Todavía recuerda el diálogo como si fuera hoy, pero lo
reescribe adornándolo un poco:
-¿Cómo es eso de que no te gustan los libros que mando para
leer? – le pregunta preocupada en el recreo Sofía, la nueva profesora de
literatura, a un Federico Méndez absorto en la lectura de “En las montañas de
la locura” que, lógicamente, no era obligatorio.
-No pasa nada, profe, la banco igual –contesta con risas
Fede, un poco sorprendido de que la docente linda y capitalina le hable.
-Me interesa tu opinión, quisiera saber qué tendría que
mandar a leer, ya que vos fuiste a la universidad y yo no- le responde
socarronamente Sofía y se le sienta al lado.
-Fantástico, profe, todo lo más fantástico que pueda, algo
que nos haga volar de este pueblo infecto- retruca rápido Fede.
-A mí me gusta Chacabuco, me están tratando muy bien-
contesta Sofía.
-Claro, porque no conoce a nadie, por eso –vuelve a retrucar
Fede.
-Sí conozco, la conozco a mi tía Rosa, a las chicas del
barrio, a las chicas del colegio y te conozco a vos y no me pareces nada
infecto.
Termina de escribirlo, cierra la revista y mira por la
ventana. Debajo de su cama, en ese santuario personal donde nadie entra, están
apiladas y cariñosamente escondidas de las garras de cualquiera los doce números
de “ChacaPeaks”, su creación. Sí, se las tenía que mostrar a ella, la única que
podría valorar que hubiera confeccionado doce revistas con las historias más
fantásticas de todos los tiempos y dibujos propios. ¡¡¡Si hasta le había hecho
un cómic con la historia de su novio golpeador con el título “La letra con
sangre no entra”!! Pero a la vez temblaba de miedo de pensar qué dirían sus
compañeros si se enterarán que él en lugar de pasarse el día jugando a la Play o al fútbol, se quedaba encerrado
escribiendo y dibujando. Que era un pelotudo dirían, como siempre. Pero ella
era diferente, ella era mejor. Y quizás, sólo quizás… ella podría mostrárselas
a la editora del Diario Cuatro Palabras,
que vivía en su barrio. Escribió el guión del encuentro para asegurarse de que
existiría. Si estaba escrito, pensaba, existía.
-Profe, le traje las revistas que le comenté, en la número dos
empieza una historieta sobre violencia de género, capaz la quiere leer.
-Qué interesante Fede, te felicito, las voy a ver en mi
casa.
-Como quiera, profe, espero que no le importe que haya un
personaje con su nombre.
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