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jueves, 1 de mayo de 2014

Laburar por amor al aire


Por estos días y tras años de trabajo colectivo, Radio Calibán estrenará la FM 93.1. Mientras, sólo desde Internet enfrenta la exacerbación mediática de la violencia.


Roberto Fernández Retamar es un poeta y teórico literario cubano referenciado como una de las mejores plumas de la isla caribeña. Uno de sus escritos más conocidos es Calibán, ensayo en el que retoma al clásico personaje salvaje de La tempestad, de Shakespeare, y analiza discursos de Fidel Castro. Muy lejos de estas controversias políticas y literarias, en 2010 y a la vera del Riachuelo en Lanús, emerge Radio Calibán (RC), una emisora cooperativa que le debe su nombre a Fernández Retamar y que lleva adelante el espíritu de lo salvaje que implica hacer un proyecto comunitario allí donde nadie espera que nada crezca.

Calibán nació a partir de una torre de transmisión cedida por Radio Sur (el proyecto comunicacional del Movimiento Territorial de Liberación) a un grupo de estudiantes que había colaborado con el armado de esa estación. Ellos se contactaron con el colectivo Manos Caracol, que trabaja en El Pueblito, un asentamiento lindero a Villa Jardín. Luego apareció la gente de Lanús TV, que ayudó a instalar la torre de transmisión en el galpón cedido por los “caracoles”. A partir de este núcleo original, surgió la necesidad de una financiación para las instalaciones, que se resolvió a través de un pedido de subsidio a la Universidad de Buenos Aires. En ese sentido, la apertura vinculada a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual parece clave. Victoria Silber, miembro de RC, lo deja claro: “Desde su sanción, todos los proyectos comunicacionales comunitarios tienen una recepción diferente en los organismos estatales, más allá de si cumplen al 100 por ciento los requisitos exigidos, porque lo que está de fondo es la política de fomentar, alentar y promocionar lo cooperativo”.

El subsidio de la UBA originó una convocatoria de RC dentro de la universidad: sus integrantes ofrecieron capacitaciones y talleres, a través de los que más gente con ganas de participar se acercó. Daniela González, actriz y estudiante de comunicación, se sumó en ese momento. Ahora, tres años después, no puede imaginarse a sí misma fuera del proyecto. “Hay que pensar la vida en base a la radio, cada acción en relación a cómo llevarla a la radio”, señala.

Actualmente la emisora transmite por Internet pero la idea es ponerla en el éter. En ese sentido, la cuestión territorial es muy importante porque un objetivo central del plan Calibán es que sean los vecinos del barrio los principales oyentes. Sin embargo, la articulación con ellos es todavía incipiente: es difícil conectar un proyecto comunicacional con un sector social que se ha visto relegado de los grandes medios. Johnattan Rellan lo resume: “Los medios de comunicación masivos toman los temas del barrio únicamente de forma represiva, sólo ingresan cuando hay algún incidente vinculado con la violencia”.

Con respecto a la programación, las perspectivas son a largo plazo porque la búsqueda tiene que ver con la profesionalización. En ese sentido, Sebastián Rodríguez, que estudia radio desde que se sumó al proyecto, sentencia: “Es muy difícil competir en calidad o contenidos con las radios comerciales pero la única forma es capacitarse, porque los productos de calidad los hacen los profesionales. Uno puede hacer cosas con muy buenas intenciones pero que después nadie va a querer ver o escuchar porque están mal escritas o mal comunicadas”. Los productos culturales agrupados en el sistema de medios públicos parecen ser la pauta de RC. “Cuando ves el nivel de calidad de la Televisión Pública te das cuenta que ése es el camino a transitar”, apunta González.

Este concepto de profesionalización trasciende lo meramente técnico, ya que varios de los “calibanes” sueñan con vivir de la radio, aunque pocos se imaginan que vaya a ser posible en los próximos años. Sin embargo, el objetivo de que el medio funcione solo aparece desde un principio, más allá de que ahora se sostenga como una apuesta voluntaria o militante. En línea con esta forma de construcción, el grupo se organiza en asambleas, con resoluciones consensuadas. “Cuando empezamos armábamos comisiones para todo, pero después nos dimos cuenta que funcionamos mejor en un grupo más grande”, cuenta Carolina Leberman, politóloga y fotógrafa.

¿Cómo se hace una radio desde cero, entonces? El secreto es el trabajo, el trabajo y el trabajo. Los veinte integrantes de RC comenzaron rasqueteando paredes, aprendiendo sobre instalaciones eléctricas en YouTube, pidiendo favores y tejiendo redes con instituciones y otros colectivos. Por estos días y finalmente saldrán al aire por la FM 93.1, desde el Riachuelo al mundo. Quien quiera oír, que oiga.

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