Sentime Rosa, te digo que los vi juntos en la plaza
ayer, que sí, oime, es divina, rubiecita, flaca: se te escapó el Méndez para la
Romina, nomás. Pero no mujer, mirá si va a ser maricón, te estoy explicando que
los vi dando una vuelta en la plaza el primero, se ve que vino a pasar año
nuevo con la familia, así que si ya la presentó, listo, este año tenemos
casorio. Además vos viste cómo es Marta, que quiere ubicarlo al Martín cuánto
antes y que se vuelva a vivir acá. Andá avisándole a la Romina porque le va a
caer pesadito, con todo lo que intentó convencerlo de que se la llevara con él
a Capital, ya está, perdió el buque pobrecita. Para mí que sí, o capaz se casa
de apuro, no sé, lo que te digo es que la vi lo más bien y es una chica
preciosa. Se parece mucho a la otra, la Robledo, te acordás, que la trajo de La
Plata cuando fue a estudiar. Ah, justo el otro día vino Laurita a probarse y me
comentó que esa consiguió marido en Córdoba, que ahora vive allá, se conoce que
Martín le rompió el corazón cuando se fue, sí, Laurita se hizo un vestido para
la fiesta de egresados. Bueno, calmate, no te digo que sea más linda que la
Romina pero ya está, listo el pollo, tardepiaste y a llorar a la iglesia. No, tampoco
más linda que la Jessica porque vos sabés que tengo debilidad por mi sobrina,
pero esta chica, Carla se llama, se nota que es de Capital, viste traen esos
aires y a la Jessica le falta mundo. Te digo Rosa, se lo engancha, palabra.
Además es el jefe de ella él, es gerente en la empresa donde trabajan, sí, claro, siempre fue
muy emprendedor, pero por eso, él sí que es un partidazo, no como el hermano,
para mí que ese sí es medio desviado, está todo el día leyendo, me dijo la
Susana que es portera del colegio que ni amigos tiene el pobre Fede, pero
Martincito yo creo que sí, que ya está para poner el gancho.
Carla volaba de la felicidad. Finalmente su jefe se
había dado cuenta de lo mucho que lo quería. Tanto, que le pidió que la llevara
a pasar año nuevo con su familia a Chacabuco. A Martín le pareció exageradísimo
pero qué iba a hacer, de Carla dependía mucho de su futuro. En la fiesta de fin
de año de la empresa, borracho, le confesó todo: que le gustaban los hombres,
que nunca lo iba a poder blanquear y que necesitaba una tapadera para su
familia, sus amigos y la empresa. Hecho, contestó ella y armó el bolso para
arrancar el año nuevo con todo.
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