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viernes, 31 de marzo de 2023
Un cuento por semana #25: Un poco de sal, un poco de magia
jueves, 30 de marzo de 2023
Columna de Cine&Series #20: "El Reino" y otras series de Netflix hechas para y por Argentina
Se presentó la producción del gigante del streaming para los próximos meses en el país, en la que se destacan varias producciones de la creadora de "El Reino", Claudia Piñeiro, y otras series y películas.
lunes, 27 de marzo de 2023
El final de Succession: ¿Hemos tenido suficiente de “#EatTheRich»?
Hoy se estrena en HBOMax la última temporada de la serie que mejor retrata el subgénero audiovisual “Eat the rich”, basado en parodiar a las clases altas desde una óptica pretendidamente anti sistema. Pero ¿Puede Hollywood jugar en contra sí mismo? La respuesta los sorprenderá.
La frase «Eat the rich» se le atribuye a Jean-Jacques Rousseau que, durante la Revolución Francesa, advirtió: «Cuando la gente no tenga nada más para comer, se comerá a los ricos». Además “Eat The Rich” es el nombre de una película británica de 1987, de una canción de Aerosmith de 1993 y un “Tratado de economía” de 1999. En 2022 se hizo viral en TikTok el hashtag #EatTheRich y más de 500 millones de visualizaciones se acumularon en el ciberespacio, al mismo tiempo que una marca aprovechaba el tirón y creaba helados comestibles con la cara de Elon Musk y otros magnates para consumo masivo (True Story).
Total: Comerse a los ricos está de moda. Mejor dicho, comerse a los ricos malos y tontos está muy de moda. Reformulemos: comerse a los ricos malos, tontos y grotescos es lo más hype del mundo. Por eso, la lista de filmes y series desde que “Parásitos” (Bong Joon-ho, 2019) ganó el Óscar a la mejor película con un plot tan sencillo como “Los-ricos-son-malos-y-tontos-y-los-pobres-los-odian-y-por-eso-los-matan-al-final” es ya casi interminable (Ver listado al final) y hasta algunas series que no parecían tener nada que decir sobre la lucha de clases como “You” (Netflix) se unió al combate ideológico en boga y dio un giro copernicano en su última temporada, para mostrar las miserias de la clase alta inglesa. ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanta gente está tan interesada en mostrar la ostentación de forma irónica en el audiovisual contemporáneo?
Aunque Succession puede considerarse precursora de esta nueva ola de películas y series aparentemente paródicas sobre los milmillonarios desde una óptica tragicómica, porque comenzó a emitirse en 2018 y el supuesto “boom” se registra a partir de que Parásitos ganara el Óscar en 2019, no por antigua deja de ser representativa del fenómeno. ¿Qué expresa ese alud de creaciones tan parecidas las unas con las otras? Y peor: ¿Qué esconde?
Si seguimos a El País y coincidimos en que “El sufrimiento de los ricos se ha convertido en un asunto de interés global” la pregunta que se impone es por qué sucede ahora o mejor dicho para qué. Porque ya sabemos que las modas en los productos audiovisuales responden a lógicas que se dan fuera de la pantalla –la crisis del 2008 trajo el boom de las series de zombies y el #MeToo el auge de las creaciones con “mujeres empoderadas”- pero también construyen subjetividades, imaginarios y reacciones sociales.
El problema es que esta ola de parodias a la estupidez y maldad de los milmillonarios esconde una trampa: mientras sublimemos la lucha de clases que plantean estos productos audiovisuales a través del humor (la risa siempre funciona como catártica y tranquilizadora) poco lugar queda para construir un mundo en el que estos milmillonarios (malos, tontos y grotescos) dejen de existir.
En palabras de Mark Fisher en su magistral “Realismo capitalista”, el conflicto de clases se resuelve dentro del capitalismo a través de la absorción de la crítica con una distancia “irónica y cínica”, pero siempre asumiendo que no hay nada por fuera de él, nada que pueda ponerlo realmente en jaque. Es esa ironía y ese cinismo el que destilan todas estas creaciones que, a la postre, solo muestran el mundo tal como es y no cualquier otro mundo distinto (y mejor). Sí, nos reímos, sí, nos genera morbo ver sufrir a los dueños del mundo, pero al mismo tiempo que nos reímos estamos cavando nuestra propia fosa: se nos dice que la riqueza es mala, ok, entonces sabemos que la riqueza es mala, y mientras sepamos eso, entonces somos libres de continuar participando en la ideología capitalista porque hemos hecho el trabajo de saber que es mala y ya está. Eso es todo lo que les interesa al establishment: al incluirnos en su “anticapitalismo” se nos permite disfrutar de aquello con lo que estamos en contra, y al aceptar esto tácitamente cooperamos con el capitalismo a pesar de condenarlo. Esto se debe a que en todas estas películas el capitalismo se da por naturalizado, inmodificable e irremplazable. El Otro, cualquier Otro, cualquier posible marco alternativo que pueda existir fuera del vivir capitalista no existe y en lugar de inventarlo o mostrarlo se opta por la opción más puerilmente nihilista posible (pero con risas).
Para peor, lo que sucede cuando Hollywood se plantea satirizar a quienes ganan muchísimo dinero es ¡voila! más dinero, en forma de entradas al cine, suscripciones a servicios de streaming, venta de publicidad, etc. Esto sin contar que para empezar la gente que hace películas ya tiene el suficiente dinero como para darse el lujo de reírse de sí misma y encima cobrarnos por ello.
Con todo, el final de Succession viene a mostrar quizás un quiebre en el fenómeno, porque es justamente esa idea de debacle inminente que arrastra desde las temporadas anteriores, en la que todo está por explotar en la familia Roy, la que se respira en el mundo post/pandemia. Y quizás este final tan abrupto se deba a que fue la pandemia la que hizo a los milmillonarios más millonarios. Datos: El hombre más rico del mundo, Bernard Arnault, poseía 60.000 millones en 2020 y 159.000 en diciembre de 2022. Al mismo tiempo, según el Banco Mundial, en 2020 la pobreza extrema creció por primera vez en 25 años mientras que la riqueza extrema aumentó sin parar. Entre diciembre de 2019 y diciembre de 2021 la nueva riqueza generada ascendió a 42 billones de dólares. El 1% más rico acaparó 26 billones de dólares (o el 63% de esta nueva riqueza), mientras que tan solo 16 billones de dólares (el 37 %) fue a parar al 99 % restante de la población mundial.
Entonces: ¿De qué nos estamos riendo cuando vemos estas creaciones “paródicas”? ¿Qué tiene de gracioso que la sociedad sea cada vez más desigual? Nunca hay que olvidar a este respecto la sabia declaración del multimillonario Walter Buffet: “La lucha de clases existe y la mía va ganando”
Por eso, déjenme soñar, hay un hálito de esperanzas en el final de Succession: que sea el fin de esta saga de creaciones que, motorizadas las unas a las otras por el éxito que producen (el algoritmo, siempre el algoritmo: “Si te gustó esto te daremos más de lo mismo porque no te puede gustar otra cosa”) no dejan ni un resquicio para imaginar un universo en el que los milmillonarios no existan y la riqueza mundial se distribuya equitativamente.
Déjenme soñar incluso un poco más: Desde el punto de vista argumental, hay coincidencia en pensar en Succession como una tragedia, pero aunque muchos vean a “El Rey Lear”, el crítico Brandon Taylor de la revista New Yorker la ve como “Ricardo II”, una obra en la que un hombre se rehúsa a entregar el poder. De la misma forma que los milmillonarios siguen sin pagar los impuestos que corresponden (véase a Alexandra Ocasio Cortes con su vestido “Tax/the/rich” en la Met gala de 2022). Quizás, solo quizás el final de una cosa pueda ser el principio del final de la otra. En palabras de Kendall Roy: “Somos el fin del siglo americano. Nuestra compañía es un imperio decadente adentro de un imperio decadente”.
Esperamos que el fin de la familia Roy sea también el del imperio de los milmillonarios, o por lo menos de esta desagradable moda de hacernos creer que estamos en contra de ellos cuando al mismo tiempo no hacemos absolutamente nada para que dejen de existir.
PELÍCULAS
1. A Simple Favor (Paul Feig, 2018)
2. Bodies Bodies Bodies (Halina Reijn, 2022)
3. Crazy Rich Asians (Jon M. Chu, 2018)
4. Don't Look Up (Adam McKay, 2021)
5. Downton Abbey: A New Era (Simon Curtis, 2022)
6. El favor (Juana Macías, Noviembre 2023)
7. The Menu (Mark Mylod, 2022)
8. Triangle of Sadness (Ruben Östlund, 2022)
9. Glass Onion: A Knives Out Mystery (Rian Johnson, 2022)
10. Hustlers (Lorene Scafaria, 2019)
11. Knives Out (Rian Johnson, 2019)
12. House of Gucci (Ridley Scot, 2021)
13. Parasite (Bong Joon-ho, 2019)
14. Ready or not (Matt Bettinelli-Olpin, 2019)
15. Us (Jordan Peele, 2019)
16. The hunt (Craig Zobel , 2020)
SERIES:
17. Acapulco (Apple TV+, 2021)
18. Big Little Lies (HBO, 2017-)
19. Billions (Showtime, 2016-)
20. The Watcher (Netflix, 2022)
21. The White Lotus (HBO, 2021)
22. Élite (Netflix, 2018-)
23. Exit ( TV Noruega, 2019)
24. Eat the Rich (Netflix, 2022)
25. Harry y Meghan (Netflix, 2022)
26. Maid (Netflix, 2021)
27. Nine Perfect Strangers (Hulu, 2018)
28. Schitt’s Creek (CBS, 2015 – 2021)
29. Squid Game (Netflix, 2021)
30. Succession (HBO, 2018)
31. You (4ta temporada – Netflix, 2023)
REALITIES:
32. Bling Empire (Netflix, 2021)
33. Dubai Bling (Netflix, 2022)
34. First Class (Netflix, 2021)
35. Georgina (Netflix, 2022)
36. Keeping Up with the Kardashians (E! 2007-2021)
37. Made in México (Netflix, 2019)
38. Selling Sunset (Netflix, 2019)
39. Tamara Falcó: La Marquesa(Netflix, 2022)
40. The Kardashians (Hulu, 2022)
41. The real housewives (BravoTV, 2006-2023)
Bibliografía
Fisher, Mark; Los fantasmas de mi vida.
Han, Byung Chul; La agonía del Eros.
Byung-Chul Han; La sociedad del cansancio.
Artículos consultados:
- The Menu, Glass Onion, and the Limits of the Eat-the-Rich Satire
- Abajo los ricos: cómo el sufrimiento de las clases altas se ha convertido en el gran filón de series y películas
- Fuck the Rich: Why 2022 is the year of cinematic social revolt
- The White Lotus: ¿a qué se debe el éxito de esta serie?
- Why all “eat the rich” satire looks the same now
- Three new films hang the super-rich out to dry
- Succession llega a su fin: cómo el fenómeno que devolvió el prestigio a HBO rompió la burbuja de las series
- White Lotus y otras series de ricos donde la moral está cambiando de bando
- Eating the Rich Shouldn’t Be So Satisfying
- Framing The Rich In Hollywood Movies
- Los fans creen que ‘The White Lotus’ temporada 3 podría estar rodada en Tailandia
- “Succession” Finally Moves Forward
- #EatTheRich (Cómanse a los ricos) el hashtag viral que muestra el hartazgo por la desigualdad
- «Cómete a los ricos»: así son los helados de Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates o Mark Zuckerberg que se venden en Nueva York
- Shipwrecks and reality checks: the films setting out to skewer the rich
- Hollywood’s Eat-the-Rich Satires Need Sharper Teeth
viernes, 24 de marzo de 2023
Un cuento por semana #24: Elefantiasis
II.–
– ¿Qué cosa?
–Que es comprado, tía.
– ¿Qué estás tomando? ¿Otra vez le robaste medicación a tu papá? Lo voy a llamar a Alfredo ya mismo.
–No estoy tomando nada, simplemente voy a decirle la verdad al pobre pibe, que se siente un sapo de otro pozo.
–La única verdad es que nosotros lo criamos con muchísimo amor, le dimos una vida que jamás hubiera tenido de quedarse con los salvajes que le tocaron de padres.
– ¿Mintiéndole día a día, tía, le dieron una vida mejor?
–No es mentir, querida, es cuidar. ¿No te das cuenta que el mundo es un lugar horrible? Hay que preservar a la gente que uno quiere.
–Pero tía, Martín vive engañado, no entiende cómo puede ser hijo de gente tan distinta a él.
–No somos tan distintos, él es bastante mentiroso, el otro día me dijo que se fue al oeste a ver a una banda y resulta que fue a comprar droga.
– ¿En serio? –dije tratando de que mi elefante se balancee bien– ¿Y cómo te enteraste?
–Porque le instalé un programa de grabado de voces en el celular.
–Ahhh.
–Y sé perfectamente que vos fuiste con él.
–Tía, la marihuana es menos peligrosa que el tabaco.
–Te vas ya mismo de mi casa – dijo levantándose de la mesa– antes que llame a tu padre para que te interne.
III.–
Así se llamaría el doctor si esto fuera una película argentina, pensó ella. Pero no habló, solo bajó la mirada y trató de concentrarse en parecer lo más sana posible, aunque eso fuera absurdo, dado que estaba entrando a una clínica psiquiátrica y probablemente allí se quedaría un tiempo considerable.
–Primero sólo Ud. –le dijo Monetti al padre cuando abrió la puerta de su consultorio. A ella le dedicó una mirada compasiva y una sonrisa a medias.
–No –dijo Monetti– puede ser bipolaridad.
–Pero si escucha voces –balbuceó el padre.
–Evidentemente tiene un conflicto con la realidad, pero puede ser un trastorno de ansiedad, producto de la bipolaridad.
–El problema es que ella cree que son verdad cosas que no son verdad.
–La verdad no existe, acá lo sabemos muy bien, son todas interpretaciones.
– ¿Se sigue usando el electroshock?– preguntó ni bien se sentó.
Monetti la miró en silencio y sonrió. Tras él un ventanal con muchísimos pinos, a su lado su padre, en silencio.
–Para nada, Romina, es una técnica olvidada desde mediados de los setenta– explicó el galeno.
–La época de esplendor de la picana eléctrica– dijo ella.
Nadie tenía ganas de reírse, pero ella lo hizo por los nervios. Fue la única en hacerlo. Más nerviosa estaba, más loca parecía.
–¿Querés contarme qué fue lo que pasó? –dijo Monetti.
–¿La versión corta o la larga? –dijo ella.
–La que quieras.
–Pasó que empecé a decir verdades demasiado incómodas.
–¿Incómodas para quién?
–Para todos, sobre todo en mi familia. Mi primo es adoptado, comprado en Santiago del Estero y...
–Basta con ese delirio –la interrumpió el padre.
–Bueno, entonces debería empezar por la versión larga –tiró en un suspiro Romina.
–Por favor –dijo Monetti.
–Me desperté ese día convertida en algo que no era pero que nunca más iba a dejar de ser en adelante: una sincericida. Fue como un virus, una elefantiasis de moral.