Por estos días y tras años de trabajo colectivo, Radio Calibán estrenará
la FM 93.1. Mientras, sólo desde Internet enfrenta la exacerbación
mediática de la violencia.
Roberto Fernández Retamar es un poeta y teórico literario cubano
referenciado como una de las mejores plumas de la isla caribeña. Uno de
sus escritos más conocidos es Calibán, ensayo en el que retoma al clásico personaje salvaje de La tempestad,
de Shakespeare, y analiza discursos de Fidel Castro. Muy lejos de estas
controversias políticas y literarias, en 2010 y a la vera del Riachuelo
en Lanús, emerge Radio Calibán
(RC), una emisora cooperativa que le debe su nombre a Fernández Retamar
y que lleva adelante el espíritu de lo salvaje que implica hacer un
proyecto comunitario allí donde nadie espera que nada crezca.
Calibán nació a partir de una torre de transmisión cedida por Radio
Sur (el proyecto comunicacional del Movimiento Territorial de
Liberación) a un grupo de estudiantes que había colaborado con el armado
de esa estación. Ellos se contactaron con el colectivo Manos Caracol,
que trabaja en El Pueblito, un asentamiento lindero a Villa Jardín.
Luego apareció la gente de Lanús TV, que ayudó a instalar la torre de
transmisión en el galpón cedido por los “caracoles”. A partir de este
núcleo original, surgió la necesidad de una financiación para las
instalaciones, que se resolvió a través de un pedido de subsidio a la
Universidad de Buenos Aires. En ese sentido, la apertura vinculada a la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual parece clave. Victoria
Silber, miembro de RC, lo deja claro: “Desde su sanción, todos los
proyectos comunicacionales comunitarios tienen una recepción diferente
en los organismos estatales, más allá de si cumplen al 100 por ciento
los requisitos exigidos, porque lo que está de fondo es la política de
fomentar, alentar y promocionar lo cooperativo”.
El subsidio de la UBA originó una convocatoria de RC dentro de la
universidad: sus integrantes ofrecieron capacitaciones y talleres, a
través de los que más gente con ganas de participar se acercó. Daniela
González, actriz y estudiante de comunicación, se sumó en ese momento.
Ahora, tres años después, no puede imaginarse a sí misma fuera del
proyecto. “Hay que pensar la vida en base a la radio, cada acción en
relación a cómo llevarla a la radio”, señala.
Actualmente la emisora transmite por Internet pero la idea es ponerla
en el éter. En ese sentido, la cuestión territorial es muy importante
porque un objetivo central del plan Calibán es que sean los vecinos del
barrio los principales oyentes. Sin embargo, la articulación con ellos
es todavía incipiente: es difícil conectar un proyecto comunicacional
con un sector social que se ha visto relegado de los grandes medios.
Johnattan Rellan lo resume: “Los medios de comunicación masivos toman
los temas del barrio únicamente de forma represiva, sólo ingresan cuando
hay algún incidente vinculado con la violencia”.
Con respecto a la programación, las perspectivas son a largo plazo
porque la búsqueda tiene que ver con la profesionalización. En ese
sentido, Sebastián Rodríguez, que estudia radio desde que se sumó al
proyecto, sentencia: “Es muy difícil competir en calidad o contenidos
con las radios comerciales pero la única forma es capacitarse, porque
los productos de calidad los hacen los profesionales. Uno puede hacer
cosas con muy buenas intenciones pero que después nadie va a querer ver o
escuchar porque están mal escritas o mal comunicadas”. Los productos
culturales agrupados en el sistema de medios públicos parecen ser la
pauta de RC. “Cuando ves el nivel de calidad de la Televisión Pública te
das cuenta que ése es el camino a transitar”, apunta González.
Este concepto de profesionalización trasciende lo meramente técnico,
ya que varios de los “calibanes” sueñan con vivir de la radio, aunque
pocos se imaginan que vaya a ser posible en los próximos años. Sin
embargo, el objetivo de que el medio funcione solo aparece desde un
principio, más allá de que ahora se sostenga como una apuesta voluntaria
o militante. En línea con esta forma de construcción, el grupo se
organiza en asambleas, con resoluciones consensuadas. “Cuando empezamos
armábamos comisiones para todo, pero después nos dimos cuenta que
funcionamos mejor en un grupo más grande”, cuenta Carolina Leberman,
politóloga y fotógrafa.
¿Cómo se hace una radio desde cero, entonces? El secreto es el
trabajo, el trabajo y el trabajo. Los veinte integrantes de RC
comenzaron rasqueteando paredes, aprendiendo sobre instalaciones
eléctricas en YouTube, pidiendo favores y tejiendo redes con
instituciones y otros colectivos. Por estos días y finalmente saldrán al
aire por la FM 93.1, desde el Riachuelo al mundo. Quien quiera oír, que
oiga.
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