El día del segundo paro general que los gremios con mayor poder de presión
política le hicieron al gobierno de Cristina Fernández caminé hasta el cine
Espacio INCAA KM 3 para ver “Mika, mi guerra de España” (Fito Pochat y Javier Olivera, 2013). Parecía un plan interesante: ver una película política el día en el
que la política había finalmente salido de la esfera de los diarios y noticieros
y se había materializado para el común de la gente en la ausencia. Lo que
faltaba (los medios de transporte) era mucho más potente que lo que sí estaba
(los comercios abiertos, la policía en las calles, los chicos yendo a la
escuela). Vacía como pocas veces, Buenos Aires parecía parte de una película
futurista de apocalipsis zombie.
El espacio INCAA KM 3 (ArteCinema) se encuentra en Salta 1620, en pleno
barrio de Constitución, un lugar que uno no relacionaría con el cine de forma
directa sino con un montón de otras cuestiones poco artísticas. Como muchas otras
cosas que sí funcionaban en la ciudad, ofrecía películas a ocho pesos y nos
invitaba a matar dos horas de abulia de feriado con un documental. Uno podría
pensar, siguiendo con la larga lista de prejuicios que estamos desarrollando aquí,
que un documental es aburrido, pero siempre me gustaron los documentales. En
este caso, todos los prejuicios cayeron sobre mí para demostrarme que me gustan
solo algunos de ellos: los que además de educar, entretienen.
La película cuenta la vida de la argentina Mika
Etchebéhère -o Micaela Feldman de Etchebéhère, quien junto a su marido a fines
de la década del 20 emprenden un largo viaje en busca de la revolución que los
lleva a recorrer Berlín, París y finalmente tras el triunfo del Frente Popular,
Madrid. Pocos días antes del inicio de la contienda, encontramos a nuestros
militantes de exportación encolumnados tras Partido Obrero de Unificación
Marxista, el POUM, del que Mika será capitana.
Hasta aquí la historia se cuenta sola ¿Qué mas aventurero y entretenido
que dos argentinos por el mundo buscando donde explotará el nuevo foco
revolucionario para convertirse en parte? Pero lamentablemente esta película es
todo menos entretenida y acá es donde peca de tradicionalista y
antirrevolucionaria: el documental es pura tristeza. El marido de Mika muere
asesinado por el enemigo, la revolución es intervenida por el estalinismo, el
POUM se convierte en marginal, gana el franquismo, etc. Así las cosas el derrotismo
avanza sobre cualquier otra sensación. Pero más allá de lo triste de la
realidad que retrata, los recursos que
utiliza el film son los que contribuyen a una sensación de tristeza
generalizada: el libro de memorias de Mika narrado en off por Cristina Benegas,
entrevistas en blanco y negro, fotos en planos demasiado anticuados para la era
del videoclip y archivo documental genérico de la época son algunos de ellos.
En resumen: si uno logra sortear el aburrimiento, aparece la sensación de
que la política solo es desazón, tristeza, trauma. Aparte, “Mika” no solo
aburre sino que también deja baches narrativos tan importantes que asumimos que
tampoco pretende educar, ni retratar la época, así que se convierte rápidamente
en un film de nicho: solo aquellos que saben historia pueden disfrutarla ya que
no se reconstruye nada del contexto ni las condiciones en que la Revolución Española
se llevó adelante. Mucho menos muestra las contradicciones que la izquierda
nacional atravesaba en nuestro país en la década del veinte y que expulsaron a
estos dos eternos combatientes de nuestras tierras.
Salí a la calle pensando en aquellas cosas que se hacen con una intención
y que, al resultar de mala calidad, son doblemente contraproducentes para con
aquel punto inicial. Una película que ensalza la vida de una militante pero que es aburrida y poco didáctica termina ahuyentando
a la gente de la política. Pero claramente la
culpa es mía, que salgo a la calle un día en el que hay que quedarse viendo
noticieros, esos mini-documentales cotidianos que sí enganchan a la población, politizan
a la sociedad, entretienen y educan, aunque probablemente no en el sentido en el que le
gustaría a Mika o sus amigos marxistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario