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miércoles, 11 de febrero de 2015

Chacapeaks: Metal

Para Diario Cuatro Palabras


Mira el arma y piensa: ¿Debe usarla?
Mira el arma y piensa: ¿Qué es la verdad?
Mira el arma y piensa: ¿Qué es la realidad?

El comisario Ramírez sabe que no debe hacerse esas preguntas filosóficas cuando está solo en su despacho y el silencio lo abruma. Es que aunque nunca lo confiesen, los policías odian el silencio. Viene asociado a guardias largas y aburridas, en las que no hay nadie para charlar, vigilar o arrestar. También significa la muerte, la pérdida, el fin. Si hay tiros o gritos, su rol en la sociedad está justificado. Si no, no.

Curiosa paradoja (I) que quienes deban velar por la seguridad de los demás prefieran la inseguridad para sentirse útiles.
Curiosa paradoja (II) que ahora que Ramírez es comisario quiera ser oficial para poder estar en la calle con sus amigotes, salvando a los chacabuquenses del mal.
Curiosa paradoja (III) que el comisario tenga que sobrevivir a ese silencio eterno sin comerse la cabeza con deliberaciones metafísicas por haber hecho bien los deberes.

La culpa es de su hijo: justo esa semana había visitado al Marcelo, que tenía esos berretines de culto. Por suerte se los había podido sacar para que se alistara a la fuerza como él, pero al Marcelo le gustaba leer. Y ahí estaba, sobre la mesa del living, entre los juguetitos de sus nietos “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, de un alemán del que sólo recuerda que se llama Federico. Y ahí leyó, el temible comisario Ramírez, una frase que haría trizas toda su cosmovisión del mundo, aún cuando no supiera que existiera algo así como una cosmovisión del mundo. Aún cuando a eso él lo llamara simplemente “la vida”.

En el librito del alemán sobre la mesa de su primogénito, leyó: “Las verdades son  ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora consideradas como monedas, sino como metal”.

El comisario Ramírez mira el arma y piensa: ¿Era verdad o mentira lo que había pasado en 1991? ¿No había levantado a una pibita en la ruta que salía de bailar? ¿No la habían engatusado con sus compañeros de turno con que la iban a llevar a su casa? ¿No la habían violado entre todos? ¿No la habían tirado en un descampado por ahí?
El comisario Ramírez mira el arma y piensa: ¿él mira el arma o el arma lo mira a él?

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