1.-
Parece agua, dice agua, sabe a agua, pero no, lo que tiene Losorio en la botella es agua con Rivotril, o ya a esta altura podríamos decir que Rivotril con agua. A nadie le importa la proporción, aunque los que le pidan agua, a veces, crean que es un maleducado cuando les dice que no. Ellos qué saben, ellos qué entienden lo que es estar a una materia de ser abogado como papá. Ellos que crean lo que quieran, que crean que es hosco, arisco, mala onda, pero lo que en el fondo se están ahorrando es de estar dopados todo el día, como Losorio, que desde que descubrió el Rivotril líquido cambió de hábitos de estudio y de sueño y se convirtió al zen. Así anda, por los pasillos de la facultad, desde hace años, Manu Losorio, relajado, a un paso de ser lo que siempre odió ser: abogado como su papá. Los beneficios son tantos que ni los puede enumerar: cargo asegurado, cenas en lugares carísimos, secretarias que le chupan la pija, todo servidito, Losorio, con ese apellido. Tu papá juez y vos ahí, dopado, a punto de dar el último final. Encima esta mierda de Santino lo conoce a tu viejo, te la a va a hacer sudar, piensa a la mañana Manu, drogadísimo, mientras llega a la facultad y va repasando el código, ni sabe cuál. Leer código, piensa, como un hacker, mientras camina, Losorio, a un paso de ser lo que nunca va a dejar de ser: su papá.
Afuera del aula no hay nadie. Mintió, como buen abogado, dijo que se iba a recibir al día siguiente. No se iba a aguantar tener a mamá y a papá y a la mujer de papá y al macho de mamá, todos juntos, los hermanitos, los primitos, demasiada tensión pensó Manuel Losorio, a sus 23 años, drogado de Rivotril líquido, ese 12 de julio cuando entró a dar su último final en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
-¿Qué es la traición? – pregunta el profesor Santino.
-Eso que hace el que no avisa –contesta Losorio canchereando.
Santino baja sus anteojos hasta la punta de la nariz. Tiene esas narices de borracho, rojísima, toda inflamada por quién sabe qué virus que une al alcohol con las papilas olfativas, entonces por más que quiere, no puede mirarlo del todo por arriba de sus gafas, sino que el marco le queda en la mitad del tabique haciendo una especie de juego de fondos y contrafondos que a Losorio le parece “alto flash” pero que solo genera más y más terror en esa escena.
-Según Maquiavelo la traición es algo muy conciso, muy específico – señala el titular de la cátedra.
“Ni idea” piensa Losorio, “Ni idea, la puta madre si Maquiavelo no entraba”, repite Losorio o el Rivotril dentro de él o algo que está dentro de él que, caliente, ahora se expande como un magma por todo su cerebro y su cuello y lo hace decir:
-Desaprobame, por favor.
Santino lo mira fijo entre el anteojo, el ojo y el marco del anteojo. Le sostiene la mirada al hijo de su ex amigo, al hijo de su actual colega, al engendro que Losorio tuvo cuando él quería irse a Europa a levantarse rusitas y el otro no va que se casa de apuro el muy mierda, y lo deja tirado en la mitad del hipismo y de la falopa perpetua de los ochenta para tener ahora de hijo a este pelotudo que encima que viene drogado a rendir examen lo pone entre la espada y la pared.
-Vení la próxima fecha, Losorio, no me hagas perder más el tiempo – le dice mientras le devuelve la libreta y se para, el titular de cátedra, el Sr. Juez de la Nación, el amiguito de su viejo.
2.-
Romi Medina va a ser médica porque eso es lo que pasa cuando una chica como ella se propone algo: sucede. Hay medios y hay fines, pero no hay sábados ni domingos ni feriados. Está el deseo, está ella y todo lo que pasa en el medio se disuelve como si se le tirara soda cáustica con una manguera de bombero.
Romi Medina va a ser médica y abrirá gente y le dirá a otra gente que la gente que abrió y que ellos querían está ahora a salvo y que no habrá que abrirlos más hasta que llegué otro que haya que abrir con otros parientes y así hasta el fin de los tiempos.
Romi Medina será médica porque ser médica no existe antes de que exista Romi Medina, todos los médicos que conoce y conoció en realidad son un holograma de ella misma en el futuro cuando sea finalmente la Doctora Romina Medina y pueda mirar a todos los roñosos con los que se crió en Lugano desde arriba de un guardapolvo blanco gigante que usará como alfombra voladora, plato volador o cualquier cosa que vuele pero que en definitiva la saqué del hueco donde nació y la lleve lejos de allí al cielo de Hipócrates.
Pero Romi Medina además tiene dos tetas para el infarto. Ahí están. Ahí las vemos. Nosotros y unos cuatrocientos mil usuarios más de la página de porno más famosa del mundo que gustan de la etiqueta “Revenge Porn”, esa categoría de videos amateurs en los que los chicos despechados suben videos de sus ex novias haciéndoles cositas lindas en el cuerpo sin que ellas consientan tales filmaciones y muchísimo menos estén al tanto de que esas películas están disponibles en la web para que el próximo empleador que googlee su nombre pueda acceder con rapidez a las maravillas de la anatomía al descubierto.
Romi Medina va a enterarse de que su ex novio subió un video de ella haciéndole sexo oral esa tarde en la casa del country cuando esté a punto de ir a dar su primera clase como ayudante de Patología, porque le llegará un mensaje de su compañera de cátedra que le dice que sus alumnos, unos quinientos estudiantes de segundo año, ya hicieron correr la voz por twitter y los foros internos de la facultad que “la Medina la chupa como nadie”.
Romi Medina entra a un aula con quinientos adolescentes enardecidos y ahora cuatrocientas mil quinientas views en la página de porno más famosa del mundo. El total de la clase se para cuando ella llega y rompe en un aplauso cerrado. Romi, haciéndose la que no sabe qué pasa, empieza a reírse histéricamente. Será la primera y última experiencia docente de su vida.
3.-
Clorinda Fontán vive en El Pato, Provincia de Buenos Aires, pero viaja diariamente dos horas en tren y colectivo para trabajar en la casa que por suerte consiguió cuando su esposo, que en paz descanse y el gauchito ampare en su gloria eterna, murió en un tiroteo de dudosos participantes y la dejó con más hijos que fuentes de ingreso. Y, como corresponde, ella volvió, como supo hacer cuando chica, a trabajar en casas de familia, que para mucho más pobrecita nunca le dio, aunque hubiera querido ir a la escuela y convertirse capaz en enfermera, por qué no. Pero no. No porque no. No, Clorinda, no, Cloti, no, no y no. Vos más vale trabajés de eso que podés y seguís adelante, no vaya a ser que. Qué. No. Cualquier cosa para Clorinda es no. Si fuera capaz ni, vaya y pase. Pero no. Hay gente para la que no: hay gente para la que sí y gente para la que no.
La que sí es la señora. La señora es todo sí. Aunque a veces cuando hable con el señor por teléfono sea meta no, no, a veces sí y a veces ni, porque el señor, a la señora, la agarra de noche bien tarde, cuando ella ya tomo más de lo que debería, aunque siempre discreta, se queda jugando a la computadora sola, escuchando Serrat, la señora, y ahí es cuando la llama el señor y ahí poray sí. Pero eso me entero cuando me cuenta la señora, porque yo nomás la veo cuando no. Cuando es de día y el señor la llama igual (la llama mucho el señor, se ve que la extraña aunque ande casado con otra) y ella meta no, no, que no, no, que dame plata, no, no. Se ve que un poco la señora también no. No solo yo no. Ella también no. Todos un poco no, capaz ¿no?
Lo que seguro no me veía venir fue lo que pasó con el nene, eso sí que fue un rotundo no, aunque rotundo mucho no entiendo bien si quiere decir que para nada no o más vale que no. Pero lo que seguro no fue lo que le pasó al chiquito. Cómo se puso la señora, cómo estaba esa tarde, y también, como para no. No, si lo que una ha de ver cuando trabaja en casa de familia queda en la familia. Pero no sé, no me explico cómo la señora pudo llamarlo al señor con esa tranquilidad, me dijo “estoy tranquila” me dijo, me acuerdo, yo justo estaba haciendo la platería, por eso me acuerdo que era jueves, porque los jueves me siento tranquila en el comedor y la hago siempre, me relaja la platería porque le doy le doy y de pronto pum escucho un ruidazo así como de un tiro y era un tiro nomás.
4.-
El juez Rodrigo Santino entra a su despacho en Tucumán 876 y lo recibe, atentísima, su secretaria Maribel. Es joven, alta, hermosa: impecable. Vestida a la moda y absolutamente cínica, como deben ser las chicas del poder judicial: preparadas para todo, sorprendidas de nada.
Sin embargo, esa mañana parece que algo perturba a Maribel. Santino lo nota enseguida.
-Bombón, ¿Qué tenés? – le pregunta el jefe rodeándole la cintura con la mano desde atrás, sintiendo como esos huesitos de las costillas se le hunden entre sus dedos grasosos, mediando entre ellos una camisa planchada con apresto, con olor a cuidados personales, clases de pilates, perfume carísimo.
Maribel lo mira fijo, saca su mano de la cintura y le dice:
-Al hijo del pelotudo de Losorio lo mató la ex novia ayer y no va que tenemos la puta suerte que nos cayó el caso a nosotros.
Santino apenas logra sentarse en su escritorio cuando vuelve hacia él la imagen de un Maquiavelo flaco, huesudo, narigón.
-¿Qué es la traición? – atina a decir, pero Maribel no lo escucha, porque ya estaba en la otra habitación buscando los legajos del caso.
Cuando vuelve, cierra la puerta del despacho y se apoya sobre ella. Mira al juez y sabe que tiene por delante una larga jornada.
Suelta, risueña, la primera pregunta del día:
-¿Sabés algo de revenge porn, vos?
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