Que la ciudad de Buenos Aires es una inmensa bolsa de cocaína es una
imagen que aparece una y otra vez en los baños de todos los boliches y
bares de todas las clases sociales de este páramo de la desolación en el
que vivimos que, para colmo, parece condenado a seguir gobernado por la
derecha por los próximos milenios.
Que la falta completa de sentido que trajo consigo el posmodernismo
solo puede subsanarse con más posmodernismo es algo que quiere hacernos
creer el establishment. Y probablemente lo logre, a través de
variadas artimañas, que incluyen tanto a las drogas como a esos insanos
entretenimientos 2.0 que son las redes sociales y otros infiernos.
De todo eso trata Merca, la primera novela de un autor que
se presenta con pseudónimo: Loyds. De Buenos Aires, fundamentalmente, de
su clase más alta y acomodada y, en especial, de ese prototipo de
adolescente tardío que es el drogón rico con tristeza, encarnado en
Johnny, su personaje principal.
Los aciertos son varios: los más obvios son la voz logradísima de una
primera persona en Johnny a la que poco le interesa quién esté leyendo
(no alecciona, no pretende convencer, no le importa nada) y la
radiografía precisa de un circuito exclusivo que se nos muestra como
accesible a los que jamás podríamos costearlo.
Pero lo más inquietante de Merca es el juego literario que
propone, ya que toda la novela trascurre en un devenir vertiginoso que
aparenta no llevar a ninguna parte y donde el conflicto no estalla
nunca. En la superficie, no pasa nada fuera de lo común para Johnny, no
hay camino del héroe, no hay redención, no hay quiebre. Entonces
entendemos el pase de magia: si no hay nada, la cocaína lo será todo,
para el protagonista y para los lectores.
El truco será sumergirnos en el vacío del personaje del que leemos su
historia sin rumbo y sin destino. Lo seguimos haciendo solo porque es
divertido, ni siquiera nos importa que no suceda nada. Así, lo más
sobresaliente de la novela es que logra meternos en esa bolsa
interminable en la que se ha convertido la vida para Johnny.
Pura cocaína, puro posmodernismo, pura desolación. Pero seguimos
leyendo. No hay amor, no hay creación, no hay salida. Pero seguimos
leyendo. No hay suceso afortunado, no hay golpe de suerte, no hay nada. Y
seguimos leyendo.
Como la cocaína, Merca se vende tanto que ya va por su
segunda edición en pocos meses. Es que si de analogías se trata, este
libro puede pensarse perfectamente como un saque: es dulce, como un
blues amargo, y al final te deja tan, tan solo.
Alto Pogo Ediciones
2013
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