Otro día en el Planeta Tierra.
En la secretaría vemos a la Señora Directora (60) jugando al Candy Crush en su portátil mientras toma mate con bizcochitos. Oímos un estruendoso ruido propio del videojuego y de fondo gritos de niños en el recreo. Suena el teléfono y la Señora Directora atiende con su mano izquierda sin quitar la vista de la pantalla ni clickear en su mouse con su mano derecha.
Dice:
—¿Hola?
Se hace un silencio.
La Señora Directora ahora dice:
-Ah sí, Señora Inspectora, qué gusto hablar con usted ¿Cómo se encuentra en esta esplendorosa mañana de miércoles? Ah, sí, claro, es jueves, es verdad, pero con esto del cierre de notas, claro, por eso me llamaba, sí, hemos enviado todas las planillas ayer ¿verdad?
Otro silencio.
Sin dejar de clickear en el mouse la Señora Directora cambia su tono de voz:
-¿Cómo que faltan todas las planillas de un curso? ¿Se habrán traspapelado? Déjeme un momento hablar con la Señora Secretaria y vuelvo a llamarla, ¿le parece? Listo, muchas gracias queridísima Señora Inspectora, espero que tenga Usted un hermoso miér...juercoles!
La Señora Directora corta el aparato y sigue jugando en el portátil sin inmutarse. Unos segundos después vuelve a sonar el teléfono.
Antes de atenderlo, dice:
-Qué pesadilla el día de hoy, por favor, una no puede dedicarse a nada.
Luego da un bufido y repite la acción previa, atiende con la izquierda, clickea con la derecha y dice cansada:
-Hola.
Otro silencio.
Continua:
-Sí, soy yo, ¿qué pasa? No, la Señora Secretaria está de licencia médica, la Señora Vicesecretaria está en un retiro con los alumnos y la Señora Sub Vicesecretaria pidió el día por cuidado de familiar enfermo porque dice que el gato la mira raro y como no tiene hijos es el único familiar, así que estoy sola atendiendo todos los asuntos ¿Qué pasa?
La Señora Directora sigue jugando muda hasta que se levanta de un salto de la silla sin dejar de presionar el mouse. Dado que el sonido ensordecedor de las monedas cayendo no cesa, ahora grita:
-¿Qué? ¿Cómo que todo el curso? ¿Pero se volvieron locos? Venga ya mismo a mi despacho.
La Señora Directora enmudece y vuelve a sentarse para seguir jugando como si no hubiera gritado a los cuatro vientos dos segundos antes. Ruidos más y más estrafalarios salen de su portátil como si hubiera conseguido algún Megacombo Special Deluxe Edition. Acto seguido hace un gesto de victoria y sigue tomando mate. Entra El Preceptor Rodríguez (35) con carpetas en la mano.
Dice:
-Señora Directora, cuánto siento molestarla.
La Señora Directora cuando lo ve cierra el portátil en un gesto rápido y cambia su cara a preocupación exagerada.
-Faltaba más, Rodríguez, explíqueme bien cómo es eso que me dijo recién por teléfono porque no entiendo nada ¿Todos los alumnos de Cuarto “B” reprobaron todas las materias?
-En efecto Señora Directora, fue por eso que no enviamos esa planilla al Ministerio ayer, parecía un error administrativo, pero en realidad la decisión la tomó la Señora Vicedirectora.
-Pero si la Señora Vicedirectora está de licencia médica ¿qué dice?
-No, Señora Directora, esa es la Señora Secretaria, la Señora Vicedirectora llegó hace dos semanas a la escuela.
-¿Hace dos semanas? ¿Dónde estaba?
-No estaba, Señora Directora, estuvimos seis meses sin Señora Vicedirectora, ¿no se acuerda?, por el tema de la licencia psiquiátrica de la Señora Vicedirectora anterior.
-¿Y cómo hay una Señora Vicedirectora nueva y yo no la conozco?
-Porque trabaja desde la casa, dice, así puede disponer más tiempo.
-Pero, a ver, entonces: ¿Esta nueva Señora Vicedirectora que no conoce nadie dice que es normal que cuarenta alumnos del mismo curso reprueben absolutamente todas las materias? ¿Pero dónde se recibió de vicedirectora? ¿En el zoológico?
-No, vea, normal no es, justamente por eso es que no se envió esa planilla, lo que pasa es que ahora tenemos que llamar sí o sí a una reunión de padres.
Visiblemente alterada, la Señora Directora salta hacia atrás y grita:
-¡¡VADERETRO!! Usted sabe muy bien Rodríguez que antes de juntar a cuarenta padres en una habitación tenemos que pedir asistencia a la seguridad civil y a la policía municipal, no podemos convocar a esa reunión así como así.
El Preceptor Rodríguez, calmo, apaciguado, resignado, responde:
-Pero otra opción no queda, Señora Directora, algo raro está pasando en ese curso y tenemos que descubrir qué es.
Suena el teléfono, la Señora Directora atiende y el Preceptor Rodríguez se sienta, abre el portátil y empieza a jugar al Candy Crush, vuelven a sonar las estruendosas monedas cayendo y más horrorosos sonidos del videojuego.
Al teléfono, la Señora Directora dice:
-Sí, Señora Inspectora, sí, ya sé que le dije que la llamaría de inmediato, pero es que estoy intenta…lo sé, Señora Inspectora, sé que tiene sobre su cabeza al Superintendente de Servicios educativos… al Supra Ministro de Estructura Organizativa…y al Asesor Pedagógico del Ministerio…lo sé, lo sé, pero tampoco me parece que una sola planilla que falte sea tan … pero tan.. De acuerdo, es que si Ud. no me deja, no puedo averiguar qué es lo que sucedió ¿entiende? Deme una hora, por favor.
La Señora Directora corta el teléfono, cierra el portátil e increpa amenazante al Preceptor Rodríguez:
-¿Para esto lo ascendí a encargado de documentación, Rodríguez, para que me haga semejante papelón?
-No, Señora Directora, fui ascendido a encargado de documentación porque antes había sido Sub encargado de documentación bajo la Ley 664/78 del Estatuto de los empleados no docentes y conforme expone la normativa vigente, tras un estadio de más de cinco años bajo ese rango se me concede por derecho acumulado…
La Señora Directora lo interrumpe:
-¡Basta!
Y con violencia gira la pantalla del portátil, lo abre y se sienta.
Grita:
-Tenemos que inventar esa planilla ya mismo.
Y luego, en un tono más bajo de voz:
-¿Tiene ahí los apellidos de los de Cuarto “B” o me invento eso también?
Incrédulo, el Preceptor Rodríguez contesta:
-Pero Señora Directora, ¿Se va a inventar las notas de cuarenta alumnos en doce materias?
Y ella responde convencida:
-Sí.
A lo que entonces él indaga:
-¿Pero no le interesa saber qué pasó para que todos estos alumnos fallaran en sus exámenes?
Dándole pie para que ella afirme:
-No.
Y así continua el diálogo:
-¿Y no tendría que convocar a una junta docente para comprobar el nivel de exigencia de los profesores?
-¿Qué?
-¿Y tener una charla motivacional con los alumnos para que esto no vuelva a ocurrir?
-¿Usted pretende que yo hable con cuarenta adolescentes en un solo día?
-Y elevar un informe a la inspección para que un auditor de calidad educativa pueda supervisar el proceso de aprendizaje del establecimiento.
-¿Usted quiere que lo despida?
-Me temo que no puede hacerlo, Señora Directora, conforme el Reglamento de Contravención Docente sancionado en la Vigésimo Tercera Junta Iberoamericana de la Niñez, los niños tienen derecho a mantener una relación saludable con sus superiores, y esto no es saludable, como verá.
-¿De qué niño está hablando, Rodríguez? ¡Si usted tiene 40 años!
-Yo sí, pero los niños de Cuarto “B” tienen una relación saludable conmigo y si me despide de esa forma estaría faltando no solo al reglamento antes citado sino también a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que tiene status de constitucional.
Hasta que ella explota:
-¡¡BASTA!! ¡¡¡BASTA!!! ¿Tiene los nombres o no?
Sin inmutarse, el Preceptor Rodríguez continúa:
-…que a la postre habría que refrendar en trámite ministerial vía la Corte Suprema primero y la Corte Internacional de la Haya luego, si es que se sienta jurisprudencia para…
Finalmente, ella explota:
-Si lo terminamos ahora le doy un mes de vacaciones.
El Preceptor Rodríguez enmudece, suspira y abre una de sus carpetas.
Comienza a dictar:
-Ávalos, Aguirre, Artusi,
Beltrán, Bolsen….
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