memoria en sí misma, que te lleva a un lugar donde duele volver”. 


No es la primera vez que la televisión norteamericana nos lleva a un lugar donde nos duele volver. De hecho ya en los 90’s pudimos ver “Los años maravillosos” y “That’s 70’s show”. Solo que esta vez, son los guionistas de “Los Soprano” los que se encargan de hacernos volver a ese lugar donde el mundo todavía se parecía a aquel que el “American way of life” vendió al globo tras la Segunda Guerra Mundial. Mad Men representa así el paso de la década dorada del capitalismo consumista a la debacle de la década del 70, mostrando en el camino las bases de la sociedad contemporánea, tanto en términos de estructuras de producción como en cuanto a las relaciones humanas se refiere. Mucho de lo que acontece en la serie forma parte de la clase de historia contemporánea que todos tuvimos en el secundario (desde la Guerra de Corea, pasando por la muerte de Marylin Monroe, el asesinato de Martin Luther King, la aparición del los Beatles, Vietnam, etc.) pero también muestra con crudeza el paradigma conservador en el que se criaron nuestros padres y abuelos y que lejos está de desaparecer en la actualidad. Con todo, MadMen puede ser una de las series mejor escritas, mejor ambientadas o con las bandas de sonido más espectaculares de la década, pero sigue siendo una clase de historia, antes que nada, que nos lleva ahí, donde nos duele volver. 


Felicidad + Felicidad = Infelicidad 


Luego de la crisis de 1930 el capitalismo debió reorganizarse en torno a la demanda. La sobreoferta o subdemanda que vino luego de la “belle epoque” se quebró sobre sí misma en el crack y demandó, por parte de las grandes empresas, no sólo la fusión y el monopolio, sino también reorientar la producción para el consumo masivo, y por ende, generar consumidores a través de la mejora en los salarios y la transferencia de ingresos a través del Estado de Bienestar. El fordismo género así una sociedad de consumo como nunca antes se había visto y tal modelo se exportó a todo el mundo como garantía no solo de bonanza económica, sino también de felicidad. Luego de la 2da guerra mundial y con las mujeres completamente incorporadas en el mercado de trabajo, el abanico de productos y de mercados se triplicó. En este esquema, la publicidad tiene un rol fundamental no solo a la hora de promocionar productos existentes sino en términos de generar nuevas necesidades, fundamentales para mantener el nivel de consumo. El quiebre de este modelo lo representó en parte la crisis de la década del 80, más allá de los estallidos sociales de las décadas del 60 y 70, que si bien pusieron en el tapete el descontento de cierta parte de la población sobre los estándares de vida del “American Way of life”, no llegaron a socavarlo definitivamente. En la actualidad, poco se ha modificado el lugar de la publicidad y el consumo en nuestras vidas y, aunque pequemos de pesimistas, sin duda muchos de los males de nuestras sociedades actuales se deben no solo al mantenimiento del capitalismo como sistema hegemónico sino también al lugar que la publicidad adquiere en él. En este sentido no en Mad Men un dato menor que estemos hablando de publicistas. No es una excusa, ni una coyuntura. En esta serie se corre el telón de cómo piensan los publicitarios, de cómo construyen su mercado, como construyen el mensaje que sostiene, aunque parezca exagerado, gran parte del sistema en el que estamos metidos. “A la gente le gusta que le digan lo que tiene que hacer” o “El amor es algo que inventamos para que las chicas compren medias” entre otras grandes líneas a través de las seis temporadas, así lo demuestran. La búsqueda de la felicidad que deberían traer los productos es entonces el motor de la publicidad, así como del consumo. Pero lo realmente revolucionario de la serie es mostrar el lado b de estas artimañas, ya que prácticamente todos los personajes son infelices, cuando no miserables, más allá de ser millonarios y de lidiar constantemente con el consumo como forma de felicidad. Un doblez que la serie muestra de forma aguda, cínica y permanente también muestra la mentira del capital, que lejos de traernos felicidad, nos convierte cada vez más en gente-que-compra y menos en gente-que-es. 


Girl Power


Todos los personajes masculinos de Mad Men engañan a sus parejas. Todos. La infidelidad así como el consumo desproporcionado de tabaco y alcohol parecen ser una norma moral “mala” para aquel que vea Mad Men superficialmente. Retrato de una sociedad decadente, en el que el sexismo está a la orden del día poniendo a la mujer en el lugar de adorno social que sirve para cuidar a los chicos. Pero como todo en esta serie, nada es lo que parece. Mientras que las “familias perfectas” comienzan a desarmarse a  medida que nos adentramos en los 60, también adquiere fuerza como segunda storyline el crecimiento del rol de la mujer en la sociedad contemporánea. Encarado fundamentalmente a través de la publicista Peggy Olson pero sin duda apoyándose en el papel de la hija del protagonista Sally Draper (de 8 años cuando comienza la serie, ya adolescente hacia la última temporada), el Girl Power de los 70’s puede rastrearse aquí fácilmente. Sin embargo, muchas de las contradicciones en términos sociales que esta serie plantea pueden verse aun hoy. El matrimonio por conveniencia, la tensa relación con las familias políticas, las dificultades de la madre soltera, los prejuicios en torno a la mujer en el mercado laboral y más, son, en clave de género, muchas de las problemáticas que nos preocupan aún hoy y que aparecen mostradas en la serie con una honestidad brutal.

Lejos de ser una serie “vintage”, Mad Men muestra así lo peor de la sociedad contemporánea no sólo en términos económicos sino también sociales y culturales. Más allá de sus grises personajes, sus brillantes guiones y una ambientación logradísima, hay que ver esta serie como un retrato de lo que somos, no de lo que añoramos ser. Una verdadera clase de historia que, como las buenas clases de historia, nos explican el presente más que el pasado.