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jueves, 21 de mayo de 2015

ChacaPeaks: Cosecharás tu siembra


Carla y Martín Méndez salen del Registro Civil casados pero son la pareja menos pareja del mundo.
Ella es de zona norte de la Capital, educada en colegio de monjas, excelsa jugadora de hockey, flamante licenciada en relaciones públicas con honores de universidad privada y bilingual skills. Él lo más cerca que llega a ese universo es a haber jugado al rugby de chico, lugar que recuerda con cariño porque fue donde descubrió su homosexualidad.
Se conocieron trabajando en Electronika S.A., empresa en la que Martín llegó a gerente de forma meteórica. Solo desde chico en la gran ciudad, había logrado más que lo que muchos de sus compañeros de escuela, pero bastante poco para sus ambiciones. Casarse con Carla era, entonces, un escalón más en esa ruta directa al éxito que significaba tener una familia con conexiones y dinero en Buenos Aires. Pero, sobre todo, casarse con ella sería olvidar su verdadero deseo, el difunto Juancito Artusi. En el caso de Martín, muerto el perro – Artusi-, la rabia -el amor- se había triplicado. Y por eso debía casarse con Carla cuanto antes, para enterrar para siempre ese deseo, esa noche juntos, la noche de su muerte.
Ella veía en él todo lo que no tenía su padre. Era un pibe de barrio y eso lo hacía exótico, gozaba de toda la picardía que le faltaba a sus habituales pretendientes, un cuerpazo a fuerza de horas de gimnasio y encima, le había dicho que la necesitaba. Fue el mismo día que le confesó todo: la historia de Juancito, cómo se habían conocido, se habían enamorado y habían negado que se querían. Cómo se había muerto Artusi no lo contó, pero sí le dijo que estaba enterrado.
Carla nunca quiso saber si ese entierro era literal o metafórico, o no le importó averiguarlo porque Martín le dijo que la necesitaba, que no quería ni podía blanquear su situación ni con su familia ni con la empresa ni con nadie. Y le dijo también que ella era su salvavidas. Para ella, que siempre había sido la hija de, la hermana de, la amiga de, que alguien la necesitara funcionó como un reloj. Cuando lo presentó en su casa entendió la mejor parte: como su madre lo detestaba, estar con él era una manera de decirle que nunca sería como ella.
Carla y Martín Méndez salen del registro civil casados. Sus hijos serán hermosos, su casa será hermosa, su vida será hermosa. Nada parece advertir que algunas cosas que parecen enterradas, en realidad han sido sembradas.

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