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lunes, 14 de julio de 2014

“El cine argentino está de moda y hay que aprovecharlo”


Varios directores que pasaron por el Festival de Cannes este año explican los entretelones de la vidriera del cine más grande del mundo en una mesa redonda organizada por la Alianza Francesa.

Las mesas redondas de Cannes son organizadas hace más de veinte años por la Alianza Francesa de Buenos Aires a propósito de la presencia argentina en el certamen galo, que este año no solo participó con un stand propio del INCAA, sino que también la película Relatos Salvajes de Damián Szifrón se presentó en la competencia oficial, al lado de Ken Loach y Jean-Luc Godard. En este contexto, varios de los directores que viajaron fueron convocados por el crítico Freddy Friedlander para comentar cómo fue la experiencia de ser parte de lo que definieron como “el Mundial del cine”.

El principal dato a destacar, además de la participación nacional, es la escasísima presencia de películas hispanoamericanas. De los 90 filmes exhibidos solo cinco eran latinoamericanos, cuatro de ellos argentinos. Además de la tercera película de Szifrón se presentaron Jauja, de Lisandro Alonso, guionada por Fabián Casas y protagonizada por Viggo Mortensen, Refugiado, de Diego Lerman, y El ardor, de Pablo Fendrik, un western contemporáneo con Gael García Bernal. Friedlander dejó clara la importancia de esta selección: “Siempre casi el cincuenta por ciento de la muestra son películas francesas y de EEUU, pero lo que es fantástico es que de los tres siguientes países uno de ellos es Argentina, solamente nos superaban Inglaterra e Israel”.

Por su parte, Szifrón tuvo solo palabras de alegría y entusiasmo para con la recepción de su filme, no solo entre los críticos sino en la proyección con público. “Fue una experiencia formidable, muy estimulante, una vidriera inmejorable para presentar un proyecto”, destacó el director, a quien los nervios de novato no le restaron adrenalina: “Era mi primera vez en Cannes y en un festival grande, así que en términos del universo en el que me solía mover, fue algo nuevo, disruptivo y tuve la sensación de que abriría muchas puertas para futuros proyectos”. Cerca de esta línea, Lisandro Alonso destacó las oportunidades a futuro que brinda estrenar en Cannes. “Es una plataforma increíble para cualquier tipo de película, sea de mucho o poco presupuesto, es un gran lugar para conocer críticos, autores, actores, amigos, productores”, relató el director de La libertad, que también fue presentada en el Festival en 2001.

Pero Cannes no es solamente una vidriera sino una cocina, donde mucha gente asiste para cerrar contratos de coproducción con los gigantes de la industria internacional. A eso fue Tomás Lipgot quien, en carácter de productor de sus proyectos, confesó haberse sorprendido por la convivencia del cine “arte” con los grandes tanques de Hollywood. “Caminando por la Rivera vi una publicidad gigante de una película de Angelina Jolie, lo que me llamó mucho la atención, porque dije ‘voy a Cannes a ver cine de autor’ y no, el peso de la industria está ahí y eso no se descuida para nada”, destacó el realizador de Fortalezas.

Pablo Giorgelli (que presentó hace unos años Las Acacias en el Festival) también enfatizó la importancia de estrenar allí. “Siempre que me den la oportunidad de ir a Cannes no la desaprovecharía porque es como estar en el Mundial”, comparó el realizador, que este año también ofició de jurado en la competencia de cortos, lo que generó que viera las cosas de una forma diferente. “Ser jurado fue bastante raro, eso de poner películas a competir como si fueran caballos, pero a la larga empezás a relativizarlo y eso es bueno porque no te crees los premios cuando te los dan y cuando no te los dan tampoco”, analizó.

Pablo Fendrik tuvo, por su parte, una mirada más fría sobre el glamour y las palmas de oro, y además complejizó la relación entre los galardones y la distribución final del filme. “El Festival está lleno de películas que no se pueden vender porque el mercado tiene una idea muy distinta de lo que es el cine de la que tenemos en el micromundo”, comparó, y hasta se atrevió a restarle importancia a la Palma en el afiche de la película: “Muchas veces el paso por Cannes no se utiliza como el elemento de promoción porque en algunos caso aleja, la gente piensa que es una película ‘arty’ y eso resta público”.

Sea como fuere, la presencia local en términos de industria cinematográfica fue destacada por los directores de la mesa como un paso comercial importante para una película. Alonso, siguiendo esta línea, contextualizó y a la vez matizó la actuación argentina: “El cine argentino está de moda y hay que aprovecharlo, porque así como viene se va y hay que sacarle jugo porque no es para siempre”. En el caso de Szifrón, Relatos Salvajes fue vendida a Sony para ser distribuida en Estados Unidos y cerró contratos con toda Latinoamérica y hasta con Japón. Con estos antecedentes, se espera que el creador de Los Simuladores rompa los números de taquilla cuando estrene comercialmente. Sin embargo, su caso es una superproducción de Warner y El Deseo (de los hermanos Almodóvar), lo que no quita que las películas pequeñas o más modestas no obtengan reconocimiento comercial a partir de su paso por Cannes. En palabras de Giorgelli: “Los festivales son un lugar sagrado para nosotros, porque cada vez es más difícil mostrar películas independientes o de bajo presupuesto”.

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