Mira el arma y piensa: ¿Debe usarla?
Mira el arma y piensa: ¿Qué es la verdad?
Mira el arma y piensa: ¿Qué es la realidad?
El
comisario Ramírez sabe que no debe hacerse esas preguntas filosóficas
cuando está solo en su despacho y el silencio lo abruma. Es que aunque
nunca lo confiesen, los policías odian el silencio. Viene asociado a
guardias largas y aburridas, en las que no hay nadie para charlar,
vigilar o arrestar. También significa la muerte, la pérdida, el fin. Si
hay tiros o gritos, su rol en la sociedad está justificado. Si no, no.
Curiosa paradoja (I) que quienes deban velar por la seguridad de los demás prefieran la inseguridad para sentirse útiles.
Curiosa
paradoja (II) que ahora que Ramírez es comisario quiera ser oficial
para poder estar en la calle con sus amigotes, salvando a los
chacabuquenses del mal.
Curiosa paradoja (III) que el comisario
tenga que sobrevivir a ese silencio eterno sin comerse la cabeza con
deliberaciones metafísicas por haber hecho bien los deberes.
La
culpa es de su hijo: justo esa semana había visitado al Marcelo, que
tenía esos berretines de culto. Por suerte se los había podido sacar
para que se alistara a la fuerza como él, pero al Marcelo le gustaba
leer. Y ahí estaba, sobre la mesa del living, entre los juguetitos de
sus nietos “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, de un alemán
del que sólo recuerda que se llama Federico. Y ahí leyó, el temible comisario Ramírez, una frase que haría trizas toda su cosmovisión del
mundo, aún cuando no supiera que existiera algo así como una cosmovisión
del mundo. Aún cuando a eso él lo llamara simplemente “la vida”.
En
el librito del alemán sobre la mesa de su primogénito, leyó: “Las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas
que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han
perdido su troquelado y no son ahora consideradas como monedas, sino
como metal”.
El comisario Ramírez mira el arma y piensa: ¿Era
verdad o mentira lo que había pasado en 1991? ¿No había levantado a una
pibita en la ruta que salía de bailar? ¿No la habían engatusado con sus
compañeros de turno con que la iban a llevar a su casa? ¿No la habían
violado entre todos? ¿No la habían tirado en un descampado por ahí?
El comisario Ramírez mira el arma y piensa: ¿él mira el arma o el arma lo mira a él?
No hay comentarios:
Publicar un comentario