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martes, 4 de febrero de 2014

Carnaval con historia

Para Sur Capitalino


“Los Linyeras de La Boca” no es una murga cualquiera. De hecho ni siquiera es una murga, sino que se define como una “Agrupación coral, musical y recreativa” que mantiene el nombre original desde 1951 cuando se fundó en el antiguo Café “Pasalaqua” de Brandsen y Almirante Brown y que actualmente es reconocida en toda la ciudad como una de las más originales manifestaciones del antiguo carnaval, donde la música, el canto y el grotesco se funden en un espectáculo diferente que lleva el patrimonio del barrio donde vaya. 


Hombres y mujeres de todas las edades junto con chicos y adolescentes forman parte de esta agrupación que en un comienzo no tenía uniforme de corso tradicional por el origen humilde de sus participantes pero que hoy sigue manteniendo la costumbre de hacer disfraces con viejas prendas para emular personajes de todo tipo, incluida una actuación estelar de la presidenta. Es que Marta Korach, una de las integrantes, cree que al disfrazarse de Cristina Kirchner la homenajea, y más de uno incluso cree al verla que es la verdadera mandataria. “Cuando vamos los corsos llamamos la atención porque somos distintos”, cuenta Marta y explica otras diferencias con respecto a la tradicional danza carnavalesca: “el baile que hacemos no tiene saltos, viene de de Génova, de cómo caminaban entre las piedras”. 


El tema de la tradición genovesa es fundamental para explicar el valor agregado que tienen “Los Linyeras” en el circuito de Carnaval porteño. En ese sentido, otra de las integrantes, Teresa Stambazzi, ve en la agrupación una herramienta de difusión de la rica historia que tiene La Boca. “El carnaval es patrimonio de nuestro barrio porque los que traen los corsos es los italianos y nosotros somos sus descendientes”, cuenta. La tradición aparece en el baile y los disfraces pero también en los instrumentos que utilizan, típicos de las murgas de la década del ‘50 como los martillos, zambomba, fuzzo, tilín, redoblantes, acordeones y bandoneones. Estas particularidades hacen que “Los Linyeras” pueda incluir tanto a gente que sabe tocar un instrumento como aquel que solo quiera divertirse y salir a bailar disfrazado de algo. Así se sumó el marido de Elizabeth Rodríguez y luego ella, que al principio pensó que tendría vergüenza pero ahora hace disfraces para toda su familia. En este caso, el carnaval se lleva en la sangre. “Mi marido quería salir al corso desde muy chico porque sus tíos lo hacían, así que volvimos todos a ser niños”, cuenta Elizabeth. Es que la familiaridad entre los integrantes de este grupo, que son amigos y vecinos además de compañeros de baile y viajes hacia los corsos de toda la Ciudad, hace que puedan manifestarse de forma libre sin atarse a las convenciones del género carnavalero. “Los chicos de las otras murgas nos esperan con mucho respeto y cariño porque aportamos un plus”, explica Marta. 


“Somos unos anarcos” dice Stambazzi para resumir el espíritu del grupo y esa es parte la mística del asunto: se convoca a los vecinos a salir, a participar, porque no es necesario tener ninguna preparación. Este fue el caso de Claudia Álvarez, una de las voces principales junto a Rosa Dolcini, que se sumó a “Los Linyeras” cuando a su hijo de cinco años lo convocaron para formar parte de la agrupación luego de dar un taller de percusión en la colonia de la Escuela N°11. “Un día necesitaban una cantante y me ofrecí”, cuenta Claudia, para quien “Los Linyeras” son casi como su familia, ya que todos sus hijos se terminaron sumando. “El más chico hasta salió en cochecito”, recuerda. Pero la falta de profesionalismo no tiene que ver con la falta de talento, en ese sentido, Korach comenta que “cantamos todos aunque haya voces mejores, depende quién se anime y cómo se vea para cada puesto”. Desde el punto de vista musical, hace un par de años que a “Los Linyeras” los acompañan “Los Fandango”, un “combo de música tradicional” que se suma siempre a los músicos del grupo entre quienes se destaca el bandoneón de Nicolás Solazzi y la presencia estelar de “El Pato”, que formó parte de la primera reunión de la agrupación en 1951. 


“Somos una familia hermosa” define Álvarez y con eso explica el corazón de este grupo vecinal que, nacido hace más de 50 años en La Boca, sigue representando el espíritu del barrio y los orígenes del carnaval por los corsos porteños.


Teresa Stambazzi: 4303-4188 / 15 5378-1878


Con las raíces bien al sur

Para Sur Capitalino






     “Las Orillas” es una banda de tango, murga y candombe que se formó en 2011, nació en la performance en vivo, el encuentro con la gente y crece año a año a partir del boca a boca que se da entre los vecinos del barrio de Barracas donde casi mensualmente se presentan en diversos espacios culturales. Con la voz de Bárbara Aguirre, la guitarra de Matías Burgarelli y la percusión de Bernardo Santiago, este grupo intenta hacer una fusión entre el tango y los ritmos más afroamericanos de la zona sur de nuestra ciudad, con la mirada puesta en las raíces, pero también en la renovación de estos géneros.

En diciembre de 2011, los dueños del Bar “Los Laureles” (Av. Iriarte 2290; Barracas) estaban en busca de espectáculos en vivo y la cantante y artista popular Bárbara Aguirre había comenzado a indagar en los ritmos latinoamericanos más allá de su repertorio de tango tradicional. Con una formación profesional como psicóloga y una amplia y multifacética trayectoria en el Circuito Cultural Barracas (actúa, canta, toca tambores, baila afro), Aguirre consiguió rápidamente un guitarrista que la secunde para poder darle forma al espectáculo que le pedían desde el tradicional bar. Pero el cancionero que ya manejaba se nutrió de otras cosas, a partir de la propia trayectoria de Aguirre que, muy influenciada por sus vecinos uruguayos y sus años de murgas vecinales, le imprime una faceta más rioplatense a tangos tradicionales. “Nuestro repertorio tiene obras del tango clásicas, pero se enriquece mucho con lo que tiene que ver con el carnaval de los años 20”, explica la cantante. Este viaje en el tiempo musical busca recrear cuestiones vinculadas con el carnaval como hecho social, artístico y político. “Las historias del carnaval son muy lindas, que hablan de una época, de una forma de vivir en el barrio”, explica Aguirre



Ya instalados en la escena musical local, “Las Orillas” generalmente convoca otros músicos y bailarines a sus shows y  han ido adquiriendo reconocimiento entre los vecinos pero también de otros espacios culturales. En septiembre tocaron en el teatro IFT y también se los pudo ver en varios festivales independientes de la zona sur. En ese sentido, tanto el carnaval como los ritmos rioplatenses están volviendo a esas antiguas dinámicas de payadas grupales. Aguirre asume que su rol entonces es “fomentar que las bandas puedan tocar en los carnavales, que se recicle esa vieja costumbre donde tocaba una murga, después un número de humor, etc.” El objetivo es volver a darle al carnaval la impronta musical que perdió con los años, y para eso “Las Orillas” introduce temas que no son muy conocidos pero que pegan en la gente. “El carnaval es algo que está ahí y que  te lleva a cuestiones de tu infancia, a tus raíces”, comenta Aguirre a la vez que señala que sus canciones movilizan a público de todas las edades: “en nuestros recitales la nieta agarra a la abuela y se pone a bailar, no porque sean bailarines, sino desde un lugar más familiar.” Lo colectivo, lo vecinal, tiene una presencia muy importante en las presentaciones de la banda, porque los shows aglutinan una movida cultural muy nutrida que se da en el barrio a partir de la confluencia de ritmos y tradiciones y la vuelta a los feriados de carnaval ayudó para que se impulsara todo el movimiento.

Con respecto a la cuestión social que atraviesa este tipo de expresiones, sin duda el Circuito Cultural Barracas sigue teniendo una importancia relevante en el barrio. En relación a esto, la voz de “Las Orillas” destaca que: “el encuentro en las propuestas populares en las que participamos  es muy transformador socialmente, porque la gente no se queda en la casa.” A partir de estas propuestas populares, los vecinos no sólo pueden acceder a actividades culturales gratuitas sino que también comienzan a modificar su relación con el entorno. En palabras de Aguirre: “la cultura permite salir, encontrarse, transformarse, empezás a ser parte de un grupo y eso cambia la percepción que tenés de tu comunidad, de tus vecinos, de lo que podés hacer en el barrio.”



Para shows y contacto:


La educación sentimental

Para Marcha


Se estrenó en Buenos Aires el jueves La vida de Adéle que además de ser la ganadora del último Festival de Cannes aporta una controversial mirada sobre el universo femenino y las relaciones homosexuales. 

Ir a ver La vida de Adele esperando un film sobre lesbianismo es por lo pronto un poco tribunero, por no decir decididamente morbo, pero hay que reconocer que las escenas de sexo de la película son de alto impacto visual y probablemente también sea por ellas que se ha ganado la Palma de Oro de Cannes el año pasado. Las protagonistas, Adèle Exarchopoulos -diecinueve años cuando rodó la película- y Léa Seydoux (ya internacionalmente reconocida por participar de Medianoche en París de  Woody Allen y Bastardos sin gloria de Tarantino), recibieron junto con el director Abdellatif Kechiche el premio, en una ceremonia donde Steven Spielberg (Presidente del jurado) dijo que quería mostrarle a su hijo la película y en la que quedó claro que sin ellas el film no tendría la intensidad que tiene.

Sin embargo, en sus intensos 180 minutos, La vie de Adéle muestra el universo intimo de su protagonista más allá de la relación con su novia y nos acerca tanto a ella que hasta podríamos decir que es un documental que prescinde de conflicto porque el propio trascurrir vital de esta joven francesa es el conflicto en sí. Se podría arriesgar aún más y decir que La vie… es una película de personajes y no de acontecimientos. Y hasta se podría anular todo diálogo y convertirla en un mero documento de los años que esta adolescente atraviesa desde su despertar sexual hasta la entrada en una vida adulta. Los primeros calores, los primeros besos, los acercamientos torpes y desenfrenados, la inseguridad y los celos van dando lugar a una madurez emocional que se le nota a Adéle en sus decisiones y en sus gestos.

Pero eso no es todo. La ganadora de Cannes que acaba de estrenarse en Buenos Aires trae adjunta una controversia en torno a su origen y a su costado más político y menos poético. Una de las cosas que más llamó la atención fue que estuviera basada en un cómic, ya que este tipo de diálogos creativos entre el arte gráfico y el cine suelen referirse generalmente a superhéroes y/o novelas de acción o aventuras. De hecho es la primera vez que el jurado francés premia una película con ese origen.
La vie… se inspiró así en Azul es el color más cálido, el cómic que en 2010 publicó la dibujante francesa Julie Maroh, reconocida militante homosexual en su país que se distanció (y mucho) del film una vez estrenado. Si bien Maroh aceptó que Kechiche adaptara su obra rápidamente se desligó de la película: “Para mí, esta adaptación es otra versión/visión/realidad de la misma historia», le confio al ABC español en una entrevista a mediados de 2013.  Pero los mayores problemas no son de forma sino de contenido, ya que a la dibujante no le convenció la visión que Kechiche trasladó a la película de la vida sexual de las protagonistas: “A excepción de algunas escenas, me parece una exhibición brutal, quirúrgica, exuberante y fría del sexo entre mujeres, convirtiéndolo en pura pornografía, y eso me pareció de muy mal gusto”, dijo la artista. Por su parte, Kechiche dejó de lado la controversia con respecto a la película: "Preferí olvidarme de posibles mensajes", dijo el realizador al ganar la Palma, apenas unos días después de que Francia se convirtiera en el decimocuarto país en el mundo en legalizar el matrimonio homosexual, tras las concurridas marchas en París en contra de la medida.

Finalmente, el tanque francés coproducido con España y Bélgica también trajo cola alrededor de las condiciones de producción. Las actrices se quejaron de las extensas jornadas de grabación y de la presión de Kechiche para repetir algunas escenas, sobre todo las sexuales. Por otro lado, un sindicato y una asociación de técnicos franceses salieron a denunciar al director tunecino por falta de cumplimiento de los contratos. Por su parte “No volvería a filmarla”, fue toda la contestación que Kechiche le dio a la prensa internacional tras estos conflictos.

Una historia poco usual, una intensidad desmedida y más de una controversia hacen así de La vie de Adéle una película para mirar atentos a lo que sucede dentro y fuera de la pantalla.
Ficha técnica
La vie d'Adèle (Francia, 2013). Dirección: Abdellatif Kechiche. Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalya Lacroix (Novela gráfica: Julie Maroh). Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi. Productora: Wild Bunch / Quat'sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC. Duración: 180 minutos.

Más allá de Tony Soprano


Para Marcha


Sigue en cartel Una segunda oportunidad, uno de los últimos films que James Gandolfini hizo antes de morir y atrae a sus fans pero que esconde, a la vez, una red interesante de personajes y miradas sobre la realidad de la clase media norteamericana.

"Estoy cansada de ser graciosa" es una frase que puesta en boca de la actriz sinónimo de comedia de los 90’s es por demás sugestiva. En este caso Julia Louis-Dreyfus -la Elaine de Seinfeld- está mostrando su faceta menos cómica al lado de un gigante James Gandolfini, en la nueva película de Nicole Holofcener y la última del actor de Los Soprano antes de morir, Enough Said.

La historia parece lineal y aburrida: dos cuarentones divorciados intentan engancharse con sus mañas y el pasado a cuesta en Una segunda oportunidad amorosa. Hasta aquí nada que no hayamos visto en el El espejo tiene dos caras (Barbara Streisand, 1996) o Un día inolvidable (Michael Hoffman, 1996), entre otras. Pero entonces aparece el componente neurótico del siglo XXI por excelencia: la sobreinformación. Al mismo tiempo de Dreyfus arranca su relación con Gandolfini, empieza a hacerse amiga de la ex (sin saber que ese deplorable sujeto del que le habla su nueva conocida es su actual novio). Esto le dará una cantidad de detalles privados e innecesarios que harán que confunda sus verdaderas impresiones con lo que los demás piensan. En una primera mirada, estos componentes podrían dar cuenta de un esquema de comedia de enredos clásico, donde el engaño involuntario mueve las acciones, pero Holofcener no busca en la mentira el motor del relato, sino todo lo contrario. Demasiada verdad, podría ser el título de la película que indaga justamente en lo que se dice de más, lo que no queremos saber, o no necesitamos saber. La pregunta que ronda todo el film es sin duda ambiciosa, aunque no se contesta: ¿Se puede amar lo que otro descartó?

Pero Holofcener no es una novata en asuntos de matices y tiene una forma de contar en la que los personajes se entrelazan en conflictos que no son directos, que aparecen de forma latente, generando un clima de tensión que conmueve doblemente: vemos que la contradicción existe pero no explota. También esto se filtra en sus elecciones a la hora de dirigir televisión: la vemos en capítulos de Sex and the City, Parks and Recreation y Six Feet Under. Con una mirada personal, cercana a un cine independiente pero consciente de los conflictos más generales de la clase media o media alta norteamericana, los problemas de sus personajes son más universales que coyunturales (en general todos viven vidas acomodadas en Manhattan o grandes ciudades). Sin embargo, la potencia de esa angustia que no se resuelve con dinero aparece una y otra vez, tanto en Enough said como en otros films. Aquí recomendamos otros ejemplos:

Please Give: (Encuentros en Nueva York, 2010): Cuatro historias entrelazadas por medio de un departamento que habita una señora muy mayor con sus nietas huérfanas de madre y que un matrimonio vecino que quiere comprar, en pleno centro de Nueva York. Culpa, miedo, silencios e infidelidades se cruzan en una historia prima de las mejores obras de Woody Allen al estilo Maridos y esposas (1992) o Hannah y sus hermanas (1986) 

Amigos con dinero: (Friends with Money, 2006): Cuenta la historia de cuatro amigos infelices-sin-saber-por-qué, ya que el desempeño profesional o el desarrollo material esconde ciertas inconformidades existenciales. Una exitosa diseñadora de modas que se ha abandonado un poco y cuyo marido podría ser homosexual, una multimillonaria que aparenta tener una vida familiar perfecta y una guionista con serios problemas de ira conviven con Olivia, la más joven del grupo, interpretada por una irreconocible gris Jennifer Aniston, que trabaja limpiando casas y persigue a un antiguo amante. 

Lovely & Amazing: (2001): Es la historia de una mujer entrada en años y la relación con sus dos hijas biológicas y su hija adoptada. Los conflictos que aparecen son todos vinculados al rol de la mujer en la sociedad (la sexualidad, la belleza, la relación con los hijos y el sexo opuesto) en tres edades y momentos vitales diferentes: la menopausia de la madre, la crisis de media edad de una de las hermanas y los conflictos infantiles vinculados con la aprobación de los demás en la pequeña niña.

Ficha técnica:
Una segunda oportunidad (Enough Said, Estados Unidos/2013; hablada en inglés)/ Dirección: Nicole Holofcener/ Guión: Nicole Holofcener/ Fotografía: Xavier Pérez Grobet/ Edición: Robert Frazen/ Música: Marcelo Zarvos/ Elenco: Julia Louis-Dreyfus, James Gandolfini, Catherine Keener, Toni Collette, Ben Falcone, Eve Hewson, Amy Landecker/ Distribuidora: Fox/ Duración: 93 minutos/ Calificación: apta para todo público con reservas.