Se estrenó esta semana en el Teatro
Cervantes la obra “Las putas de San Julián”, escrita y protagonizada por
Osvaldo Bayer.
Suena increíble, pero sucedió: el 17 de febrero de 1922 cinco prostitutas echaron del cabaret en el que trabajaban a los militares que acababan de asesinar a más de 1500 obreros huelguistas de Santa Cruz. Aunque parezca de cuento, este episodio fue relatado por Osvaldo Bayer en el Capítulo XV del tomo II de “Los vengadores de la Patagonia trágica” y ahora ha sido llevado al teatro con dirección de Ruben Mosquera y auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Es que después
de trabajar, solo quedaba divertirse. O así lo entendió el teniente coronel
Varela, que había autorizado a sus hombres a concurrir al prostíbulo para matar
el tiempo mientras esperaban el transporte que los regresaría a Buenos Aires.
Paulina Rivera, la madama la “casa de tolerancia” conocida como La Catalana, en
el Puerto de San Julián, fue entonces informada de la visita. El problema lo
tuvo con las empleadas: cuando los clientes llegaron, la propietaria debió
salir para comunicarles que sus muchachas se negaban a prestar el servicio. Los
soldados, educadísimos como correspondía a su rango de asesinos, intentaron
meterse en el lugar a la fuerza. Las chicas comenzaron entonces a insultarlos
al grito de “asesinos”, “porquerías”, “con asesinos nosotras no nos acostamos”,
“cabrones malparidos”, mientras procedían a correrlos con escobas y palos.
Esto no hubiera
pasado de anécdota si no se hubiera tratado del teniente coronel Varela, que,
rápido y furioso, ordenó que detuvieran a las prostitutas y las interrogaran,
las metieran en un calabazo bien chico, les pegaran, les arrojaron agua fría y
les quitaran la libreta sanitaria, por lo cual para poder seguir trabajando las
mujeres debieron marchar hacia Viedma y Ushuaia. Aunque el asunto no tuvo la
necesaria trascendencia hasta la publicación del libro de Bayer en 1974, sí
quedaron registrados en el acta de la Comisaría los nombres de las mujeres. Se
trataba de Consuelo Garcia, argentina, 29 años, soltera, profesión: pupila del
prostíbulo La Catalana; Angela Fortunato, argentina 31 años, argentina, casada,
modista, profesión: pupila del prostíbulo; Amalia Rodriguez, 26 años,
argentina, soltera, pupila del prostibulo; María Juliache, 28 años, española,
soltera, 7 años de residencia en el país, profesión: pupila del prostíbulo y
Maud Foster, 31 años, inglesa, con 10 años de residencia en el país, de buena
familia, pupila del prostíbulo.
Más de 90 años
después de este episodio y tras la frustrada intención de Bayer de incluir la
escena en la película de Olivera de de 1974, este desopilante hecho de
resistencia civil es llevado al teatro, a través de un elenco de actores
jóvenes y del historiador que también participa frente al público
interpretándose a él mismo. “Las putas de San Julián” mezcla entonces la
recreación de la época y el asunto de los soldados con ganas de amar y las consideraciones
del escritor en clave de revisión sobre su propia obra. En una entrevista
reciente, Bayer asume el desafío que implica actuar, pero confiesa, tierno como
siempre: “A mis 86 años temo olvidar la letra, pero hasta ahora no fallé.
Hicimos un preestreno para los parientes y salió muy lindo.” Habrá que ir
entonces a aplaudirlo de pie, una vez más, como se merece.
Las putas de San
Julián, de Rubén Mosquera. Versión libre sobre un episodio de La Patagonia
rebelde, de Osvaldo Bayer. Elenco: Osvaldo Bayer, Laura Wich, Sergio Pascual,
Daniela Salerno, Hilario Laffitte, Alejandra Shanahan, Luciana Forero, Mercedes
Ferrería, Marina Focante, Maite Mosquera, Lucio Cerdá, Pablo Palavecino y
Analía Slonimsky. Iluminación: David Seldes. Coreografía: A. Slonimsky.
Vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich. Sonido: Agustín Demicheli. Asistente
de dirección: Michelle Saffores. Dirección: Rubén Mosquera. Producción del TNC:
Lucero Margulis. Lugar: Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes,
Libertad 815 (Tel.: 4816-4224). Funciones: miércoles a las 20. Localidades: 50
pesos. Duración: 1 h 40’.
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