Puede pensarse que la narrativa realista es aquella que aborda un
problema cotidiano y lo describe de forma objetiva, periodística o híper
detallada, tratando de no perderse nada de “lo importante” para dar
cuenta de una época, un proceso determinado o un fenómeno preciso. En Distancia de rescate, la última novela de la premiadísima Samanta Schweblin,
el tema central es un problema real, los agrotóxicos utilizados en el
campo y sus consecuencias en la salud de la población, sobre todo en los
niños. Sin embargo, semejante catástrofe socioambiental es retratada de
la manera menos realista posible, atravesada por el delirio, la
alucinación y un terror más cercano a cuentos fantásticos que a la
sección de policiales de un diario.
Hasta ahora, los cuentos de Schweblin (recopilados en El núcleo del disturbio en 2002 y Pájaros en la boca
en 2009) han sido traducidos a más de trece idiomas y puede que sea
porque además de técnicamente perfectos, son bastante universales. Sin
embargo, Distancia de rescate tiene una ubicación imprecisa
pero inferimos -porque leemos diarios argentinos- que en el campo local
suceden cosas similares a las malformaciones de las que hablan los
personajes. Esto lo convierte en un libro político y de denuncia.
Pero “eso no es lo importante”, dirá el personaje central, que no
sabemos si está vivo, muerto o en el limbo. Y ahí el principal acierto
del libro: ubicarnos en ese terreno pantanoso entre lo bueno (lo fértil)
y lo malo (lo tóxico), lo pacífico (el campo bucólico) y lo terrorífico
(el agrocapitalismo feroz).
Pero el peor limbo está en eso que parecía familiar y se convierte en
siniestro. Porque este cuento largo, como lo definió su autora, habla
por sobre toda las cosas de familias y de cuánto tiempo le lleva a una
madre reconocer que su hijo está en peligro (de ahí el título). Sin
embargo, en este pueblo (¿mundo?) lleno de tóxicos y veneno, no hay
forma de que eso suceda, porque el peligro no está afuera sino adentro,
de la tierra, de los cuerpos, de la sociedad. Lo urgente (rescatar a los
niños del peligro) se desdibuja con lo importante (que no exista tal
peligro) y quedamos nosotros también atrapados allí, en el limbo.
Queda preguntarse si a la perturbación que produce leer lo que
efectivamente sabemos que sucede hace años le seguirá una acción que
impida que siga sucediendo o simplemente este será un libro de época que
intenta plasmar una problemática que de aquí en adelante será
universal. ¿Cuánto tiempo resta para que el único agro sea tóxico?,
parece preguntarse Schweblin. ¿Cuánto falta para que no exista rescate
posible?
Samanta Schweblin
Random House
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