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miércoles, 24 de diciembre de 2014

ChacaPeaks: Orsai

Para Diario Cuatro Palabras


Está temblando. Sí. No sabe por qué pero está temblando. Solo, en el vestuario del club. Desnudo, debajo de la ducha. Solo y desnudo tiembla, mirando la junta de los azulejos. Solo y desnudo tiembla, el que hace temblar a los demás. Solo y desnudo tiembla, el imponente y temerario Santiaguito Ramírez, hijo menor del patrón del pueblo. Que con 18 años ya había demostrado su hombría más de una vez en los bailes, en la cancha, donde fuera. Que con solo 18 años era respetado por todos y todas. Que con apenas 18 años ya decía lo que había que hacer y lo que no en su curso, su colegio y su barrio. Y ahí está, el terror de los niños y las señoras: solo, desnudo y temblando, sin saber por qué.

No es miedo. El no puede tener miedo. No se permitiría nunca que un Ramírez tuviera miedo. Los hombres como su abuelo, su padre, su tío o sus hermanos no temían, no temblaban, no dudaban nunca. Hacían lo que tenían que hacer. Hacían lo que sabían que tenían que hacer: mandar. Por algo eran todos policías. Por algo él también sería policía. ¿O acaso podía ser otra cosa? No. Los Ramírez eran policías, machos y héroes. Eran necesarios. Qué sería del mundo sin los Ramírez. Hombres valientes, convencidos, determinados, sin miedo. Mientras tanto, sigue temblando.

No es frío. Ya en diciembre uno se puede bañar tranquilo. Así que suponiendo que el agua estuviera helada tampoco es por eso. Acaba de jugar un partido, tiene el cuerpo todavía caliente. Quizás el choque entre el calor de su piel y el frío del agua hace que los músculos sufran algún espasmo, quizás es la desnudez, quizás es el viento que entra por la ventanita del vestuario. Mientras tanto, sigue temblando.

Te-marcaron-pibe-ya-está-viajás-en-febrero. 8 palabras. 38 letras. 16 vocales. 22 consonantes. 3 verbos. Santiago Ramírez jugaría para River Plate. No solo se iría de Chacabuco, sino que no sería policía. Y mejor: no tendría que seguir soportando los golpes de su padre, las corruptelas de toda su familia, los abusos de sus hermanos con las mujeres del pueblo.

Pero entonces debía explicarle al Sargento Ramírez que no sería el hijo que él quería. Que no haría lo que se esperaba, no seguiría el legado, no atemorizaría a nadie. Imposible. No había forma. Sabía todo. Había lavado ya muchísimos trapitos. Tenía demasiada información, guardaba demasiados secretos. Su padre jamás autorizaría que se fuera. Y ahí entendió: a lo único que le tiene miedo un Ramírez es a otro Ramírez. Mientras tanto, sigue temblando.



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