Para Diario Cuatro Palabras
Me llega un mensaje: Papá se suicidó.
Y yo pienso: ¿Qué? Y contesto cualquier cosa.
Me repiten: Papá se suicidó.
OK.
Papá se suicidó.
Eso.
El temible Sargento Ramírez, la voz de mando de todo Chacabuco, se pegó un tiro.
Mi papá, que me cagaba a trompadas a mí y a quien se le pusiera adelante, se murió.
Peor, se suicidó. Como un cagón, como una rata.
Estoy en la combi yendo para su velorio y en lo único que puedo pensar es en la frase “Papá se suicidó”.
Qué pelotudo, también pienso, pero no lo digo.
Y trato de dormir.
En
el velorio entendí todo. Papá se suicidó pero lo dibujamos como un
enfrentamiento porque la moral del pueblo, imaginate, me dice mi hermano
Marcelo, el subcomisario. Este pueblo no tiene moral, le contesto.
Bueno, es importante para los vecinos que no se sepa nada, pensá que
papá tiene una imagen que mantener, me retruca Marcelo. Imagen de
mierda, pienso, pero no lo digo. Lo que sí digo es: Ok, si se pegó un
tiro con la reglamentaria cómo lo van a disfrazar de enfrentamiento,
pelotudos.
Dije pelotudos en el velorio de mi papá.
Sí, lo dije.
Un
asunto interno, me despacha rápido Marcelo. Interno con quién, ¿con el
oficial dos en una comisaría de pueblo?, pienso pero, otra vez, no lo
digo. No importa, Santiago, vos tenés que volver, por mamá, me tira
Marcelo. ¿Qué? ¿Volver? ¿Volver al pozo? Antes me suicido yo también.
En
el velorio entendí todo. Entendí como mis sueños de jugar en la primera
de River se desvanecían por los aires porque tenía que volver a
Chacabuco, porque mi papá era un cagón que se había pegado un tiro. Eso
también lo pensé, nunca podría haberle dicho “cagón” a mi papá, pero mi
papá nunca se había suicidado antes, tampoco.
Papá se nos fue,
Santito. Dice Mamá. Necesito que te encargues con tus hermanos de las
cosas. Dice. Total en el club te esperan. Mamá. Que esté en el cielo
orgulloso de vos. Papá. Que te acuerdes de cuando eras chico. Papá
cuando yo era chico. Que le dediques un gol. Papá y yo jugando al
fútbol.
En el velorio entendí todo. Me lo contó Marcelo. Papá
tenía cáncer de próstata. No se la iba a bancar. Mamá no lo sabe, no le
digas, me pide.
Pienso en papá, pienso en la reglamentaria.
Pienso en volver.
Pienso que no se puede volver al lugar del que nunca te fuiste.
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