-Es usted un romántico sin esperanza- dijo Faber.
Resultaría divertido si no fuese tan grave.
Ray Bradbury
Hay muchas cosas de la Tierra que acá en Marte son diferentes, pero más que nada la gente se comporta diferente porque estamos en plan colonizar, no vivir vivir, dice la abuela. “Esto no es vivir, en mis épocas sí que se vivía” se queja. Tuvimos que venir casi todos después del colapso general, pero mis padres fueron de los primeros, los más arriesgados, hace ya casi quince años. Yo estaba todavía en modo proyecto, digamos, y nací acá hace doce. Después vino la abuela. Así que tengo a toda mi familia colgada de un recuerdo de un lugar que nunca conocí y encima se quejan de que allá era todo mejor, hasta las medialunas. Pero también dicen que ahora nos acomodemos acá porque a allá no vamos a volver.
Bolas de fraile. No sé si quisiera volver a un planeta donde le ponen esos nombres absurdos a las cosas, sinceramente, pero bueno. Sí me gustaría ir a un lugar donde la abuela pueda vivir vivir, mamá y papá puedan sentirse jóvenes y yo pueda explorar un poco, pero parece que no hay forma de volver así que mejor no me hago muchas ilusiones.
Romina, por otro lado, sí conoce. Ella vino con cinco años y ahora se hace la canchera con todos en la escuela que ella sí sabe cómo es allá. De todo lo que cuenta lo que más me impactó es que dice que hay momentos de luz y de oscuridad, día y noche, dice que se llaman. Cuando lo dijo le pregunté: ¿Pero cuánto dura cada cosa? Y ella me dijo que depende el momento del año. ¿Cómo depende? Qué desorganizado, entonces de pronto hay luz y de pronto no, un lio bárbaro, ¿Cómo sabe la gente cuando se apaga la luz?, pensé, pero no le dije nada para que no crea que pienso demasiado. Pero no sé, será otro misterio tipo lo de las bolas del fraile.
Otra vez me contó que allá también hay masas gigantes de agua llamadas “Océanos”, o que había, antes del colapso. Son lugares donde uno puede nadar como en las piletas que tenemos acá pero que en las de allá uno se puede morir ahogado. Que la gente se metía un poco, nadaba un poco y volvía a salir. Me pareció peligroso. ¿Y cómo sabes si te vas a morir o no? le pregunté angustiado. Pero Romina me miró fijo y me dijo seria: No seas tonto, todos nos vamos a morir.
Romina me gusta, me gusta porque es más grande,
porque sabe cosas. Creo que le voy a contar lo de las bolas de fraile, le va a
parecer que yo también sé cosas de la Tierra. Capaz así logro que salga
conmigo, me dé un beso, no sé, o dos. Ojalá se ría, su risa es muy
contagiosa, siempre que empieza a reírse yo me rio con ella y le veo una luz
diferente en los ojos. Después se le va. Debe ser así
que se diferencia el día y la noche en el Planeta Tierra. Si Romina se ríe es
de día y si no todo es oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario